Capítulo 2: Príncipe Kim

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"Se fuerte para que nadie te derrote, sé noble para que nadie te humille, sé humilde para que nadie te ofenda"

El reino de Busan, uno de los más justos y pacíficos del continente asiático, gobernado por el rey Kim Namjoon y su omega Kim Seokjin. Tras el fallecimiento del padre de Nam, tuvieron que acelerar los preparativos de la boda, creando emoción entre la pareja, pues por una gran suerte resultaron ser predestinados.

La gente celebraba por los nuevos gobernantes. Ambos juraron ante el pueblo lealtad, paz y justicia. Era tanta la alegría que la fiesta duró una semana y las familias no dejaron de felicitar a la pareja, dándoles regalos y buenos deseos. Sin duda alguna los más puros soberanos de todo el clan Kim.

[∆•∆•∆]

Pasó un año y el pueblo se enteró de la espera del nuevo príncipe. Todos comentaban al respecto, algo que no desapareció durante los próximos nueve meses. Por otro lado, la pareja Kim nunca se sintió tan feliz como ahora. Cuidaron y prepararon todo para la llegada de su bebé; el próximo en heredar el trono.

—Nam... —habló Jin—. ¿Crees que todo salga bien? —acarició su vientre, mirando fijamente al mayor.

—No tienes porqué preocuparte. Nuestro pequeño nacerá en una familia llena de amor y comprensión —tomó las manos de su omega— lo cuidaremos juntos.

Con los ojos llorosos, Seokjin lo abrazó y buscó el olor a menta que tenía el moreno, siendo correspondido por un abrazo y un beso en la mejilla, pero se separaron cuando sintió una fuerte contracción. Preocupado, Namjoon llamó a las doncellas y ordenó que lo lleven a la alcoba principal. Salió en busca de un médico para poder ayudar a su omega y traer sano a su cachorro.

Con ayuda de los guardias, trajeron a una experta en medicina natural. Ella ingresó a la habitación del omega y así poder traer al príncipe Kim.

—¿Cuánto crees que tarde? —preguntó Namjoon, dando vueltas por los pasillos.

—El rey Seokjin está en buenas manos —puso su mano en el hombro del rey—. Pronto tendrá a su cachorro en brazos.

—Gracias —respondió con una sonrisa—. Eres más que el General de la armada —inclinó levemente su cabeza, mostrándole agradecimiento al mayor.

—No debe de hacer eso, su alteza. —soltó una pequeña risa.

Entre sonrisas y preocupación, todos los que estaban presentes escucharon el llanto del bebé. Quedando inmóvil, Namjoon soltó una lágrima, para luego dar paso a otras más. Escuchar a su pequeño lo llenó de conmoción, saber que detrás de esa puerta está su nueva familia.

—Majestad —salió la partera con una sonrisa en alto—, puede pasar.

Miró a la doctora por unos segundos y decidió entrar. Cerró lentamente la puerta y, al darse vuelta, encontró a su pareja con un pequeño bulto entre sus brazos. Seokjin no tardó en notar su presencia y le pidió que se acercara, mostrando a un bebé con los cachetes redondos y blanditos.

—Es hermoso, ¿no lo crees? —no despegó la vista ni un segundo, quedó encantado por la ternura de su hijo.

—Lo creo —dijo Nam, acariciando suavemente la mejilla del recién nacido—. Gracias... —dejó un beso en los labios contrarios y comenzó a sollozar.

Los alfas también lloran, pueden sentirse desprotegidos y buscan amor en el entorno que los rodea.

[∆•∆•∆]

Kim Jimin, así fue como nombraron al príncipe del clan Kim. Nuevamente el pueblo se inclinó ante sus reyes y les obsequió pequeños regalos para su alteza. Entre esos una pulsera con un dragón de oro incrustado, simbolizando la grandeza, bondad y heroísmo que podría tener el príncipe Jimin.

Terminada la ceremonia, como ya es costumbre, ambos padres del cachorro consultaron con una adivina para saber el destino de su hijo, pero no todas las visiones eran positivas.

—Sin duda este pequeño será audaz —pacífica dijo aquella anciana—. Protector de su pueblo y de sus seres amados, pero...

—Pero...—dijo Namjoon.

Aquella señora abrió los ojos al ver la última visión, no sabía cómo decirles a los reyes que la sangre correrá en todo el reino de Busan, la vida de un inocente a cambio de dos reinos.

—Guerra... pérdidas...  clan... —una fuerte brisa apagó el fuego e hizo sonar las campanillas.

— ¿Clan? —confundido dijo Jin.

—No creo que sea nada bueno. —Agradeció y se retiraron.

"¿Qué fue lo que vio?" Eso rondaba en la cabeza de Namjoon. Pero con la simple advertencia de que habrá guerra decidió mantener distancia de los reinos más cercanos, estando seguro de que logrará apartar todo mal contra su reino y familia.

Siendo el rey, ¿te crees capaz de cambiar el destino?

[∆•∆•∆]

Las risas se escuchaban por todo el palacio. Un pequeño de cinco años jugaba con sus juguetes de madera, imaginando ser un fuerte soldado. Entre esos juegos se encontraba su progenitor, quien alegre observaba a su hijo. Jimin era la felicidad de aquel enorme lugar, todos atendían y mimaban al pequeño príncipe.

—Mami. —Cansado llamó al omega—. No encuentro mi gatito de madera. —Con un puchero cruzó de brazos, esperando una respuesta.

—Vaya, no cabe duda que eres igualito a tu padre. —Acarició los cabellos del menor y comenzaron a buscar aquella pieza de madera.

Buscaron detrás de los arbustos, entre el pasto e incluso bajo las rocas, pero nada. Con la idea de que puede estar dentro el palacio, Jimin subió al último piso de la torre de vigilancia. Intentó buscar entre los baúles y estantes, pero no halló nada. En su búsqueda, observó la ventana que le brindaba una gran vista de todo el reino. Abrió su boquita impresionado y se acercó, observando cada rincón de su pueblo. Se entretuvo un buen rato viendo a la gente caminar y a los animales correr. Bajó la mirada por un segundo y encontró el mapa de su padre, observando cada reino de Asía. Hasta que uno llamó su atención

"¿Reino de Yeoju?"

Quería encontrar una respuesta, pero su pequeño cerebro no lograba descifrarlo. Ahí se quedó, pensando que había en ese lugar, no hasta que sus pensamientos fueron interrumpidos por los gritos de su madre.

— ¡KIM JIMIN! Te estuve buscando por todos lados, no hagas eso de nuevo. —Empezó a regular su respiración y cargó a su pequeño en brazos.

—Mamá, ¿Qué hay en ese lugar? —con su dedito apuntó dicho reino en el mapa.

—Oh, es el reino de Yeoju. Gobernado por el clan Min—Respondió el mayor—. No es muy grande, pero eso no significa que sea pobre.

— ¿Algún día podremos visitarlo? —preguntó con una inocente sonrisa.

—Haremos lo posible... —besó la frente de su cachorro y cambio de tema—. Ordené que te preparen fideos, sé que te gustan mucho.

—¡Fideos! —emocionado exclamó el menor.

Por ahora todo era tranquilo, no había de qué preocuparse, pero...

Nadie podría imaginar que un tierno alfa crearía un caos en un futuro...
Por protección y amor.

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Espero les haya gustado mucho, mañana sigue el tercer capítulo. Lamento si es que se ve un pésimo esfuerzo, pero intenté dar todo de mí.

¡Los veo mañana!


𝐃𝐢𝐧𝐚𝐬𝐭𝐢́𝐚 𝐌𝐢𝐧 - 𝐉𝐢𝐦𝐬𝐮Where stories live. Discover now