CAPÍTULO 27

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—¿Qué pasa Hundley? —se burló de mí empujando mi cuerpo hasta que caí al suelo— ¿tienes miedo? —me sacó la lengua burlón.

Mis lágrimas rodaban por mis mejillas asustada.

—¿Y esta niñata quiere ir al ejército? —carcajeó una voz de una niña.

—¡Voy a ir al ejército! —exclamé y entonces sentí como alguien agarraba mi pelo y ejercía fuerza hacia arriba.

—Pero mírate —se rió en mi cara manteniendo la suya a centímetros de mí— si estás llorando…

—Eres una cobarde —escuché otra voz ajena.

—¡Cobarde!

—¿Lynn? ¿Estás bien? —abrí los ojos con la respiración agitada.

El brazo de Seth rodeaba mi cintura compartiendo su calor corporal. Se apoyó sobre su codo para poder mirar mejor mi cara.

—Sí… solo una pesadilla tonta —sonreí— solía tener pesadillas cuando era una niña.

—¿Quieres hablar de ello? —me acarició el vientre por encima de su camiseta, la cual llevaba puerta.

Suspiré y miré su cara intrigada.

—Cuando era pequeña ya sabía que quería entrar en el ejército pero siempre fui una niña “débil” —hice comillas— quiero decir, nunca había sido fuerte físicamente ni mentalmente, y ya sabes como son los preadolescentes, se sienten fuertes haciendo sentir a otros débiles.

—¿Se… metían contigo? —asentí con una mueca.

—Me empujaban y se burlaban de mí. Yo lloraba porque era pequeña y no sabía ni porqué lo hacían —fruncí el ceño mientras hablaba— así que se metían más conmigo.

Me encogí de hombros aún echada con la espalda en el colchón.

—Vaya… —murmuró frunciendo el ceño.

—Pero… —sonreí levemente— mi padre me enseñó a pelear, me entrenó y empecé a ir a clases de judo. Nunca les pequé obviamente, no quería rebajarme a su nivel, pero quizás algún susto que implicara alguna llave de judo… —reí recordando.

Los labios de Seth se posaron en mi frente sorprendiéndome.

—Lo siento —le miré sin comprender— cuando ingresaste en el ejército soltaba unos comentarios no muy agradables… no sabía que habías pasado por eso.

—No te preocupes… —me interrumpió.

—No, en serio —me miró con determinación— ¿sabes qué no los decía en serio, verdad? Lo hacía porque habías llamado mi atención, aunque suene terriblemente ridículo.

Sonreí con los labios sellados tirando de su nuca para acercar su boca a la mí. Un beso lento y con cariño era lo que los dos necesitábamos en ese momento. Su mano acunó mi cara y con su pulgar acarició mi pómulo alterando mi pulso mientras la mía acariciaba el cabello de su nuca.

—Lo sé. Aunque sí, es terriblemente ridículo —los dos nos carcajeamos y él apoyó su frente en mi hombro haciéndome sonreír como una tonta.

Volvimos a dormir en una posición un tanto sofocante, ya que Seth estaba casi por completo encima de mí. Al día siguiente nos despertamos los dos acalorados por lo que decidí darme una ducha sin que Seth entrara conmigo, porque todos sabemos que pasaría… La tarde la pasamos entre charlas amenas y películas hasta que por la noche me acompañó a mi casa a por algo de ropa. Veinte minutos después ya estábamos en el coche camino al restaurante.

AMOR Y PÓLVORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora