Enamorados

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Después de eso, las cosas comenzaron a ser más fáciles y felices que nunca. Harry era simplemente perfecto; sonreía, siempre le dejaba ganar las peleas, le cocinaba, cantaba canciones estúpidas del Top 40 con él, lo besaba de forma tierna en las mañanas y profundamente en las noches.

Pero había algo más, algo que era suyo, como la forma en la que cabían en el sillón, Louis sobre el regazo de Harry; o en la cama, Louis cubriendo el cuerpo de Harry; o la forma en que Harry era cálido pero nunca tanto como para hacerlo sudar; o cómo sus caricias eran suaves cuando debían serlo, pero fuertes y demandantes otras veces.

Harry esperó tres meses hasta el celo de Louis, y cuando se estaba acercando la fecha, le preguntó delicadamente, asustado por la respuesta.

- ¿Puedo... podemos emparejarnos? – Louis lo miró. Hablaba en serio, pero incluso después de los perfectos últimos meses con días encantadores, no estaba seguro de cómo se sentía Louis. Tenía sus motivos para dudar, porque Louis nunca le dijo te amo. Estaba esperando el momento indicado, y éste lo era.

- Harry, mírame. – lo hizo – Te amo. Estoy enamorado de ti y quiero ser tu pareja.

Eso se sintió como romper alguna especie de máscara, porque sus ojos estuvieron rojos y húmedos en segundos y su labio inferior temblaba. Louis llevó una mano a su mejilla, secando las lágrimas que caían de los ojos verdes.

- Oh Dios, dime que no estás mintiendo. No seas cruel, porque si estoy a punto de morderte y tú... - Louis lo besó y se sentó en su regazo (Jesús, tenía un fetiche por la diferencia de tamaño), acariciando la espalda de Harry (uno de sus tantos puntos débiles, Louis estaba trabajando en encontrarlos todos) y haciéndolo gemir. Toda la tristeza y las inseguridades se desvanecieron.

- Genial. Estuve esperando esto desde que tengo tres. – Louis le sonrió.

- Lo sé.

El día iba bien. Louis se despertó solo porque Harry tenía clases temprano y él debía ir a trabajar,

pero como todos los días, en la cocina había una taza caliente de café y una porción de una de las nuevas recetas de tortas de Harry esperándolo. Ahora estaba gordo, pero a Harry le gustaba llamarlo "sano" y decía cosas como "al fin regresaron tus muslos", "mira tus brazos, Dios, los amo" o su favorita "las cosas que podría hacerle a esta – palmada en el trasero – cosa preciosa ahora que está de vuelta". Harry era atrevido, muy atrevido, pero ahora tenía la libertad de serlo.

Se fue al trabajo, pero sólo soportó hasta el descanso para el almuerzo antes de sentir un hormigueo en la piel.

- Mierda, no puedo creerlo. – hizo un increíble papel de enfermo, convincente gracias a su mejillas coloradas y su transpiración, y se fue.

Una vez llegado a casa, tomó una ducha para quitarse de encima todos los neutralizadores. Quería que Harry lo deseara, lo oliera y se volviera loco. Pero la primera oleada estaba a la vuelta de la esquina y necesitaba a Harry. Lo llamó, sabiendo que estaba en clase pero que atendería de todas formas.

- ¿Lou? ¿Está todo b...? Estás en celo. – le tomó un segundo. Sólo escuchando la respiración forzada de Louis ya estaba duro. – Rayos, estoy en camino. Cinco minutos.

Le tomó cerca de quince minutos, pero a Louis no le importó. Estaba muy ocupado tratando de evitar meterse los dedos o frotarse contra las sábanas. Apenas Harry puso un pie en la casa, Louis perdió el control, su esencia golpeándolo tan fuerte que enloqueció por primera vez en años. Él siempre estaba en control de su cuerpo, pero ahora estaba hecho un desastre sobre la cama, al borde de las lágrimas, tratando de quitarse la ropa pero fallando porque todo estaba en llamas; todo olía a Harry. Harry estaba allí. Hola, Harry.

The Dumbest MistakeWhere stories live. Discover now