37. Family tree.

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Durante las siguientes semanas, mi trabajo sólo fue permanecer en casa.

Aún recuerdo cuando Harold me llevó a la casa nueva, que había comprado para nosotros.

-¡¡Harold!! ¡Es preciosa! ¿Cuándo pensabas decírmelo?

- Era una sorpresa, ven.

Me tomó en brazos, y me metió adentro, fui con el mirando las habitaciones. La del bebé era preciosa: se había esmerado bien con la decoración.

- ¡Es preciosa, Harold!

- Me alegro de que te guste- Me besó cortamente.

- Bien, cariño, si me disculpas, he de irme, a trabajar.

- ¿Y yo que hago? - Lo miré

- Buena pregunta...Tengo a Helsa conmigo, si quieres ve a palacio.

- Estupendo, en un rato iré.

-Ten cuidado, ¿Eh?

Se fue y me dejó sola. Ese día lo pasé en palacio, junto a mi padre, y la reina, mi madre.

- Bueno, fierecilla, me alegro de verte de nuevo aquí. Verás. Tu madre insiste, en que la acompañes a la biblioteca, hay mucho que hacer allí.

- Evelyn Magne a su servicio.

Entré a la biblioteca,

- Evelyn, qué agradable sorpresa- Dijo la reina.

- Me pediste que viniera y aquí estoy.

La reina se levantó, y me señaló las estanterías.

- ¿Ves todo esto? Todo este saber, está perdiéndose. Todo desordenado, todo lleno de polvo, esto, podría valernos, ya lo hizo para saber tu origen, ¿Entiendes?

- Ajá.

-Bien, serás la bibliotecaria del infierno. Ahora, te dejo sola, Evelyn, mi hija Charlie me requiere.

- Entendido.

- Por cierto, Evelyn.

- ¿Sí, alteza?

- ¿Cómo llevas el embarazo?

- Bien, todo bien, majestad.

- Me alegro. Cuídate. Aquí estarás a Salvo.

- Gracias- Respondí sonriente.

Todo el día, lo pasé en la biblioteca, primero, limpiando el polvo. Estaba todo polvoriento, era terrible. Tuve que abrir las ventanas.

Me vibró el teléfono.

- ¿Qué tal, cielo?

- Bien, todo bien, cariño- Le envié una foto donde salía yo con las estanterías de fondo.

- "Todo está polvoriento. Soy la bibliotecaria del infierno"- Añadí al pie de foto.

- Esa es mi chica. Tengo que volver al trabajo, me requieren, luego nos vemos mi vida.

Seguí con el trabajo, ordenando libros, algunos eran pesados y tuve que hacerlo con magia.

A media mañana, me senté a tomarme el café. Abrí uno de los libros, sólo me sacó de mi trance, el sonido de unos pasos aproximándose.

- Buenos días, Centinela.

Levanté la vista. Era él.

- Buenos días, maestro Alastor, ¿Qué se le ofrece?

- Oh, nada en especial, querida, sólo me pasaba para interesarme por tu estado, no me olvido de mi alumna estrella- Sonreía como siempre.

- Fui su única alumna- Le devolví la sonrisa.

El Maestro.Where stories live. Discover now