CAPÍTULO 26

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Me abrí paso hasta el portal, después de despedir a Nidia quien me había traído hasta aquí. Llame al timbre y Seth me abrió la puerta. Subí en el ascensor hasta el cuarto piso, donde ya había estado aquella vez.

—Hola —saludé con una sonrisa balánceandome sobre mis pies.

—Hola preciosa —tiró de mí para besarme escuetamente.

—¿Para qué me llamaste? —pregunté cuando me dejó pasar a su apartamento— estoy muy solicitada, tienes suerte de que te haya hecho un hueco en mi agenda —bromeé tirando del cuello de su camiseta para acercar sus labios a mí. Los rocé mirándolo a los ojos y me empiné para besarle de nuevo.

—Tengo que enseñarte algo —tiró de mi mano hacia una de las habitaciones donde no había entrado el día que empecé a fingir ser su novia.

Abrió la puerta dejándome pasar primero y encendió la luz. Me sorprendí al ver la habitación llena de lienzos y pinturas. Di un par de pasos acercándome a todos los cuadros, anonadada.

—¿Qué es… todo esto? —me fijé en que todas las firmas decían el mismo nombre que ya había visto “Thad”.

—¿Qué sientes al ver estas pinturas? —señaló unos cuadros oscuros, donde predominaba el color negro.

Algunos parecían relatar escenas, soledad, muerte, dolor…

—Sufrimiento… quizás alguno odio o venganza —observé uno donde una mujer parecía gritar a los cuatro vientos un sentimiento de furia.

Seth asintió lentamente y señaló a otro en específico.

—Me transmite… soledad, no saber cual es tu camino ni tu sitio —había pintado un bosque con tonos oscuros y profundo, en el centro en vez de un claro había una zona aún más oscura y parecía no tener fin— no entiendo nada Seth, ¿qué son todos estos cuadros?

—Son sentimientos, formas de expresarse —tosió y me miró fijamente. Le devolví la mirada confusa— formas… de expresarme.

—No… no entiendo nada —sonreí y di otro vistazo a mi alrededor.

—Yo soy el pintor —suspiró— siempre quise hacer esto, dedicarme a esto —abrió sus brazos señalando a todo— pero mi padre me lo impidió.

—La discusión qué me contaste te referías a esto… —murmuré.

—Exactamente —asintió con la cabeza— siempre fue mi sueño, expresar sentimientos míos, de gente a mi alrededor, escenas imaginadas… todo esto era mi sueño. Cuando mi padre murió, la culpabilidad me carcomía por lo que dejé todo para dedicarme al oficio de mi padre. Seguí pintando pero más personal, más propio y oculto obviamente —señaló una de las pinturas donde un hombre, aparentemente muerto— ese es el primer hombre que maté. Quiso apuñalar a Kiefer, no tuve otro remedio que dispararle.

—¿Pero “Thad”? —le pregunté.

—Luke —rió— se le ocurrió a Luke. Quería mantenerlo en el anonimato, así que Luke cogió las últimas letras de Seth y las primeras de mi segundo nombre; Adam y formó este pseudónimo —se encogió de hombros— no te lo había contado antes porque…

—No tienes que darme explicaciones —me apresuré.

—Quiero —agarró mi mano dándole un suave apretón— no lo sabe nadie, excepto Luke, mi madre desgraciadamente y Clennan, es algo que considero muy privado. Y es por eso que no te lo había contado antes, pero ahora sé que eres especial y mereces saberlo. ¿Estás enfadada? —me preguntó al verme tan callada.

—Claro que no —exclamé y apreté su mano con cariño— lo entiendo y me alegro que me lo hayas dicho.

—De esto te hablaba mi madre  —sonrió levemente— solo quería asustarte porque sabía que no estaba preparado para contártelo.

—No deberías mantenerlos en secreto —comenté observando todas y cada una de las obras— eres un pintor extraordinario, ¿no se te ocurrió exponerlos?

—Con todo lo de mi padre y el ejército… nunca se me ocurrió… —mintió

—Seth, lo de tu padre no fue tu culpa —recalqué— y deberías meterlo en tu cabeza de una vez. Sé que es duro cariño, pero tienes que razonar y dejar de escuchar a tu madre. No fue tu culpa —volví a decir— y lo diré tantas veces como necesites oirlo.

Seth asintió y sonrió, aunque su sonrisa no llegó hasta sus ojos.

—Me gusta cuando me llamas cariño —tiró de mi mano para abrazarme— gracias Lynn, lo eres todo para mí.

Amaba cuando Seth me arropaba en su cuerpo. Sus brazos rodeaban mi cintura y los míos su cuello. Empecé a acariciarle el pelo cuando me abrazó aún más fuerte para relajarlo. Aquel chico que en un principio parecía firme y que actuaba con frialdad, en realidad era un ser humano que le carcome su pasado y que usa la pintura como método de escape.

—¿Qué te parece… —se separó ligeramente de mí— si mañana te llevo a una cita?

—¿Nuestra segunda cita? —sonreí inmediatamente embobada.

—Tómalo como la primera —hizo una mueca— el café que compartimos solo fue una iniciativa —bromeó.

—Hecho —le tomé la palabra.

—Una cena. En The King's Head —ofreció— si te gusta podremos tener una tercera cita —alzó las dos cejas riendo.

—Tendrás que impresionarme para una tercera cita —le saqué la lengua jugueteando.

AMOR Y PÓLVORAWhere stories live. Discover now