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DAFNE
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Meto el último plato en el lavavajillas y cierro la máquina cuando siento que alguien que está detrás mía me besa el cuello e insconcientemente lo inclino hacia un lado dándole más acceso.

Mateo sigue con su reguero de besos, con sus manos en mi cadera me da la vuelta quedando así de frente y me planta un beso.

— Hola — susurro.

— Hola amor — sonríe. — ¿Te ayudo?

— No, ya terminé. Me despido de Jordina y nos vamos, ¿sí?

Asiente y salgo de la cocina hacia la habitación de su hermano.

Los dos se han hecho muy amigos y me alegro por ellos, ya que se entienden a la perfección y se quieren como hermanos.

Una vez allí toco la puerta y con el sonido del videojuego de fondo me gritan que pase.

— Solo venía a despedirme. Pórtate bien y no molestes mucho a Pedro.

— Vale, te quiero — responde sin dejar de mirar a la pantalla.

— Yo más enana, adiós Emi.

El niño me sonríe, me doy la vuelta dejándoles en paz y me dispongo a salir pero un Mateo apoyado en el marco de la puerta me lo impide.

Me agarra de la mano y me arrastra hasta su pieza, luego se adentra en su armario y sacando una sudadera me la tiende.

— Toma — le miro extrañada. — Hace frío y no quiero que te enfermes.

Le doy las gracias mientras me la pongo, me queda algo grande pero servirá para abrigarme.

— Preciosa.

Me saca una sonrisa y agarrados de la mano salimos hacia la plaza donde hemos quedado con el resto del grupo.

Hace tres semanas que retomamos la relación y no puedo estar más pletórica, desde ese día en mi habitación donde arreglamos las cosas no nos hemos separado ni un segundo.

No voy a negar que había un velo de duda entre tanta felicidad: no sabía si el estar tanto tiempo separados repercutiría en el cariño que nos tuvimos en su día y fue un alivio saber que no es así.

Es más, puedo asegurar que nos queremos mucho más que antes.

Respecto a Angie, según me dijo ya ha vuelto a España y no tiene intención de volver.

Después de nuestro encuentro en ese parque solo me habló para pedirme disculpas por todo lo que había ocasionado, me aseguró que se había equivocado y que Mateo solo sería feliz estando a mi lado.

Acepte sus disculpas sin pensarlo demasiado, ni quiero ni necesito más quebraderos de cabeza.

Y en relación a César, no volvimos a hablar más desde que me dijo que había roto con Sofía, el día en el que volví del viaje que hicimos todos.

— ¿En qué piensas?

Desvío la mirada del suelo y le miro.

— En nosotros.

— ¿Todo bien?

Asiento apretándole la mano.

— No puede ir mejor.

Sonríe, me besa, seguimos caminando y minutos después llegamos, ya están todos sentados en nuestro banco menos Valentín.

— Hasta que llegan — habla Manu.

— Teníamos comida familiar — explica Mateo sentándose conmigo encima en el sitio que nos corresponde.

— Dame algo formal... No, no tanto — interviene Dani pasándome el mate.

— Cierra el culo — le contesta Mateo riendo

— Bueno, vamos al tema.

— Sara, tan impaciente como siempre — ríe Mateo.

Me levanto de encima de mi novio y me pongo en frente a ellos.

— Bueno, como saben faltan dos días para el cumple de Valen — todos asienten. — Y no hay mejor manera que celebrarlo que con una fiesta — vuelven a asentir. — Así que quedan oficialmente invitados, será en mi casa y haremos que sea inolvidable.

Celebran y aplauden alabando la idea.

— Qué buena mejor amiga eres Daf — esa es Irina.

— Y buena novia también — Mateo me da un sonoro beso en la mejilla y sonrío.

— ¿Sabes que cuando haces una fiesta sorpresa a un integrante de un grupo luego tendrás que hacérselo también a los demás, no? Digo, para quedar bien — me dice Dani

— ¿Y yo para qué querría quedar bien contigo?

Daniel se hace el ofendido, me enseña su dedo corazón y yo le hago un corazón con las manos.

Sin más tiempo que perder entre risas y mates, nos atribuimos las tareas para que todo quede perfectamente preparado.

en mis venas; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora