Capítulo 3: El comienzo de una nueva era

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"Los jóvenes deben aprender sobre el dolor, no todo es fácil"

—¿Tienen pensado qué hacer? —dijo aquel chico de cabello rubio.

—La alternativa es que busquemos a otro rey, no podemos dejar el paso libre. —Habló el mayor de la Corte, pero calló cuando el menor golpeó la mesa.

—¡No necesitamos un rey aquí! —exclamó—. Menos un alfa que sólo sabe mandar sin consentimiento alguno.

"Pequeño omega, ¿Qué tanto daño te ha hecho?"

—Pero, señor Wang... —otro golpe resonó, provocando miedo y preocupación.

—¡NO SOY WANG! —gritó el menor— SOY MIN, DUEÑO Y HEREDERO AL TRONO.

Un silencio inundaba aquel salón. La Corte no sabía qué decir al ver tal revelación del omega ahí presente. Los demás pudieron sentir la ira y ver como un ser tan puro era cegado por el sufrimiento y el odio.

—Pero usted es un omega —interrumpió un miembro de la Corte.

—Y eso... —miró fijamente al beta que se atrevió a interrumpir— a mí me consta, señor Choi. —Tomó una de las espadas y, en un abrir y cerrar de ojos, la sangre corría junto con la cabeza que rodó hasta el centro de la habitación.

Atónitos, así quedaron todos al ver muerto a un miembro de la Corte. Con cada caminar del menor, sus manos se movían nerviosas y tragaba en seco.

—Señor Wang... —tartamudeando dijo, pero no pudo terminar de hablar, ya que la espada apuntaba su cuello.

—¿Cómo me llamaste? —habló con una voz intimidante.

—Disculpe, joven Min. —Aquel objeto filoso ya no amenazaba con degollarlo.

Todos quedaron impresionados, pues en sus vidas nunca vieron a un omega callar a su superior, y más si se trataba de un alfa. Todos se miraron entre sí, viendo como aquel chico pálido limpiaba la sangre de su rostro; una de las más aterradoras escenas.

—Ah... —exhaló Min mientras subía nuevamente a su trono—. Estableceré nuevas reglas... —se sentó y miró a todos desde lo alto, como si fueran algo insignificante— y el que no obedezca... —pasó ligeramente su dedo pulgar sobre su cuello, dando a entender el mensaje ante los mayores.

No tenían otra opción. Aquel noble rey se había ido, dando paso a uno egoísta y cruel. Muchos sabían la razón de ese cambio, haciendo que se sientan culpables.

Con la decisión ya tomada, escribieron una nota hacia el pueblo, dando detalles de la muerte del rey Wang y de la nueva coronación del omega Min. Con tinta roja, pusieron las nuevas leyes decretadas junto con la sentencia que se llevaría a cabo en caso de infringirlas. Ese día se conocerá como uno de los más oscuros para el reino de Yeoju, quienes perdieron al adorable, amable y alegre rey Min Yoongi.

[∆•∆•∆]

Aquel día había llegado. Las doncellas prepararon las prendas del "nuevo" gobernante de Yeoju. Como era costumbre, el rey debía ponerse el myeonbok en algún evento especial; en este caso una coronación. Los detalles dorados y azules resaltan en aquel traje junto con las joyas de oro puro.

Cuando Yoongi salió de su alcoba, donceles y doncellas lo siguieron por detrás. En ese momento, el omega tenía un sólo pensamiento:

"Soy el único y primer omega en tomar este puesto. Veremos si "los de mi clase" somos frágiles e inútiles como dicen."

Con esa idea en la cabeza, alejó a la servidumbre. Dispuesto a salir, llegó su acompañante, considerado como el mejor y único amigo del rey.

—Yoongi. —Llamó al pálido antes de que dejara el palacio.

—¿Qué es lo que quieres? —respondió seco, mirándolo sin sentimiento alguno.

—Sabemos lo que pasó, pero no hagas que el pueblo pague por ese dolor que llevas dentro. —Sostuvo las frías manos del omega, pero fueron retiradas inmediatamente.

—Hoseok —dijo Yoongi— Si no ordeno que te corten la cabeza es porque tu me ayudaste en aquel momento cuando... —los perturbadores recuerdos aparecieron y evitó llorar. Tratando de alejarlos, usó otra palabra para que el beta entendiera—. Sabes a lo que me refiero.

—Lo sé, pero tus súbditos no tienen la culpa de los actos que cometió el rey Wang. —Miró nuevamente al mayor, pero este se negaba a cambiar de parecer, sus emociones fueron arrebatas por la pérdida de su ser amado—. Piénsalo.

Dio media vuelta e ingresó al palacio. La mirada de Yoongi no se perdió a lo menos unos diez segundos, viendo cómo su mejor amigo se retiraba dejándolo con las palabras en la boca. Con los ojos llorosos, llamó a los soldados para que trajeran el transporte y poder irse a la ceremonia.

En el transcurso, no dejaba de pensar sobre lo ocurrido hace unos meses. Recordando los sacrificios que hizo, para que al final fueran en vano.

"Los omegas se llevan la peor parte de una ruptura"

Observando los árboles que crecían en el camino, un dolor se hizo presente en su cuello. Desesperado, apretó la marca que dejó el anterior alfa, causante de todo ese rencor. Los guardias atendieron al omega y buscaron un doctor. Ordenaron que paren a los caballos, corrieron hasta la casa de uno de los médicos del pueblo, le comentaron lo sucedido y él guardó todo lo necesario en su bolso. Con los caballos el camino no fue largo, bajaron al doctor y éste atendió inmediatamente al menor.

—Pasará con los meses, le pediría que no se lo toque. —Apretó por última vez la herida y empacó todas sus hierbas—. Las hojas de consuelda aliviaran su dolor.

—Gracias. —Serio inclinó la cabeza y retomó su lugar.

Los guardias lo despidieron y siguieron con su camino. Esta vez, estaban un poco más relajados al ver que su alteza estaba tranquilo.

Llegaron al lugar donde se realizaría la ceremonia. Con cuidado, bajaron a Yoongi, viendo como él emprendía camino. Los pobladores veían con orgullo a su rey, pero otros criticaban el hecho de que un omega los gobernara. Esas palabras no fueron ignoradas por el nuevo rey, pero él les demostrará quién manda.

[∆•∆•∆]

—¿Tienes todo listo? —habló el moreno.

—Si, pedí a las doncellas que preparen la comida. —respondió suavemente el omega.

—Bien, entonces vámonos que llegaremos tarde a la ceremonia. —Montaron sus caballos, pero antes de partir salió corriendo un muchacho de cabello azabache.

—Padres, ¿a dónde van? —dijo aquel chico.

—A la coronación del rey Min, pero ni creas que vas a venir. —Aclaró el mayor—. Tu madre pidió que te preparen fideos como siempre.

—Pero... ¿por qué no puedo asistir a la ceremonia? —formó un puchero con sus labios y cruzó de brazos.

—Porque no y se acabó. —Dio orden para que abrieran las puertas y los caballos empezaron a correr.

Mientras que Jimin miraba a sus padres alejarse. Pateó una piedrita, como si esta tuviera la culpa. Bufó por la frustración y entró nuevamente a su hogar.

—Ya tengo veintiún años, no pueden prohibir las cosas así. —Habló como si alguien escuchara sus quejas.

"Descuida, príncipe Kim. Los ancestros tienen grandes planes para tu futuro."

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Gracias por leer, pronto publicaré el siguiente capítulo. Adiós estrellitas de luz ;)


𝐃𝐢𝐧𝐚𝐬𝐭𝐢́𝐚 𝐌𝐢𝐧 - 𝐉𝐢𝐦𝐬𝐮Where stories live. Discover now