CAPÍTULO 34

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El camino de vuelta a casa se hizo corto, no sentía las horas pasar. Maté un hombre, me secuestraron, mate a otro hombre y ahora estoy llegando a casa. Sentía que estos días de infierno solo han sido unas horas horribles en mi vida. La emoción perfecta para describir mi estado es que parece que estoy durmiendo, que estoy en una mala pesadilla y que cuando despierte Brent y Aluuh estarán vivos y con nosotros volviendo a casa.

La mano de Seth llevaba horas acariciándome el brazo, el pelo y la cara. Aunque yo no sentía nada.
De un momento a otro ya estábamos en el cuartel. La mano de Seth agarraba la mía con fuerza y no me permitía desplomarme entre lágrimas.

—¿Qué le ocurre? —sentí unos brazos rodearme y un beso en mi mejilla.

—Creo que está en una especie de shock —contestó Seth suspirando preocupado.

—Creo que lo mejor va a ser que pase la noche en casa —Nidia. Nidia era la que hablaba con Seth. Y creo que estaba también presente Ray.

—Sí… va a ser lo mejor —la mano de Seth abandonó la mía y sentí una opresión en el pecho. Gimoteé y la agarré otra vez sintiendo las lágrimas empañar mis ojos— ¿Lynn? ¿estás bien?

—Por favor no me dejes tú también —susurré con la voz ronca.

—Cariño, no te voy a dejar, pero creo que lo mejor es que pases la noche en tu casa con Nidia —aclaró pero negué con la cabeza.

—Seth, quiere quedarse contigo —aclaró Ray— eso es lo mejor para ella. Necesita distraerse y sentir que tiene un pilar en su vida.

Alcé brevemente la cabeza intentando ver a mis mejores amigos y los dos estaban con muecas de preocupación.

—Estoy bien —volví a susurrar aclarándome la voz. Sonreí levemente con todas las fuerzas que tenía— os quiero —abandoné por unos segundos la mano de Seth para rodear a mis mejores amigos.

—Te quiero mucho Lynn, me asustaste mucho —sollozó Nid en mi hombro. Ray no hablaba, cosa rara para él pero al alejarnos dejó un beso en mi frente y murmuró un “te quiero” por lo bajo.

Miré a Seth y volví a apoyarme sentimentalmente en él.

—¿Nos vamos? —asintió con la cabeza y antes de despedirnos de mis amigos dejó un casto beso en mis labios— te quiero.

En el coche había silencio, el silencio que reflejaba el cansancio de todos estos días. Adler dormía en los asientos de atrás mientras llegabamos al apartamento de Seth.

—¿Cómo está tu hombro? —rompí el silencio.

—No hace falta que te preocupes por mí, nena —sonrió apoyando su mano en mi muslo mientras conducía con la otra.

Suspiré.

—Necesito pensar en otra cosa Seth, lo único que pasa constantemente por mi cabeza son los rostros de Brent y Aluuh y yo… —inspiré tragándome las lágrimas.

—Estoy mejor —me interrumpió y se lo agradecí en silencio—la bala apenas me rozó, se curará pronto.

—Me alegro —sonreí de verdad y miré por el retrovisor a Adler— ¿y cómo vas con el tema de tu padre?

Suspiró con pesadumbre él está vez.

—Me cuesta creerlo, no sé qué emoción siento ahora mismo. Mi padre está vivo —murmuró lentamente y una sonrisa empezó a aparecer en su rostro— no es mi culpa, no fue mi culpa porque está vivo —sonrió ampliamente.

—Te lo dije —canturreé rodeando la mano que aún se apoyaba en mi pierna con la mía— ¿puedes decirlo otra vez?

—¿Qué no fue mi culpa? —preguntó alzando una ceja.

AMOR Y PÓLVORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora