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Jungkook jamás se imaginó llegar a la situación en la que se encontraba. Sus manos temblaban así como su cuerpo completo, el olor a sangre impregnado en su cuerpo lo asquea, sin embargo, no podía dejar de sentirse bien al haber cumplido y dejado satisfecho a su padre.

Por otra parte, no podía dejar de sentir ese remordimiento, incluso tenía ganas de llorar por el atroz acto que acababa de cometer. Todo por complacer a su padre.

Todo para que se sintiera orgulloso de él.

Todo para nada.

La lluvia caía con violencia bañando el lugar donde minutos antes se llevó una sangrienta batalla a muerte. La sangre se mezclaba con el barro y por más que la lluvia mojaba a Jungkook, la sangre no iba a abandonar su cuerpo, así lo sentía el pelinegro. Aquella sangre ajena iba a estar pegada a él por siempre, recordandole el pecado que cometió.

El pelinegro observaba el cuerpo inerte enfrente suyo sintiéndose la peor porqueria del mundo.

 El no lo merecía, él era una buena persona, aquél chico solo le brindó toda su confianza para al final traicionarlo de la peor manera. Jungkook se encargó de asesinarlo en cuanto su padre se lo puso al frente.

Los ojos sin vida del chico es algo que jamás sacaría de su mente, así como las súplicas que escuchó en cuanto estuvo a su merced y no se inmutó hasta darle el golpe de gracia.  

Todo un hijo de puta de primera.

-Lo siento Ji Hoo.

Jamás se perdonaría.

Nunca.

En cuanto abrió los ojos su vista se enfocó completamente en el lugar que se encontraba. Su cabeza dolía y el cuerpo ni hablar, es como si una aplanadora le hubiera pasado encima.

No recordaba mucho hasta antes de perder el conocimiento tratando de irse de aquél lugar, pero claramente no sabía como diablos llegó a su cabaña.

Con pesadez barrió con la mirada el lugar no encontrando a nadie, solo se encontraba él en su cama con vendaje en el torso y una curtia en la cabeza. Gruñó molesto al no recordar mucho, en aquellos momentos solo quiso matar a todo el mundo con sus propias manos, en especial a ese hijo de puta de Cho, eso no se iba a quedar así. No cuando por su culpa aún era incapaz de sentir a su lobo.

Jungkook sentía que algo muy importante se le olvidaba, pero no sabía qué. Su pecho dolía con tan solo tratar de pensar y se desesperaba al saber que algo faltaba. Seguramente iba a arrepentirse luego.

Importando le poco se levantó de la cama y debido a su mal estado casi cayó de bruces en cuanto un fuerte mareo golpeó su cuerpo. Primero debía comer algo y después descansar un poco para reponer energía e irse en busca del bastardo que había experimentado con él.

En cuanto abrió la puerta un olor a menta desconocido para él llegó a sus fosas nasales. De inmediato se puso en guardia y caminó lento hasta la sala donde vio a un tipo leyendo uno de sus preciados libros como si nada. Gruñó sonoramente llamando la atención del sujeto quien se alertó por el fuerte aroma que desprendía Jungkook.

Yoongi no se esperaba que en cuanto viera al pelinegro este se tiraría a atacar como si fuera un desconocido. Sabía que no fue agradable con Jungkook al comienzo, pero no entendía porque el joven alfa lo atacaba.

-¡Jungkook!-Gritó el alfa un poco turbado por la situación-¡Jungkook soy yo!

El mayor no entendía nada, incluso ahora, el menor mostraba una fuerza que no sabía que tenía. Se sintió intimidado por todo. Ese no era Jungkook, pues aquellos ojos llenos de resentimiento y sed de sangre no eran los enamorados y brillosos orbes que conoció del menor.

🍃Solitario 🍃 OMEGAVERSE [KOOKV]Where stories live. Discover now