18. Templanza o temperamento.

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Sonreí, su erección, estaba justo enfrente mío.

¿Alastor pidiéndome sexo oral? Algo debía haber en su cabeza de refinado para sucederle eso, y la reunión de ayer fijo era el detonante.
Besé la punta, y me dispuse, a metérmela en la boca, despacio, ante su mirada depravada.
-Oh...si...cariño...
Saboreé su sabor, era salado, pero con toques picantes, por la comida sureña que él comía.
Se le iban marcando las venas, iba adquiriendo dureza, y Alastor empezó a moverse, en mi boca.

Me sujetó por la cabeza, acariciando mi pelo.

-Ah...Eres...exquisita...querida...-Me tomó por el mentón- Mírame, querida.
Lo miré, con cara de inocente, sabía que eso lo pondría a mil.
-Cielo...estuviste magnífica ayer...sigue, no te detengas...
Empezó a moverse en mi boca, primero despacio, pero luego empezó a acelerar el ritmo, intenté relajar mi garganta, y respirar por la nariz, pero el muy cabrón no me dejaba ni respirar, me tomó por la cabeza, sin soltarme, me estaba ahogando, pero le daba igual, estaba follándome la boca de una manera salvaje, por fin, me soltó, y pude tomar aire.

-¿¿¿Qué coño le pasa, maestro???- Estaba irritada, eso no era necesario.

Me tomó del cabello, salvajemente, y me besó, le daba igual si tenía de lo suyo en la boca. Parecía otro. Lo del Overlord se le estaba yendo de las manos.
-¿Qué te dije de decir palabrotas? ¡Voy a tener que castigarte!

No pude evitar reírme, ese rol, de "voy a castigarte por niña mala" me apasionaba, esa idea, era bestial, y más con el como maestro.
Me di la vuelta, me puso a cuatro patas y me bajó la ropa. Creí, que iba a darme unos azotes con el cinturón suyo, para luego ir a lo duro.
Pero no. Aquel bastardo hijo del infierno tenía algo distinto en mente.
Ya lo creo que si lo tenía.
Nunca creí que fuera capaz.
Pero si lo hizo.
Y vaya si lo hizo.
Me dispuse, juguetona, esperando a la primera cachetada, pero no llegó. Lo que si llegó, fue una presión horrenda, que se abría paso a través de mi trasero.
-¡¡Ey!! ¡¡¡Qué se cree que está haciendo!!! ¡¡Sáquela de ahí!!!- Me revolví, para zafarme, pero me presionó contra la cama, por el cuello, con fuerza.

-Relájate, querida. No grites. Van a pensar que estoy matando, cariño- Hacia más presión.
-No, no, ¡¡Sacála de ahí, Mr. A!!- Me dolía como e infierno, hacía más presión, metiéndola toda, me ardía totalmente, cuando iba metiéndola entera, poco a poco, era horrendo.

Se apegó a mí, cuando empezó a bombear. Se puso justo detrás de mi cuello.
-Querida...guarda silencio, cariño. Sólo dolerá un poco...te lo aseguro...-lamió mi cuello, hundiendo sus dientes afilados, mientras empezaba a moverse más deprisa, no pude más y grité.
-¡¡Ahh!!- Me silenció con su mano.
-Silencio, relájate de una vez. Te gustará.


Empezó a bombear con fuerza, No quiero admitirlo, delante de él ni de nadie, y no lo haré, pero fue bestial, dolía, sí, mucho. Pero luego se fue convirtiendo en una fuerza que me hacía dar vueltas la cabeza y me aceleraba el corazón. Estuvo con un ritmo frenético al menos media hora, no sé de donde sacaba las fuerzas, pero seguía.

Yo ya estaba dilatada, pero el dolor del principio seguía, ya no me quejaba, gemía, pero no quería decir nada. De repente, sentí el orgasmo mío, de una manera que casi me mata. Se me aceleró el pulso, agarré las sábanas, y ahogué mis gemidos, mientras temblaba mi cuerpo por todo el ajetreo. Pero el muy cabrón se dio ceuenta, mirando en mi mente.

-¿Te viniste, verdad? Sabía que te gustaría- me tomó por el cabello, lamiendo mi sudor- Espera al mío, Evy.

Con mi corazón latiendo a mil, sudando como una bestia, con Alastor en mi mente, diciéndome guarradas, embistió de forma animal, con unas cuantas estocadas más, se vino dentro de mí, noté la calidez de su orgasmo en mi interior. Mordió mi hombro, arañó mi espalda salvajemente, para lamer mis heridas, que me escocían cosa mala.

El Maestro.Where stories live. Discover now