XII

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Jeon JungKook.

— Asqueroso. — Ella dice bastante bajo, sonrío. Las puertas del ascensor se abren y ella se apresura en salir dando grandes pasos, pero no logran ser tan grandes y extensos como para dejarme atrás tan fácilmente.

— Hace un rato pregunté que a donde ibas,no has respondido. —  Le recuerdo. 

— Y yo respondí que mejor iría sola. —  Contesta siguiendo adelante. Casi parece que yo la estuviera persiguiendo, tal vez así sea así.

Dejó de caminar y respiro profundo, ella va a lograr cabrearme si me hace seguirla más. —Detente, Manoban, y es una orden como tu jefe. 

Veo como aprieta sus puños, se detiene y lentamente se voltea,a puesto que interiormente debe estar refunfuñando. Mis comisuras se elevan al solo imaginar como está tragando todo lo que de seguro debe tener por decir. 

— Así me gusta, cariño, —  Se gira de forma lenta, su cara es un terror puro. Además de verse tensa, está apretando sus labios y puños, sus ojos parecen dagas buscando atravesarme. Empiezo a golpear mi lengua contra mi paladar haciendo un sonido mientras niego. —  esa expresión tuya si que es fea. 

No dice nada. 

— Vamos a almorzar, —  Invito. —  muévete.

— De verdad tengo cosas que hacer. —  Dice entre dientes. 

— ¿Es que comer no hace parte de ellas? —  Cuestionó. —  ¿O es que te gusta estar muy delgada y visitar al médico seguido? —  Sé que son temas delicados para ella, lo puedo ver en su lenguaje corporal.


Lisa Manoban.

Tomamos nuestras comida en un silencio que pasó de ser incómodo a sereno, de verdad lo agradecí.

Aún no quiero hablar con él, así que estar de esta manera es lo mejor.

Al terminar cada uno tomó un camino diferente, me sorprendió que aka imbécil no me detuviera de nuevo. Iré a casa y empacare lo poco que tengo, he conseguido algunas cajas de la cafetería, por lo que puedo guardar las cosas allí y tomar un taxi para ir a mi nueva residencia.

En mi pequeño espacio, sigo metiendo con sumo cuidado algunos pocos electrodomésticos que tengo, como la arrocera en una caja, tengo una pequeña maleta en la que perfectamente cabe la poca ropa que aun conservo.

Miro la hora en mi teléfono, son las 3 de la tarde. Solo demore unos 40 minutos en empacar todo. Suspiro, descargo una aplicación para tomar taxis y espero a que un conductor llegue para ir y llevar todas mis cosas. Tomaría un bus, pero son varias cajas para manipular yo sola.

Siento una vibración en mi bolsillo trasero, es mi teléfono. En la pantalla sale el nombre de Lu, sonrió. Me encanta hablar con ella.

— ¡Lisa unnie! — Escucho apenas respondo, suelto una risita tonta.

— Hola,Lu, — La saludo tan enérgica, de la misma forma que ella lo hace. — ¿como estás? ¿como va todo? ¿como esta Leo?

Leo es mi gato, fue la primera mascota que papá y mamá me dejaron tener, pero tuve que pedirle a Lu que lo cuidara por mí. Lo extraño mucho.

— Toda esta bien, ¿viste mi video? — Pregunta contenta, sé que se refiere al video en donde baila para la presentación de su escuela. — ¿te gusto? — Sonrío, pareciera que buscará mi aprobación. — Tome algunas de tus técnicas.

— Claro que sí, estuviste maravillosa. — La halago de la forma más sincera. — Me fascino, me hubiera gustado poder haber ido a verte, invitame para una próxima, ¿si?

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