CAPÍTULO 10. VENGANZA.

478 27 10
                                    

Los primeros días con Happy no estuvieron tan mal como pude pensar en un principio. Lo peor era que se pegaba a mí igual que una sombra y cuando echaba la bronca a alguno de los mecánicos por vaguear no estaba segura de si asentían por mí o por el miedo que les transmitía mi nuevo guardaespaldas. Creo que en parte lo hacía porque se aburría; era el único Hijo en un pueblo al que ni si quiera pertenecía y yo era la única persona que podía entretenerle.

Las noches tampoco eran ninguna locura; nada de fiestas ahora que Clay nos había dejado el club para nosotros solos. Solíamos tomar una copa mientras me esforzaba por sacarle las palabras. Era complicado extraerle información, pero ya me había contado bastantes cosas como que cuidaba de su madre que estaba en una residencia, que su verdadero nombre sí que era Happy y que detestaba el desorden. ¿Tensión sexual? Puede que también hubiese algo de eso.

Al quinto día desde que los chicos se marcharon, le dije a Happy que iría a hacer la compra al supermercado porque hacían falta varias cosas para el club y, cómo no, se empeñó en acompañarme.

- Ni que me fuera en una misión suicida. – me quejé. No es que me molestase, tan solo quería tener algo de espacio personal.

- Mi única tarea es protegerte, no voy a dejar que te vayas sola.

- Tu trabajo es asegurarte de que el club y el taller sigan de una pieza para cuando los demás vuelvan. – le recordé, pero Happy no tardó en negar con la cabeza y encogerse de hombros.

- Tig me dijo que si te pasaba algo, me cortaría los huevos. – masculló por fin. – No quiero que eso pase.

Así que media hora más tarde estábamos dando vueltas por la tienda con un carrito lleno ya por la mitad. Si me hubiese hecho una lista, ahora no tendría que recorrerme cada uno de los pasillos y no estaría cogiendo un poco de todo. Me detuve frente a la estantería de los cereales y los observé con el ceño fruncido porque no encontraba los que solía comprar siempre. Estaba por preguntarle a Happy que si estaba ciega cuando el chico me cogió por las caderas y me volteó atrapándome entre su cuerpo y la estantería.

- ¿Qué demonios...?

- Arriba. A la izquierda. Mira el espejo. – susurró sobre mi oído. Hice caso a sus instrucciones y ahí nos vi reflejados a nosotros, como si nos estuviéramos dando el lote, pero dos pasillos más allá había dos chicos de piel latina. – Creo que son Mayas.

- ¿Qué hacemos?

- Camina hasta la salida. Móntate en la moto y agárrate fuerte.

Happy cogió el carro para disimular y caminamos a una velocidad moderada para no dar a entender que estábamos huyendo. Por una parte quería pensar que estaríamos a salvo en un sitio público como este con más gente, pero también cabía la posibilidad de que fuera una encerrona y que abrieran fuego sin importar si le daban a un inocente. En cuanto rozábamos la puerta de entrada, Happy dejó el carro a un lado como si nada y salió.

- Deprisa.

Me monté en su moto y me aferré a su cuerpo cuando arrancó. Ni si quiera tuve tiempo de ponerme el casco que me había cedido, pero supongo que eso era lo de menos.

- ¿A dónde vamos? – cuestioné levantado la voz para que me escuchara.

- A las afueras.

No íbamos demasiado rápido porque no queríamos que pareciera que nos dábamos a la fuga. Por eso mismo no me giré a ver si esos tíos nos seguían, pero sí que me incorporé para ver por el retrovisor de la moto que cuatro hombres iban a unos metros de distancia por detrás de nosotros. Y por si teníamos dudas, ahora todos llevaban el chaleco de los Mayas.

IN LOVE & HOPELESS | SONS OF ANARCHYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora