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MATEO

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Los días no parecían pasar y en verdad no sabía si quería que lo hicieran.

Cuando siento ira la mejor manera de desquitarme es practicando boxeo y eso llevaba haciendo desde el día en el que regresé.

Todo había cambiado en una semana, no volví a hablar con Dafne desde ese noche, aunque ella sí que insistió durante un tiempo...

Luego desistió y dudé en si sería porque había vuelto con César.

Programamos su billete de vuelta para que volviera antes de que las vacaciones terminaran, así tendríamos algo de tiempo para nosotros, tiempo que ahora pasaba solo en mi habitación.

No quería saber nada de nadie por lo que el móvil la mayoría de veces lo tenía apagado, salvo hasta ahora.

Me encuentro viendo la televisión cuando llaman a la puerta.

— ¡Viejo, sigo vivo! — grito pensando que es mi padre.

Vuelven a tocar y no me queda de otra que abrir.

— Menos mal que lo estás, ¿se puede saber qué te pasa? — dice Manu entrando a la habitación.

— Nada — cierro y vuelvo a tumbarme en la cama.

— ¿Cómo nada? Ni señales de vida das.

— Aquí me ves respirando, ¿no? Pues ya está.

Eso ha sonado un poco borde por lo que me disculpo.

— Cuéntame qué pasó.

Necesito hablarlo con alguien así que lo suelto de una vez explicándole absolutamente todo.

— No puedes seguir así.

— Lo sé — suspiro.

— No pensaba ir pero... Hay un pibe amigo mío que da una fiesta hoy.

— No estoy yo para fiestas Manu.

— Dale, ¿piensas quedarte encerrado lo que te queda de vida?

— ¿A qué hora es la fiesta?

DAFNE

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Cómo un reloj a los veinte minutos ya estoy lista, Valentín se encuentra abajo charlando con Jordina.

— Por fin, vámonos. Adiós, Jor.

— ¿Cómo la has llamado? — pregunto extrañada.

— Jor y a ti te llamaré De, ¿qué te parece?

— Horrible — digo riéndome. — Daf está bien.

— Vale De — me abre la puerta.

Le miro con la ceja levantada y él me guiña un ojo, fuera nos espera un coche y supongo que es suyo.

— Es de mi viejo, se lo cojo de vez en cuando — explica.

Nos montamos en el y emprendemos el camino hacia la fiesta.

— Estás muy bella — señala cuando paramos en un semáforo.

— Gracias.

— Es una pena — acelera de nuevo.

— ¿El qué?

— Que tengas novio.

— ¿Tengo novio? — me mira por un segundo algo confuso.

— Sí, Trueno. Lo sabe todo el mundo.

— Pues deberían saber que ya no estamos juntos — miro por la ventana.

— Ah, mierda... Perdona.

— No te preocupes, así es mejor.

Estiro la mano y enciendo la radio ocasionando que no hablemos más durante el resto del trayecto.

Cuando llegamos me abre la puerta del coche.

— Que caballeroso, gracias.

— No hay de qué.

Estamos en frente de una casa bastante lujosa de dos pisos.

— ¿Quién da la fiesta?

— Un DJ.

Pasamos al porche, tocamos el timbre y nos abre un hombre joven.

— Hey wosito, ¿qué tal?

— Que onda wachín — me deja pasar a mi primero.

Nos adentramos en la casa y vemos a más gente, aunque yo me quedo con una cosa en mente.

— ¿Wosito? — le pregunto a Valen.

— Ajá. Es mi nombre artístico, yo también soy rapero.

A decir verdad no me sorprende.

— Quédate por aquí, iré a por algo de beber — me pide.

— Vale — observo como se pierde entre la multitud.

Me siento en un sofá cercano y le echo un vistazo a la gente que hay, me da la impresión de que son todos raperos o gente del mundillo.

Saco el móvil y me entretengo con el hasta que escucho jaleo en la entrada, la gente corea un nombre sin parar, me levanto y nuestras miradas chocan.

Es Mateo y va acompañado por una chica.

en mis venas; truenoWhere stories live. Discover now