CAPÍTULO 5. LA FIESTA.

679 39 12
                                    

Si no tuviéramos a la policía de nuestro lado, ya nos habrían llamado la atención por armar tanto jaleo. Éramos muchos moteros, había mucho alcohol y al parecer la mayoría solo sabían hablar a gritos. Me habían presentado a bastante gente, pero con quien más había hablado era con el resto de las chicas: algunas fueron tremendamente agradables; pero en otras aprecié el desprecio en su tono de voz. Seguro que los celos las corroían.

Acababa de despedirme del grupo con el que me había tomado tres chupitos seguidos cuando escuché una voz familiar llamándome. Cuando me giré, vi a Tig haciéndome señas con la mano para que me acercara. Estaba con Chibs, Juice, Medio Huevo y un par más de hombres que no había visto en la vida.

- Ven con papi. – me pidió Tig cuando me acerqué. No pude resistirme a sus morritos y enseguida me senté en su regazo. – Madre mía, nena, no sabes lo preciosa que estás hoy.

Lo cierto es que sí lo sabía, pero sus manos acariciando mi cintura y mis piernas me lo confirmaban. Iba vestida en negro por completo, con un top ceñido escotado y unos pantalones cortos vaqueros. Me había cardado un poco el pelo para adecuarme a lo que todos estos moteros deseaban y mi pintalabios rojo pasión era el broche de oro. Tig se acercó hasta hundir su nariz en mi cuello y respiró hondo.

- ¿Por qué no nos vamos tú y yo a algún sitio más privado? – me incitó, pero por más que me tentara, coloqué mi mano sobre su pecho y lo aparté.

- Lo siento, bombón. – suspiré mientras me ponía en pie. Luego miré a Chibs y a Juice y les guiñé un ojo. – Hoy estoy conociendo a gente nueva.

Avancé un par de pasos mientras buscaba alguna cara familiar entre tanta gente. De fondo, pude escuchar la voz de Chibs:

- O está muy caliente, o muy borracha.

- Creo que las dos. – asintió Juice.

Perdí la noción del tiempo y olvidé el nombre de todas las personas que me presentaron minutos después de hacerlo. Había una chica de mi edad, con una melena de color azul eléctrico que me cogió por el brazo y me llevó de grupo en grupo. Ella llevaba más tiempo metida en la banda y, para qué negarlo, las dos juntas formábamos una pareja envidiable. La dejé hablando con un par de hombres que la devoraban con la mirada y decidí entrar al club para ver qué se cocía en su interior.

- Vaya. – murmuré. Al detenerme sentí que todo me daba vueltas, así que avancé hasta apoyar mi mano sobre una de las mesas, todavía sin apartar la vista de las barras de striptease que habían montado. – Esto sí que no me lo esperaba.

Había chicas meciéndose en tanga y pezoneras. Los tíos las observaban y les gritaban de todo. Los que preferían el juego a las mujeres competían en la mesa de billar y otros tantos hacían un poco de ambas: miraban a las chicas y comentaban la partida.

- Llevo toda la noche observándote. – me dijo Clay a mi lado. Maldición, ¿de dónde había salido? – Te relacionas muy bien entre los moteros, pero te escapas antes de que cualquiera te ponga la mano encima. ¿Cómo lo haces?

- Dijiste que era un trofeo y los trofeos son complicados de ganar. Si dejara que cualquier capullo me tocara a la primera de cambio, perdería mi valor.

Clay se rio con mi respuesta, pero pronto entendí que le hacía de todo menos gracia.

- En ese caso deberías quitarte la ropa y subirte a la barra. – me sugirió. – Tal vez consigas que nadie te ponga una mano encima.

- No hablas en serio. – mascullé girándome hacia él. Ahora la situación parecía gustarle más, pero a mí no. – No pienso hacerlo.

- No era una petición, sino una orden. Querías nuestra protección, ¿no?

IN LOVE & HOPELESS | SONS OF ANARCHYWhere stories live. Discover now