Lazo y Cosas Nuevas

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Tres días más tarde, Louis no podía siquiera moverse de la cama. Estaba agotado, pero más feliz que nunca, cubierto de besos y sudor, con marcas del cuello a los muslos y su vientre estaba hinchado. Louis estaba feliz, casi dormido en los brazos de Harry, cubierto por su esencia. Completo.

- Louis

- ¿Qué?

- Te morderé en la próxima oleada.

- Okay.

- ¿Estás seguro?

- Harry, ya hicimos el amor un millón de veces. Por supuesto que estoy seguro.

- No es lo mismo. Es un lazo de por vida.

- Ya lo somos. Una mordida no significa nada.

- Significa que tú eres mío y nadie puede acercarse si no me gusta.

- Posesivo.

- Sólo contigo.

- Lo sé. Te amo

- Y yo te amo más.

La próxima oleada llegó una hora después, y Harry lo hizo despacio. Haciendo que Louis se volviera loco por él, por su boca y sus manos, por sus sonrisas y sus risas bajas cada vez que él gemía.

Estaba entrando y saliendo de él con fuerza y velocidad, a punto de terminar y necesitaba preguntarle una vez más.

- Louis... ¿estás seguro? – apenas podía contener su orgasmo. Louis abrió los ojos, llenos de

lágrimas porque todo era muy intenso, y se sentía tan bien, tan perfecto.

Louis acarició la cara del menor con mucha suavidad, sonriéndole y llorando.

- Muérdeme. – murmuró. Harry se rindió, su nudo más grande que nunca, su boca en el punto de unión de Louis, sus dientes clavándose en la piel, rompiéndola, y ambos lo

sintieron a la vez. Algo envolvió sus corazones, apretándolos, y sintieron lo que el otro sentía. Todo era abrumador.

Louis sintió, por primera vez, todas esas olas de amor a su alrededor, toda la calidez proveniente del corazón de su compañero (wow, Harry era su compañero ahora) lo rodeaba, haciéndolo estremecer y llorar porque estaba muy feliz. Y Harry estaba muy feliz, ahora podía sentir su alegría en él.

Harry sintió, también por primera vez, que Louis correspondía el sentimiento. Sentía el amor, algo tan fuerte y tranquilizador, un amor que existía y era para él. También sintió las inseguridades de Louis, y lo feliz que se sentía. Jadeó, porque la razón de que Louis estuviera tan feliz, lágrima de alivio corriendo por sus mejillas, era él. La razón era que se había enlazado con él, era que él cuidaba de Louis, lo amaba.

- Esto es...

- Increíble, lo sé.

- Te amo, Harry.

- Y yo a ti.

- Lo sé.

Los próximos días, Louis los pasó descubriendo las ventajas de estar enlazado.

Primero, Louis era aún más sobreprotector (hay que reconocerlo, posesivo), pero ya podía salir sin neutralizadores si salía con Harry. Ahora olía como él (Harry o hacía usar su ropa, incluso él mismo usaba ropa de Louis a veces). Nadie, y quiero decir absolutamente nadie, se acercaba a él por ese motivo.

Segundo, Harry era feliz ahora. Sonreía todo el tiempo, hacía cosas tiernas por él, se acurrucaban juntos y Louis apenas podía acostumbrarse a eso. Pero estaba feliz, Louis podía sentirlo por el lazo, así que él también estaba feliz.

En tercer lugar, el lazo era genial. Louis podía saber dónde estaba Harry, cómo se sentía (incluso cuando estaba en clase y Louis trabajando, podía sentir cuando estaba

nervioso, triste o excitado). Era lindo saber cuándo tu pareja se emociona por algo, especialmente cuando se emociona por ti.

Cuarto, sexo. Cada día. Cada mañana y cada noche, porque Harry era insaciable. Deseaba a Louis todo el tiempo, en todos lados, y ahora él sólo lo tomaba sin pedir permiso. El hombre de los ojos azules se sonroja pensando en los lugares en los que él y Harry hicieron el amor; cada parte y mueble en la casa, para ser honestos. Y Harry era bueno. Era asombroso, era todo lo que un hombre debía ser en la cama. Era gentil porque Harry era siempre gentil, pero podía ser dominante, demandante, haciendo cosas para hacer a Louis llorar de placer, llorar de alivio, o

simplemente gritar. También podía ser el hombre más dulce del mundo y hacerlo lento, incluso desesperado, dejando a Louis montarlo mientras le sonreía cálidamente, con las mejillas coloradas y los ojos brillantes.

Quinto, Harry quería hijos, y los quería ahora. Louis podía sentir su emoción, su ansiedad cada vez que aparecía algo relacionado a los niños. Louis siempre decía "no", pero en el fondo se moría de ganas por tener a los hijos de Harry.

Todo comenzó una semana después del celo de Louis.

- ¿Lou...? – Louis podía sentir el temor que Harry sentía. Lo miró confundido.

- ¿Sí, amor? – y Harry estaba esquivando sus ojos, así que Louis se dirigió hacia él y se sentó en su regazo (su silla favorita, últimamente), forzándolo a mirarlo.- ¿Qué sucede?

- Es sobre... tú sabes.

- No, no lo sé. Dímelo.

- Niños.

- ¿Qué sucede con los niños?

- ¿Tú... tú quieres...?

- ¿Tener niños? ¿Contigo?

- Sí. – Se sonrojó. Louis sintió la diferencia de edad y su corazón se contrajo. Harry lo reconfortó besándolo tiernamente en la mejilla.

- Creo... creo que eres muy joven para tener hijos, Harry.

- Estás bromeando, ¿verdad? No quiero ser un hombre mayor y que...

- Que yo sea anciano. Lo entiendo. Pero podemos esperar, Harry. Tengo treinta y cuatro años, podemos esperar a que te gradúes y consigas un trabajo, así tendremos suficiente dinero para comprar una casa y esas cosas. Sólo otros dos años y tú serás un chef, y la gente se morirá por tenerte en sus restaurants.

- Pero tú quieres niños, ¿cierto? – Harry envió una ola de felicidad y cariño directo al corazón de Louis.

Si se pondría de esta forma, Louis quería trescientos hijos.

Y así siguió, cosas pequeñas, palabras dichas tan naturalmente para Harry. Pero una noche, Louis tuvo suficiente.

El estómago de Louis estaba hinchado gracias a las tres porciones de torta que Harry le dio, y se estaba frotando el vientre sin demasiada importancia. Harry se arrodilló frente a él y corrió su mano, reemplazándola con la suya y levantándole la remera. Tocó la piel, Louis se sonrojó y se sintió raro porque sabía que se veía gordo, pero Harry besó su vientre y lo miró, sonriéndole.

- Imagínate a nuestros hijos, Lou. Sólo imagínalos. Serán las niñas y niños más bonitos de todos. Todo el mundo querrá estar a su alrededor, las cositas más preciosas del mundo. Espero que tengan tu nariz y tu sonrisa.

- Y yo espero que tengan tus ojos y tus rulos. – respondió Louis, sin siquiera notarlo. Se sonrojó

- Y yo espero que tengan tus ojos y tus rulos. – respondió Louis, sin siquiera notarlo. Se sonrojó aún más y Harry lo besó, aplastándolo levemente contra el colchón.

- Te amo tanto... - tomó a Louis como si fuera una pluma (y sí, Louis tenía un fetiche con ser manejado) y lo llevó a la cama.

- Y yo te amo más. – dijo el mayor, una vez en la cama.

Ahora quería hijos aún más.

The Dumbest MistakeWhere stories live. Discover now