Leah

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Cuatro días más tarde, Louis se despertó acalorado y caliente; necesitaba a su alfa. Necesitaba un nudo en ese mismo instante; era lo único en lo que podía pensar.

- Harry. Harry, despierta.

- Lou, son las cuatro de la mañana. ¿Qué nec... Oh mi Dios, hueles tan bien, demonios. Te ayudaré, te ayudaré.

- No me ayudes, fóllame. Tu nudo. Por favor, por favor, por favor, Harry, anúdame...

- Lo haré. Claro que lo haré, cariño.

Harry siempre dormía desnudo. Tomó la ropa interior empapada de Louis sintiéndose abrumado por su esencia, tan dulce, tan enloquecedora. Eso lo tuvo gruñendo en segundos, listo para anudarlo, tomarlo y reclamarlo como suyo, su omega, de nadie más.

- Ven, abre tus piernas para mí, amor. – Louis estaba arañando su espalda y su pecho, gimoteando.

- Anúdame, por favor, por favor...

- Sshhh, está bien. – Harry abrió sus piernas y acarició sus muslos, metiendo un dedo con facilidad, luego un segundo, moviéndolos y besando su cuello, pecho y estómago. Un dedo más tarde, Harry ya podía sentirse listo, Louis también mojándose.

- Ahora, solo... adentro, ahora, por favor, por favor, por favor... - su respiración se había tornado pesada, temblando y gimiendo, listo para su alfa.

- De acuerdo, de acuerdo, amor. – Harry se hundió en Louis, manteniéndose tan profundo como pudo y esperando. Cuando Louis abrió los ojos, comenzó a moverse lentamente, sintiéndose envuelto en Louis. Louis estaba siempre tan apretado para él. – Mmm... te sientes tan bien. Vas a estar tan lleno... lleno de mis bebés. – Louis gimió y comenzó a moverse para encontrarse con las estocadas de Harry a medio camino, enloquecido por la esencia del alfa y el celo; se estaba quemando, estaba muriendo.

- Te amo, te amo tanto... - dijo, viniéndose sobre su pecho y el de Harry. El menor le sonrió, moviéndose más rápido y profundo.

- También te amo. – y ahora Louis sonreía, moviendo sus piernas para apretar su interior y hacer a Harry gruñir y correrse de pronto, su nudo hinchándose y sus dientes hundiéndose en el hombro

de Louis.

- Demonios, nunca habías hecho eso. – dijo una vez que su respiración se normalizo.

- Lo estaba guardando para esta ocasión. – guiñó. – Jesús, juro que cada vez te vuelves más grande. – Harry rió.

- No lo creo, pero supongo que éste durará un buen rato. – se movió, haciendo a Louis gritar por la sensibilidad. – Te ves hermoso.

- Gracias, cielo. Te amo.

- También te amo.

Una vez su celo había terminado, Louis estaba exhausto y se durmió en el sofá, esperando a que Harry volviera del trabajo.

Cuando lo hizo, casi se desmaya.

- Louis. Lou, despierta. Despierta.

- Mmm ¿qué? ¿Qué?

- Hueles a embarazo.

- ¿Uh?

- Hueles a embarazo. Estás embarazado. ¡Oh mi Dios, estás embarazado! – Harry estaba gritando, riendo, saltando en todos lados con un adormilado Louis en sus brazos, oliendo su cuello y mordiéndolo juguetonamente, besando sus mejillas y sonriendo como nunca antes. Louis podía sentir lo que él sentía: emoción, felicidad, amor.

- ¡Estoy tan feliz, Louis! Tan feliz, ¡no puedo creerlo! Pensé que aún tomabas los supresores, ¡no me lo dijiste!

- Sí, quería que fuese una sorpresa. No pensé que fuera a quedar embarazado tan pronto. – estaban sentados nuevamente, Harry abrazándolo cerca, desprendiendo aroma a Harry y restaurant.

- ¡Vaya sorpresa! Gracias, Lou. Tú me haces el hombre más feliz sobre la tierra.

- Yo también estoy feliz. El segundo hombre más feliz sobre la tierra.

Tres meses más tarde, Louis ya comenzaba a notarse embarazado, y Harry lo arrastraba a todos lados para poder mostrarlo frente a todos.

- Amor, se está volviendo molesto. Deja de arrastrarme a la casa de nuestros amigos.

- ¡Pero te ves tan bien, bebé! Tu barriga es tan hermosa, y yo estoy tan feliz que quiero compartirlo con todos ellos. – hizo un puchero y Louis suspiró, felizmente envuelto en los brazos de su alfa.

- De acuerdo, pero estoy engordando, y tengo antojo de algo...

- ¿Qué quieres?

- Torta de pistacho.

- ¡¿Qué?!

- Si no me consigues torta de pistacho, nuestra hija o hijo nacerá con cara de pistacho.

- Oh, cielos, de acuerdo, de acuerdo. Ahora te la traigo. Tienes los antojos más raros de la historia.

- Mejor que pizza con chocolate y helado.

- Ugh, ni siquiera me lo recuerdes.

Louis ya tenía ocho meses de embarazo y se sentía tan hinchado. Grande, como si se hubiera tragado una sandía entera. O dos. Y estaba pesado, cada paso era una guerra, ya quería dar a luz a Leah. Estaba sana y lista para venir al mundo. Los doctores decían que Louis probablemente no llegaría al día en que tenían planeada la cesárea. Ella no se parecía en nada a Lucas; era calmada y amaba cuando le hablaban o le ponían música.

- ¡Hola, Louis! – beso. - ¡Hola, Leah! – beso en la barriga. Louis dejó escapar una risita y Leah pateó suavemente. Siempre estaba despierta, esperando a su padre. - ¿Cómo estuvo hoy?

- Tranquila, como siempre. El mejor bebé del mundo.

- No puedo esperar para verla. – otro beso en la barriga. Harry le sonrió a Louis con cariño, como cada día cuando volvía del trabajo. Louis ya no podía trabajar porque estaba grande, pesado y gordo. – Nunca vi a nadie tan increíble en mi vida. – Louis se sonrojó.

- Cállate, cursi.

- Te amo. A ti también, Leah.

- Y nosotros te amamos a ti.

Sólo dos semanas más tarde, Louis se despertó en el medio de la noche con un terrible dolor en el estómago.

- Oh, mierda. Algo está mal. ¡Harry! ¡Harry! Oh, mierda, Leah, bebé, estás bien, estarás bien. ¡Harry!

- ¡¿Qué?! ¡¿Qué ocurre cariño?!

- No lo sé, duele mucho. Demasiado, llévame al hospital. ¡Ahora, Harry! Y toma el bolso del bebé por si acaso, ¡oh, mierda! – llevó sus manos a su barriga, acariciándola y tratando de no pensar en todas las posibilidades. Leah estaba pateando como loca. – Estarás bien, bebé, lo prometo. – dijo, llorando y esperando. No la perdería.

Y no lo hizo. Leah estaba inquieta cuando llegaron, pero ahora estaba bien, en una incubadora. Era tan pequeña y colorada, pero era el bebé más precioso que Louis haya visto.

Dos días más tarde, Louis pudo tenerla en sus brazos por primera vez. Sintió algo diferente. Era como un tirón en su corazón, un lazo surgiendo entre su corazón y el de su bebé, pero no fue lo

que sintió con Harry. Quería criarla, estar para ella, ser su padre. Entonces lloró, con Harry sosteniéndolo a él y con su bebé en brazos, porque ahora que ella estaba con ellos, él se perdonó a sí mismo por Harry. Porque finalmente entendió que era un estilo de amor diferente. Estaba aliviado.

De ahí en adelante, estuvo feliz porque lo tenía todo.

Tenía a Lucas y a Laila, a Liam y a Zayn, a Niall y a Josh; tenía a su madre y a Anne, a Lottie, a Fizzy y a las gemelas. Tenía a Harry, y tenía a Leah.

Tenía todo lo que siempre había querido por un estúpido error: una puerta abierta.

The Dumbest MistakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora