CAPÍTULO 17

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—¿Estás nerviosa? —me preguntó Jandiara la cual se encontraba en nuestra casa sentada al lado de Nidia en la mesa de la sala de estar.

—¿Tú qué crees? —le respondió Nidia mientras yo iba de una lado para otro intentando encontrar mis guantes para la nieve— no ha parado desde antes de ayer cuando llegó a casa. Ni siquiera se ha molestado en abrir uno de los regalos que le dí.

—No necesito abrirlo porque sé perfectamente que es —contesté saliendo hacia mi cuarto y volviendo a entrar en unos segundos— no hace falta conocerte mucho para saber que me has regalado unos preservativos.

—¿Qué? —preguntó ante mi mirada acusadora— ¿vas a pasar unos días con el pivón de Seth en una cabaña y me vas a decir que no vais a tener sexo?

Jandiara le miró entrecerrando los ojos por definir a Seth como lo acababa de hacer. Observé cómo Nidia colocaba su mano en el muslo de la chica de pelo corto.

—No quiero pensar en eso —respondí con los guantes en mano entrando en habitación para meterlos en la maleta y exclamé para que me escucharan— no es un tema que me preocupe.

Cerré la pequeña maleta que iba a llevar conmigo.

—¿Creeis que le gustará mi regalo? —pregunté nerviosa— no quise comprar nada escandaloso porque nos conocemos desde hace poco y ni siquiera estamos saliendo realmente… pero igual es un poco cursi.

Sostuve en mi mano el colgante con una placa plateada que detrás tenía escrita la frase:

“Un chico que soñaba en grande y que se conforma con poco”

Una de las tantas frases del chico que se quedaron marcadas en mi mente.

Lo guardé de nuevo y oí el timbre sonar.

—¡Ahí está tu chico! —exclamó Nid haciéndome sonrojar.

—¡No es mi chico! —mi amiga se levantó para abrir la puerta del portal a través del telefonillo.

Jandiara se rió en su sitio.

—Tranquila Lynn, yo me encargo de esta loca —se movió rápidamente hacia Nidia levantándola con facilidad por la cintura.

—¡Ey! —se removió mi mejor amiga intentando soltarse de mi otra amiga pero sin éxito.

Cuando iba a gritarles un “adiós” ví como Jandiara la dejaba en el suelo en la puerta de una de las habitaciones y sin dejarle que reclamara la besó empujándola hacia adentro.

Sonreí brevemente cuando la puerta principal sonó alarmándome. Brinqué en mi lugar nerviosa y con un suspiro decidí abrir.
Seth estaba tan guapo como siempre. Vestía una camiseta básica de color  blanco, unos vaqueros regular y una cazadora motera negra que le hacía muy sexy. Además llevaba un gorro de lana de color negro que escondía su pelo y le daba un toque tierno.

—Hola —saludó.

—Hola —sonreí y me aparté ligeramente— pasa.

Entró dando un vistazo completo a mi casa, más bien a mi sala de estar.

—Voy a por mi maleta y enseguida vuelvo —entré en mi habitación tomando unos segundos para respirar intentando tranquilizarme.

Salí con mi maleta roja en la mano hacia la sala de estar viendo a Seth observar algo.

—¿Eres tú? —me pregunté y me acerqué rápidamente.

Tenía en la mano una foto de mí y Nidia cuando teníamos quince años. Mis mejillas se tornaron un poco rojas al ver su boca reprimiendo una sonrisa.

—¡Deja eso! —intenté quitárselo pero levantó su mano por encima de su cabeza.

—Eras muy tierna —se burló de mí. Mis mejillas se sonrojaron aún más.

—No seas crío Seth —me crucé de brazos mirándolo con una ceja levantada.

—No te enfades nena —hizo un puchero e intenté mantener mi expresión seria pero fallé en el intento cuando el chico dejó la foto y agarró mi maleta dejando un beso en mi mejilla— ¿nos vamos?

Asentí con la cabeza gritando un adiós en general a mis dos amigas que obviamente no me contestaron.

Prefiero no saber qué hacían.

El coche de Seth nos esperaba fuera de mi edificio. A través de la ventana distinguí a Yardley en el asiento trasero con su móvil en mano. Abrí la puerta del copiloto y me senté saludando a la madre de Seth con un tímido “Hola”. Ella me respondió con un “Hola Lindsey” y rodé los ojos intentando aparentar normalidad.

El viaje hasta el aeropuerto fue un poco incómodo sobre todo cuando Seth posó su mano en mi muslo ya que pude advertir a través del espejo retrovisor una mueca de inconformidad en la cara de Yardley.
El resto del viaje lo pasé mirando por la ventanilla deseando llegar ya y poder estar un rato a solas con el chico de ojos grisáceos.

AMOR Y PÓLVORAWhere stories live. Discover now