CAPÍTULO 17. LA LLAMADA.

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- Nunca pensé que estaríamos hablando de negocios contigo. – se mofó Chibs.

- Ni yo tampoco, pero me gusta tu modus operandi. – comentó Bobby.

- Bobby tiene razón, puede que no nos viniera mal tenerte cerca. – le siguió Jax.

- No os puedo prometer que tenga tiempo para venir de propio a Charming cada vez que me lo pidáis, pero si está en mi mano me encantaría ayudaros con lo que sea. – asentí complacida. – Supongo que ya no hace falta que os dé mi número nuevo.

Happy me dedicó una mirada de compromiso y se encogió de hombros. Le había dicho expresamente que no se lo diera al resto del club, pero no había tardado más que unos meses en romper su palabra.

- Lo siento, Jane, pensé que querrías vengarte de ese tipo. – se excusó algo cohibido.

- No te enfades con Happy, yo mismo se lo pedí. – añadió Jax, dándome a entender que obviamente no podía resistirse a una orden de su presidente.

- No pasa nada, no me molesta. Fui muy radical al desaparecer sin dejaros ni mi número, pero me alegro de haber retomado el contacto.

- Todavía puedes quedarte unos días más. – sugirió Chibs. – No estamos como para fiestas de bienvenida, pero sabes que puedes quedarte por aquí sin problema. Mi cuarto de invitados sigue igual que lo dejaste.

- Sería todo un honor, pero ya he recibido un par de encargos a los que me quiero dedicar personalmente.

- Tienes una red muy grande, no entiendo por qué no tienes más hombres a tu servicio para que hagan el trabajo duro. – comentó Bobby con el ceño fruncido. Ellos estaban acostumbrados a hacerlo en grupo o dividirse el trabajo entre unos y otros; sin duda éramos bastante diferentes.

- Me gusta que mis contactos me vean en persona. – le expliqué. – A algunos no les cobro, así que quiero que sepan que he sido yo quien les ha ayudado.

- Yo les cobraría a todos. – me aseguró Happy. – Y un porcentaje más grande que tú.

- El dinero está bien, pero no tanto como los favores. – esa frase se la había dicho muchas veces, pero nunca llegaba a compartir mi creencia. – Si trabajo con alguien y me paga, el caso queda zanjado. Pero si le salvo el culo y aún encima gratis, se acuerdan de que me deben una. Y eso puede venirme mucho mejor que un fajo más de billetes. 

- Me quito el sombrero ante ti, Jane. – dijo Jax teatralmente. Supongo que ya era hora de dejar de hablar tanto de negocios, no fuera a ser que les gustara mi estrategia y me hicieran competencia en el mercado.

Pasé el resto del día por ahí y me di cuenta de que estaban metidos en más problemas de los que querían admitir delante de mí. Lo supe porque ni si quiera podían tomarse la tarde libre y estaban constantemente haciendo llamadas, moviéndose de un lado para otro y murmurando cosas entre ellos.

Tig fue quien pasó conmigo la mayoría de las horas. Al principio hablamos despreocupadamente y nos pusimos al día, mas luego le dije que sabía lo que le había ocurrido y que estaba aquí para consolarle si lo necesitaba. A pesar de que no me contó los detalles de la muerte de su hija, me confesó que todavía tenía pesadillas y se acostó sobre mi regazo mientras yo acariciaba su pelo. Por lo que parecía, yo seguía siendo de las pocas personas, por no decir la única, con la que se atrevía a mostrarse vulnerable y herido.

Recién había caído la noche cuando me monté en el coche tras despedirme de todos los Hijos. A penas había doblado la calle cuando les vi tomar sus motos y salir hacia quién sabe dónde. Supongo que no podrían descansar ni si quiera esa noche.

IN LOVE & HOPELESS | SONS OF ANARCHYWhere stories live. Discover now