CAPÍTULO 31

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—Así que… ¿eres novia de mi hijo? —me preguntó y negué con la cabeza para luego afirmar y volver a negar por última vez.

—Es complicado —sonreí recordando sus últimas palabras— de todas formas nos buscará, lo sé. Estoy segura de que está bien y me buscará y podremos salir de
aquí.

—Espero que estés en lo correcto —asintió— ¿sigue… sigue pintando?

—Sí, creo que sí —asentí con la cabeza de nuevo— no como antes tengo entendido —suspiré— desde que usted, quiero decir, desde que dijeron que habías muerto, Seth es más conservador, la pintura es algo íntimo para él o así me dijo cuando me confesó el secreto.

—Ya veo… he sido un padre nefasto para Seth. Tendría que haberle dejado hacer lo que quería en vez de obligarle —restregó su mano por sus ojos con pesadumbre.

—Lo hizo porque se sentía culpable —confesé— de su muerte.

—Que chico más tonto —sonrió tristemente.

Oímos ruidos a fuera y unas voces y pasos acercándose. Mi respiración se empezó a acelerar y a volverse irregular.

—Relájate —ordenó— mantén la calma en todo momento.

Cerré los ojos para relajar mi ritmo cardiaco controlando mi respiración y los volví a abrir cuando abrieron la puerta. Entró un hombre acompañado de un niño. Me sorprendí al ver que era Aluuh, el niño que había curado y su padre. Aluuh me miró con cara de culpabilidad y murmuró un lo siento con los labios. Su padre hizo caso omiso al niño y caminó hasta que quedar en frente de mi cara. Miré a sus ojos y aguanté la respiración con miedo pero intentando disimularlo.

—Aluuh, las medicinas—su voz era grave y dura cuando se dirigió al niño que corrió afuera de la habitación. Dirigió de nuevo su vista a mí— curarás a mis hombres. No curarás a mi hijo.

Respiré cuando se alejó de mí y mordí mi labio con fuerza pensando en el pobre niño obligado a servir a su padre. Con esas palabras me dejó aún más claro que le pegaba. Aluuh volvió a entrar en el cuarto dejando en frente de mí varias cajas con fármacos y medicamentos y material como jeringas, guantes y mascarillas. Cuando el hombre salió de la habitación, el niño esperó un par de minutos.

—¿Cómo estás Aluuh? —le preguntó Adler agachándose a su altura. Aluuh no le contestó pero por el contrario me miró.

—Lo siento mucho, Lynn —sus ojos se llenaron de lágrimas e hizo que mi corazón se apretara.

—No tienes la culpa —declaré— ¿cómo tienes la mano?

La escondió detrás de su espalda rápidamente y Adler suspiró.

—¿Te ha hecho daño otra vez verdad? —agarró con delicadeza el brazo de Aluuh para poder mostrarme la herida nuevamente abierta.

—Puedo curarla otra vez —negó frenéticamente.

—Mi padre lo volverá a hacer.

—Y cada vez es peor —volvió a hablar Adler levantándose.

—¡Aluuh! —escuchamos un grito escalofriante que nos sobresaltó a todos.

—Me tengo que ir —se despidió de manera rápida y salió por la puerta como un cohete.

—Odio ver lo que le hace ese hombre a su hijo —murmuré.

—Lo sé, conozco a Aluuh desde que nació y sus heridas cada vez van a peor, lo acabará matando —se le iluminó la cara por un momento recordándome a Seth. Se parecían un montón— a no ser que si te vienen a rescatar nos lo llevemos.

—Espero que así sea.

La habitación era bastante pequeña y no había mucho que hacer así que estuve viendo como Adler trabajaba construyendo munición, balas de acero, pero veinte minutos después me aburrí.

—¿Haces eso todo el día? —le pregunté.

—La mayor parte del tiempo. En diez minutos traerán la cena —contestó concentrado.

Diez minutos después, la puerta se abrió con Aluuh y una bandeja con dos platos de Arroz con piña, bacon y pasas. Comimos en silencio cada uno en sus propios pensamientos. Me permití pensar en mis compañeros. Espero que estén bien y que hayan podido salir de esa catástrofe y recé porque Seth estuviera vivo, al igual que Brent.

Analicé mi alrededor intentando buscar una vía de salida pero no había más que la puerta. Espero que estén bien y espero que nos encuentren pronto. Un ruidoso golpe de alguien abriendo la puerta bruscamente interrumpió nuestra comida. Entraron dos hombres con un tercero extendido en una camilla con la pierna destrozada y desmayado. Detrás de ellos volvió el padre de Aluuh el cual me miró fijamente.

—Cúralo.

Me levanté deprisa tras unos segundos de analizar la situación. Le tomé el pulso, la fiebre y la respiración por si las dudas rápidamente. No podía analizar su presión en sangre porque no tenía el instrumental necesario lo que me limitaba la actuación.

—Tendré que amputarle la pierna, está demasiado destrozada —anuncié agarrando una sierra oscilante. No hay anestesia tampoco así que con una breve respiración nerviosa comencé el proceso. Primero ligué la arteria y las venas, para prevenir una hemorragia y tras eso los músculos y el hueso fueron cortados por completo. Le vendé la pierna secando el sudor que caía por mi frente— ya está.

—Buen trabajo —me susurró Adler.

El padre de Aluuh, me guió hasta la puerta de al lado de la habitación donde había un cuarto de baño. Me lavé a conciencia las manos para quitar la sangre del hombre amputado.

AMOR Y PÓLVORAWhere stories live. Discover now