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MATEO

❁══════❁

¿A qué mierdas está jugando?

¿Con quién ha quedado?

¿Será que ya se ha olvidado de mi, de lo nuestro?

En el pasillo me encuentro con Sara y le cuestiono todas las preguntas que me rondan la mente.

— ¿Cómo no lo vas a saber? ¿A caso no sois amigas?

— Sí, pero eso no implica que me tenga que contar absolutamente todo.

Suspiro, me está mintiendo.

— La he perdido... — digo en alto, y hace que me duela el doble.

Noto la mano de Sara en mi espalda en un intento de darme ánimos, justo en ese momento la puerta de al lado se abre y una Daf jodidamente despampanante sale.

Me giro y la sigo con la mirada.

— ¿A dónde vas tan guapa? — pregunta su amiga.

— He quedado, luego te cuento — le guiña un ojo y pasa de largo.

DAFNE

❁══════❁

Salgo de la casa sin un destino fijo pero no me puedo hechar atrás ahora, debo llevar a cabo mi plan de mierda.

Sí es verdad que Santiago existe, si no recuerdo mal interactuamos ayer en la fiesta, pero no me quedé con su número.

Me paro en la acera y pienso a dónde ir, quizás si hago un poco de turismo se me pasa la tarde volando.

Decido que es buena idea y empiezo a caminar por las bonitas calles de Rosario y de vez en cuando me paro para hacer alguna foto o simplemente a observar el paisaje, realmente esta ciudad es preciosa.

Las horas van pasando y me entra hambre, por lo que paro en un pequeño puesto ambulante y pido unas patatas fritas, cuando me dan el pedido me siento en un banco y disfruto el manjar que tengo entre manos.

Durante todo este tiempo he intentado no tener en cuenta lo patética que me siento, inventar todo este plan absurdo para evitar a Mateo ha sido una estupidez en toda regla.

Suspiro y tiro el envase ya vacío a la papelera, creo que es hora de volver.

Pongo rumbo hacia la casa pero antes paro en la heladería para comprar un bote con distintos sabores: fresa, chocolate y dulce de leche.

Veinte minutos después estoy en frente de la puerta, toco al timbre y me abre Dani.

— ¡Hagan paso, llegó la triunfadora! — exclama.

Me rio y entro cuando se aparta.

Están todos reunidos en la sala de estar y por lo que veo estaban viendo una película.

— Un pajarito nos ha dicho que tenías una cita... — habla Irina.

— Estoy orgulloso de ti pequeña De — bromea Valen.

Rápidamente miro a Sara y esta sonríe.

— ¿Qué traes en la bolsa? — pregunta Manu.

— Helado — digo.

— ¿Para nosotros? — vuelve a preguntar.

Asiento y lo dejo en la mesa, a todo esto Mateo no quita sus ojos sobre mi.

— Si me disculpan subiré a mi habitación a descansar.

Todos están demasiado ocupados con el helado como para escucharme por lo que les dejo y subo a mi cuarto.

Una vez allí me preparo para darme una ducha, es verdad que estoy cansada, recorrerse medio Rosario en una tarde no es tarea fácil.

Un largo rato después salgo del baño únicamente con la ropa interior y la toalla atada al cabello.

Si hubiese sabido que Mateo estaba esperándome sentado en la cama, obviamente no hubiera salido así.

Grito su nombre, me tapo como puedo y entro de nuevo en el baño.

— ¿¡Se puede saber que haces aquí!? ¡Fuera!

— ¿Podemos hablar? — su voz suena triste, cansada.

— ¡No, vete!

— Sabes que no me iré — larga un risa amarga.

Lo sé, Mateo puede ser muy insistente cuando se lo propone.

— Está bien, espera fuera.

Escucho sus pasos y luego la puerta cerrarse.

Salgo de mi escondite y me visto lo más despacio que puedo, no quiero enfrentarme a él.

No quiero que mis sentimientos tomen el control.

en mis venas; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora