CAPÍTULO 13

222 10 0
                                    

Ahora mismo, la palabra “nerviosa” es poca para definirme. Estaba a punto de llegar a la cafetería “Brickwood Coffee & Bread” donde Seth me había invitado a la cita. Que bien suena. Cita.

Ray me había acercado a la cafetería como favor para no tener que coger el autobús. Me despedí de mi mejor amigo con un enorme abrazo mientras él me deseaba suerte.

Entré a la cafetería con los nervios a flor de piel. Vestía unos pantalones de tiro alto vaqueros y un jersey de color grisáceo de cuello alto que combiné con un maquillaje natural, de mi día a día, y el cabello ondulado.

A lo lejos divisé a Seth pero un camarero se interpuso en mi camino.

—Hola señorita, ¿necesita algo? —me preguntó.

—No, tranquilo —le sonreí tranquila intentando mirar por encima de su hombro.

—En serio, déjeme guiarle a una mesa....

—No hace falta —dijo Seth con un tono un poco borde. 

Sonreí con disculpa hacia el camarero el cual solo quería ser amable.

—Has sido un borde —le espeté.

—Te estaba comiendo con los ojos —replicó.

—Estaba siendo amable —repliqué también.

—Te estaba comiendo con los ojos —repitió.

Tenía ganas de decirle que a él eso no le incumbía, pero para que mentir, algo está creciendo entre nosotros.

—Dejémoslo. ¿Qué tal? —sonreí mientras desplazaba mi silla hacia atrás— gracias Seth.

—¿Qué tal? —se rió de mi pregunta y se sentó en la silla que se situaba delante de mí— mejor desde que te he visto.

Me guiñó el ojo y me sonrojé levemente.

—Idiota —intenté pegarle con mi mano en su brazo pero me lo agarró rápidamente y me acercó a él sin darme tiempo a actuar y me besó cortamente— idiota —repetí aún más roja.

Soltó una carcajada mientras su mano que agarraba mi muñeca bajaba a mis dedos entrelazándolos con los suyos y colocando ambas manos encima de la mesa.

—¿Y tú qué tal todo? —sonrió hacia mí. 

—Bastante bien, he estado pensando en sacarme pronto el carnet ya que no puedo estar pendiente de que Ray o Nidia me lleven de un lado para otro, además ahora que tienen los dos pareja es más complicado. Aunque Ray siempre tuvo “pareja” casi desde que lo conozco —me reí— también podría pedirle a Jandiara que me acerqué al cuartel de momento, ahora que está con Nidia… y… creo que estoy hablando demasiado.

Solté una risa mientras me avergonzaba.

—Tranquila, no me molesta; es más, me encanta. Además puedo llevarte yo a los entrenamientos —sonrió con los labios sellados— nunca me había fijado en lo mucho que hablas.

—Eso es porque siempre que hablamos, discutimos o…

—O nos besamos —sonreí sonrojada llevando un mechón de mi pelo detrás de mi oreja— nunca hemos tenido una conversación de verdad.

—Cierto… —murmuré— así que… ¿quién eres Seth Duncan?

—Soy Seth Adam Duncan, un chico que soñaba en grande cuando era pequeño y que se conforma con poco cuando ya es mayor —suspiró sonriendo dejándome confundida pero fascinada.

—Que bonito —susurré— a veces me sorprendes Seth.

—Y te sorprenderé por más tiempo nena —se rió— ¿y tú quién eres?

—Soy Lynn Anne Hundley, una chica común, un poco insegura a decir verdad, creo que soy responsable y social y además un poco sensible —dije mientras una sonrisa intentaba colarse entre mis labios.

—¿Sensible? —encarnó una ceja.

—Sí, quiero decir soy de esas personas que “lloran por todo”, quiero decir, si veo una película emotiva lloro, si leo un libro emotivo lloro, y si muere un cachorrito en una película o libro prepárate para un tsunami —nos reímos los dos— más que sensible, quizás la palabra correcta es emotiva, me gusta emocionarme... y me estoy yendo de la lengua de nuevo… —me reí— ¿cuales son tus gusto?

—Ahora mismo besarte —miró mis labios mientras pasaba su lengua por su labio inferior.

—Nadie te lo impide —sonreí levemente deseando que me besara. Se levantó y por encima de la mesa rozó sus labios con los míos.

—Eres muy interesante Lynn —me sonrió Seth— ¿recuerdas que tenía que contarte algo?

Asentí.

—Mi madre… Yardley Duncan —empezó a contarme— ha venido a visitarme. Actualmente vive en Wexford, Irlanda y llegó ayer a Londres. Le he dicho que eras mi novia.

—¿¡Qué!?  ¿Por qué le has dicho eso a tu madre? —exclamé con el ceño fruncido empezando a cabrearme.

—No le conoces Lynn, esa mujer… —se llevó la mano a su boca exasperado— mi madre me odia.

—¿Qué? —cuestioné confusa.

—Cuando mataron a mi padre —empezó a explicar fijando sus ojos en la mesa. Le sostuve su mano para brindarle mi apoyo— mi madre cayó en una depresión, empezó a beber y a insultarme. Ya no era mi propia culpa la que me carcomía ya que ella también me culpaba por la muerte de mi padre. Me gritaba y me echaba en cara que había matado a su marido.

Apreté su mano disgustada.

—Cuando decidí alistarme en el ejército —continuó— mi madre creyó conveniente alejarse de mí ya que conmigo cerca ella bebía y bebía hasta la inconsciencia. Por ello se mudó y empezó su nuevo vida lejos del alcohol y cerca de las comodidades mientras su hijo se mataba entrenando en solitario.

—Seth…

—Pero no la culpo, ¿sabes? —se carcajeó obviamente sin gracia.

—No fue tu culpa, no es tu culpa —declaré.

—Ojalá pudiera creerte, pero en cuanto cierro los ojos una imagen de mis padres juntos cruza mi mente haciéndome sentir culpable— cerró los ojos con fuerza y cuando los abrió pude ver atisbos de tristeza, de tener el alma rota y de soledad.

—Sabes que no estás solo ahora, ¿verdad? —cuestioné y sonrió tristemente.

—Es por ello que le dije a mi madre que tenía novia. Esa mujer quiere verme infeliz y solitario mientras me arrepiento de lo que causé y a pesar de la culpabilidad, no pude evitar pensar que quizás no me merezco esto —me miró con una mueca de confusión.

—Claro que no te lo mereces. Seth mereces ser feliz y tener a alguien a tu lado que te recuerde que no tienes la culpa y te quite ese sentimiento de tristeza que aflora en tu interior —insistí.

—Gracias Lynn —me acarició la mano con su pulgar mientras refregaba su otra mano contra sus ojos.

—¿Cuándo se va tu madre? 

—En una semana, se marcha el día 27, ¿por? —preguntó.

—Está bien, me haré pasar por tu novia hasta que tu madre se vaya —se le iluminó la mirada— no me gustan las mentiras, pero lo haré.

—No quiero obligarte a hacerlo —replicó.

—No me obligas. Quiero hacerlo —le sonreí— novio.

—Gracias, novia.

AMOR Y PÓLVORAOnde histórias criam vida. Descubra agora