Capítulo 12

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Llegó muy tarde a la oficina, casi corrió de tan atrasada que estaba. Se abrió el ascensor, caminó por el pasillo hacia su oficina y se extrañó no encontrar el sonriente rostro de Ana; no era que la extrañara con fervor, pero era raro no verla...o vamos si la extrañaba.

Resolvió entrar a su oficina y llevarse la gran sorpresa de encontrar a Ana en ella, sentada plácidamente con unos documentos en la mano. Patricia la miró, arqueó una de sus cejas y continúo su trayecto hasta el escritorio.

- Lo sé, sentiste que morías cuando no me viste al llegar, suelo causar esa impresión.

- Egocéntrica.

- No lo niegues, vi la angustia en tus ojos al entrar, lamento haberte hecho sufrir, pero necesitamos hablar - dijo seriamente.

- ¿Necesitamos hablar o necesitas hablar conmigo?

- Necesitamos del verbo urgentemente, ahora mismo.

- Urgentemente no es un verbo - respondió.

- ¿No?, pero has visto la necesidad de la acción en cuestión.

Pati rascó su cabeza y miró a Ana con total desconcierto, esa mujer la volvía loca...caminó y se sentó frente a ella - Hablemos.

Ana apartó los documentos que tenía en las manos - Pati, hace unos años que trabajo junto a ti y nuestra relación no es meramente profesional, sino que me has hecho parte de tu vida, eres no solo mi jefa, sino mi amiga y más allá eres mi familia. He sufrido junto a ti grandes situaciones en tu vida, algunas me han enojado porque ha sido injusto que hayas tenido que atravesar por tales situaciones y en otras simplemente, me han dado unos deseos inmensos de golpearte, patearte y torturarte sin piedad alguna por tonta e idiota.

Patricia la miraba detenidamente casi sin parpadear.

- He secado tus lágrimas en muchas ocasiones, eres una gran mujer; claro como jefa eres toda una jodienda, pero no viene al caso - sonrió - Eres todas esa cosas que un hombre o una mujer pudiese estar buscando para ser feliz, hermosa, sensual, exitosa, sensible, profesional, comprometida, fiel, humana...histérica, pero ¿no todo puede ser perfección, no es así? Eres una gran madre y eso va más allá de todas las expectativas, una amiga incondicional y una hija agradecida y de buenos sentimientos; aunque tu madre sea la reencarnación del mal, tiene algo bueno...esa eres tú... No sabes cuánto deseo que seas feliz y no esta felicidad utópica que te inventas para no decirle a nadie lo que sientes, como te mueres por dentro; cada día más.

Patricia continuaba mirando a Ana, prestando mucha atención a todo lo que decía, a toda la verdad que conocía de ella...

- Nunca me ha interesado si amas a un hombre, si amas a una mujer o si te empatas con un Oompa Loompa, ese no es mi asunto porque mi deseo más genuino es que seas feliz, así sea con un estúpido y feo Oompa Loompa y tengas Ompasloompitos... Todo este tiempo he querido que encuentres a esa persona, ¿cuál?, ¿quién, ¿dónde?, no lo sé, pero que la encuentres, la reconozcas y te des esa oportunidad, que te aventures a lo desconocido, pero tan delicioso. Que puedas entregar todo lo maravilloso que tienes dentro de ti, a esa mujer especial y que ella, lo reciba y te devuelva a cambio...amor. No sabes cuánto he deseado que tu mirada tenga un brillo distinto, cuanto he deseado que tu sonrisa esté llena de ilusión, cuanto he deseado que tengas un motivo que no sea el motivo, cuanto he deseado que tengas el mejor sexo de tu vida; ya sé con amor, cuanto deseo que seas feliz.

Pati tenía su cabeza apoyada en su mano y su mirada cristalecida por las lágrimas prontas a derramar, esas palabas le llegaban muy dentro sin lugar a dudas.

- Te preguntarás porque te digo todo esto, ¿no?, no quiero aumento de sueldo; es porque mi deseo lo veo más cercano que nunca. He visto últimamente tu mirada cambiada, te he visto sonreír sin razón aparente y con una muy buena cara de idiota; ya sabes aparte de la que traes normalmente. He notado en ti una llama que hace mucho creía extinta en ti, me gustaría estar segura y decir que la razón se llama Fabiola, pero tengo mis serias dudas; si se llama Fabiola o se llama...como se llame la jovencita...Megan.

Las lágrimas ya recorrían el rostro de Patricia, pero quedó muy desubicada cuando Ana mencionó esos nombres, abrió la boca para protestar...

- Siempre que abres la boca para defenderte lo que haces es hundirte más, así que piensa bien lo que dirás - interrumpió Ana - Lo cierto es que toda esta conversación, con tantas palabrerías, solo quiere ir a una dirección; no me interesa que sea Fabiola o Megan, solo que no te niegues la oportunidad de llegar a alguna parte, de entregarte y que alguien se sienta dichosa de tenerte en su vida, necesitas vivir amiga...

Pati no estaba en posición de decir algo, la verdad es que no sabía que decir.

Ana se puso de pie, caminó hasta Pati, besó su frente - No tienes que decir nada, solo necesitaba decirte lo que pienso, lo que siento y lo que deseo; ahora es tu decisión de hacer lo correcto para tu vida - siguió su camino hacia fuera de la oficina y añadió -Y si no haces nada juro que esta vez te patearé el trasero y te llenaré la cara de dedos...lo juro.

Esta vez Patricia sonrió, a la misma vez que se secaba sus lágrimas, se descalzó y fue caminando hasta una esquina de la oficina dispuesta de un modo especial y se sentó en el suelo. Era una práctica rara, pero amaba sentarse al suelo; era agradable, cómodo y la hacía sentir que nada interfería entre ella y el suelo, así tenía sus pies; o en este caso su cuerpo bien puesto en la tierra.

Como una niña castigada pasó algún tiempo en su esquina con el incesante vaivén de pensamientos y de ideas, estaba enloqueciendo, estaba... ¿cómo estaba?, el sonido de su móvil la apartó de su locura momentánea.

- Buen día - respondió.

- Hola Pati, espero no molestar, tu hija me dio tu número de celular.

- Megan - sonrió tímidamente - Nunca molestas.

- Yo creo que sí, me tomo atribuciones que no me corresponden, por eso me disculpo.

- Jamás, eres bienvenida, en mi oficina, en mi móvil, en mi casa - en mi vida suspiró. Pati sonrió como si algún espíritu le hiciera decir cosas que no debería.

- Lo tomaré muy en cuenta, así que no te quejes luego.

- Ten seguridad que no me quejaré, es todo un placer.

- Te marcaba para ponernos de acuerdo del día de mañana, mi audiencia es a la 9 de la mañana, entonces, no sé cómo haremos, llego, llegas, llegamos.

- Mmmm, ¿qué te parece si llegas a mi casa y de ahí partimos ambas, así llegamos - rio.

- Me parece una buena idea, gracias.

- ¿Gracias por qué?

- Por todo...- hubo un silencio después de sus palabras.

- No tienes que agradecer lo que se hace de corazón.

- Precisamente esas son las cosas que se agradecen más, porque no todo el mundo lo hace de esa manera.

- Estoy para servirte.

Se escuchó un suspiro al otro lado - Eso me parece muy interesante.

- Cuando quieras - murmuró Pati.

- Siempre.

Hubo un silencio sepulcral en la línea, tanto así que Megan imaginaba escuchar los latidos de su corazón, pero lo cierto era que alcanzaba a escuchar la respiración de Pati en la bocina. ¿Acaso era correcto lo que hacía?, ¿era correcto lo que le hacía sentir esa mujer al otro lado del teléfono?, no sabía si era correcto, pero era lo que sentía...- Entonces, mañana llego a tu casa y de ahí partimos.

- Si - dijo Pati.

- Hasta entonces preciosa.

- Te veo mañana.

Megan escuchó el corte de línea, no pudo dejar de sonreír y sacudió su cabeza mientras devolvía el teléfono a su escritorio. Le parecía tan dulce que Pati fuese una mujer tan hermosa, tan increíble, tan mujer...y fuese tan tímida, tan linda, tan...pensó entonces, ¿que buscaba Pati en una mujer, si tendría alguien en su corazón, en su cama, sería posible acaso que se fijara en una mujer como ella?, menor, común... ¿sería posible? Nah.... sacudió la cabeza. Posó su mirada en una foto en su escritorio donde aparecía junto a un chico y donde parecía muy feliz. Hubo una gran pausa de movimientos, de pensamientos, de latidos...su mirada se llenó de tristeza observando con detalle la foto, el sonido del móvil la desconcentró y alcanzó a leer en la pantalla el nombre de quien llamaba...Gabriel.


Del borde...al precipicio (Sankh)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora