xi. las leyes dinámicas del infierno

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LEALTADES OSCURAS,
capitulo once: las leyes dinámicas del infierno!


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Diciembre de 1998, 4 meses después.

          DECIR QUE UNO SE ENCONTRABA BIEN PODÍA DECIR MUCHAS COSAS. O, al menos, un par de ellas. Sin embargo, Joy Williams no prestó atención a las palabras que le decía la doctora Mary Atlas con sus títulos de psicología aplicada, de su maestría en hierbas y medicina alternativa, o incluso su diploma en medicina neurológica. A Joy no le importaba nada de eso, ni siquiera las velas que alzaban el aroma que había en el lugar: un olor a orquídea asqueroso, ella prefería las amapolas. La muchacha de cabellos negros permaneció con su espalda apoyada en el sillón, esperando a que la maniática de su psicóloga hippie termine con sus palabras de aliento — algo que le decía a cada paciente en todas las sesiones que ella tuvo. Williams se relamió los labios y sus ojos trataron de fingir interés, realmente lo intentaron, no obstante, el discurso que la psicóloga Atlas imponía era simplemente una sarta de estupideces.

          (Joy no estaba lista para soportar aquel tipo de idioteces.)

          El sol se filtraba en la ventana, tan lejano, pero destellaba calor en la habitación, los orbes verdes de la pelinegra viajaron por la oficina, la cual tenía sus paredes con algo estampado, de aspecto clásico y ella no pudo evitar imaginarse las manchas de sangre esparcidas por allí luego de su no deseada visita a la Mansión Spencer. Era increíblemente desastroso, tal cual como sus recuerdos y digamos que eso era lo que le pasaba factura a la muchacha Williams durante casi todas las noches. Sus pesadillas podían ser más reales que antes, cazándola hasta en sus momentos más vulnerables — había muchas veces donde ella despertaba bañada en sudor frío y que su cama la hundía en un confín tan desolado que se llenaba de arena cada vez que ella caía una y otra vez en la pesadilla. Era trágicamente inevitable, trágicamente irreversible, también.

          En pocas palabras, los sueños de Joy eran una mierda.

          Y no se quedaba corta.

          Washington D.C fue un alivio que la propia Joy no pensaba encontrar y eso era literalmente algo bueno para ella. El apartamento que su padre le había comprado era simple, además de estar decorado con colores cálidos y algunos pocos fríos, adornado con cortinas blancas. En cuanto llegó, la primera vez, movió todas sus cosas y las dejó tapadas con pequeñas sábanas para poder acomodarse después. Su cama reposaba en la única habitación que había, un poco alejada de la ventana, siendo decorada por sábanas, una manta y un simple edredón de color carmín. También había una pequeña mesa de luz a su lado, acompañada de una foto donde se encontraban ella y sus padres, en su día de graduación de la preparatoria en Baltimore, con su sombrero y su toga negra con un poco de amarillo, su cabello rubio suelto al viento. Su madre le dijo una vez que esos años en la preparatoria eran los años de oro, su padre le dijo que los años sirviendo a las Fuerzas Aéreas como mujer eran los verdaderos años de oro y Joy se tragó aquella frase.

ENEMY ━━ Chris Redfield ¹ ✓Where stories live. Discover now