CAPÍTULO 12

212 14 0
                                    

Seth y yo no hablamos en todo lo que restó de noche del tema, solo intercambiamos alguna palabra, risa o mirada. Obviamente seguía enfadada con él ya que no me había explicado las razones de su desaparición temporal para evitarme.

El frío invierno había entrado hace un par de días. Son las ocho de la mañana del día veintiuno de diciembre por lo que, hoy era el último día de entrenamiento antes de las vacaciones de Navidad. Con un bostezo me estiré en mi cama animada. Me encantan estas fechas.

Cubrí mis pies con mis zapatillas y me alcé para caminar a la cocina. Cuando estaba llegando oí unos susurros.

—Creo que es mejor que te vayas antes de que Lynn despierte —murmuró mi amiga haciéndome fruncir el ceño— no quiero saber que pensará de esto.

—¿Con quién hablas? —dije entrando en la cocina con una sonrisa extraña. Por una segundo me quedé aturdida por la escena que encontré delante de mí. Nidia apartó su mano rápidamente de la otra persona que no era nada más y nada menos que Jandiara— hola —dije con voz aguda.

—Lynn… —murmuró Jandiara avergonzada.

—Esto.... ¿vosotras estáis…? —pregunté entrecerrando los ojos.

—Estamos en ello —murmuró Nidia.

Asentí mientras una sonrisa se formaba en mi rostro y me acercaba a la nevera a coger leche para hacerme un café.

—¿No vas a decir nada? —preguntó con miedo Jandiara.

—Sí —me dí la vuelta después de poner la cafetera a funcionar— espero que cuando estéis saliendo yo sea la primera en enterarse.

—¿No vas a hacer preguntas? —cuestionó Nid con los ojos entrecerrados.

—Ví desde el minuto uno como os mirabais —respondí obvia— y me alegro de lo que hay entre vosotras, las dos sois mis amigas.

Un par de brazos me rodearon y me sobresalté para seguidamente sonreir.

—Te quiero —me dijo mi mejor amiga— gracias por todo.

—También te quiero Nid.

Tras hablar unos minutos más entre las tres, Jandiara y yo partimos hacia el entrenamiento. 

—¡Ey Lynn! —oí una voz saludarme y me giré sonriendo hacia Ray.

—Hola Ray —le abracé con mis brazos alrededor de su cintura.

—Pequeña, te presento a Ethan —sonrió travieso mientras le miraba de reojo. ¿No era Jaheim?

Tras un saludo corto, nosotras seguimos por nuestro camino hasta el vestuario.

—¿Cómo estás con el teniente Duncan? —me preguntó Brent una vez que salimos y después de obviamente saludarnos.

—¿Bien? —dije insegura.

—¿Eso es una pregunta? —se rió mi amiga.

—Definitivamente —hice reír a los dos— no lo sé la verdad, es complicado lo nuestro —suspiré con pesadumbre.

—Te gusta de verdad, ¿eh? —cuestionó Jandiara.

—Demasiado —sonreí sutilmente.

—Llegáis tarde soldados 

MIERDA.

Que no me haya escuchado, que no me haya escuchado, que no me haya…

—Oye, Hundley —mierda, se ha enterado— luego tengo que hablar contigo.

Asentí sin mirarle y seguí a Brent y Jandiara que se habían adelantado.

Qué vergüenza.

Después de un arduo entrenamiento, como todos los liderados por Seth Duncan, esquivé su mirada y me duché rápidamente sintiendo los músculos adoloridos. Ahora mismo echo de menos los entrenamientos de la semana pasada con Kiefer, eran menos duros.

Al salir del vestuario choqué con el pecho de alguien a lo que maldije en voz alta.

—Tenemos que hablar —dijo ¿nervioso?

Nerviosa tendría que estar yo, obviamente sabe que que me atrae y que me gusta pero decir que “me gusta demasiado”. Joder, cada vez que lo pienso de nuevo más vergüenza siento.

—Sé que escuchaste lo que decíamos y yo… —murmuré— ay que vergüenza me está dando esto.

—No sé de qué estás hablando.

—Qué vergüenza, qué… ¿qué? —le miré a sus ojos que sonreían divertidos.

—¿De qué hablas nena? —sonrió mientras giraba su cabeza confuso.

—¿Yo? nada… —intenté disimular cambiando de tema— ¿qué querías comentar?

Se llevó su mano izquierda a su pelo revolviéndolo.

—Sobre eso… tengo varias cosas que contarte y me gustaría invitarte a ¿un café? ¿una cena? —empecé a sonreír.

—Un café me parece bien —sonreí.

—Genial, ¿hoy en la tarde? —asentí sonriendo— ¿sigues enfadada?

—Tendrás que comprobarlo hoy... ¡si te dejo tirado es que estoy enfadada! —grité sonriendo a punto de una carcajada mientras me alejaba de su posición.

—¡Pues espero que no faltes a nuestra primera cita!

Cita. 

AMOR Y PÓLVORAWhere stories live. Discover now