Uniendo Puentes

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Eve se puso sobre mí, al ritmo de la música. No esperaba que fuera tan repentina, no me dio tiempo a prepararme, sencillamente me montó de forma salvaje, y no me dio tiempo ni a tomar aire. Sencillamente se puso, y empezó a moverse.

-Oh, Evy...sigue por favor, lo estás haciendo muy bien...

Se movía como una locomotora, no sé de dónde sacaba la fuerza, con todo lo que había pasado, para moverse así, yo estaría rendido, pero ella seguía sin parar. No me daba tregua.

-Oh si...Harold...Harold...

-Eso, di mi nombre, preciosa...me encanta cuando dices mi nombre...

Me ponía a mil cuando decía mi nombre siempre que lo hacíamos, por dos razones; la primera, porque era excitante verla rogar más, era la chica dura del infierno, no le temía ni a Satanás, ni al demonio radio; la segunda, porque le había levantado la novia a Alastor ante todo el infierno.

La rapidez de sus movimientos, el ambiente, la noche, hacían que me acercara a mi orgasmo.

-Evy...me queda poco...sigue...

Hundí mis garras en sus muslos, animándola a seguir, pasé mis manos por su espalda, haciendo círculos, surcando sus cicatrices con las yemas de mis dedos, adoraba esas cicatrices, la hacían más dura, curtida, y le daban un toque sexy. Me fijé en el negro de su brazo, era hermoso, le llegaba hasta la mano. Era hermosa de pies a cabeza. Ella gimió, al sentir mis dedos en su espalda, esa era su zona erógena.

-Ah...sabes que me gusta que me acaricies la espalda, Harold- Dijo entre jadeos.

-Claro que lo sé, cielo, sé más de ti, de lo que crees. Me fijo en ti, más de lo que piensas- La besé en la mejilla.

Eso hizo que acelerara el ritmo, hasta terminar ella en un orgasmo. Cuando lo hacía, temblaba, suspiraba, y se apoyaba en mi hombro, no quería verme la cara. Así de tímida es mi Evy. Tan fuerte por fuera, tan suave por dentro. Tan dulce, tan tierna. Charlie era tierna, pero le faltaba ese toque, de rebeldía, de chica mala, que tiene Evy. Un toque picante, en lo dulce, ése era el secreto de Evy: su equilibrio.

No lo soporte más, y al notar su orgasmo temblando a través de mí, fue suficiente para hacer que me viniera.

- ¡Oh, sí, Evy, hazme tuyo! - Grité con todas mis fuerzas, aprovechando la música.

Alcé mis caderas, para entrar más hondo en su interior. Me derramé en ella. Mi esencia la inundó por completo.

-Por Satanás, Evy, eres la mejor...-Dije reponiéndome, aproveché para tomar un trago, y darle algo también a ella.

Respiraba agitado, tratando de reponerme, cuando la vi que se movía.

- ¿De nuevo, Evelyn? - Sonreí maliciosamente.

- ¿De nuevo, Evelyn? - Sonreí maliciosamente

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El Maestro.Where stories live. Discover now