Baijiu (licor de arroz)

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El departamento de Xiao Zhan era como él... "Luminoso y algo desordenado".
La pequeña sala estaba atestada de lienzos, maniquís y rollos de tela. Había una repisa llena de frascos con mostacillas, lentejuelas y otras cosas brillantes más unas cajas con adornos.
El despacho de Zhan-Ge no era más que la punta del iceberg.

—Siento el desorden —dijo Zhan—. Puedes dejar mis cosas en el sofá —puso la sillita en la mesa de la sala y desató a la pequeña para apretarla contra su pecho suavemente.

Yibo apartó la mirada. Verlo con la niña le recordaba cosas, aunque no sabía muy bien qué, ya que cada vez que un recuerdo intentaba aflorar lo empujaba a lo más profundo de su mente. Se concentró en buscar una percha o un gancho en la pared para colgar el bolso del mayor.

—Déjalo por ahí —le dijo él.

—No me gusta dejar las cosas tiradas por ahí —repuso Yibo.

Xiao puso los ojos en blanco.

—Pues toma a MeiLing mientras yo lo hago.

Él se apartó con un nudo en la garganta.

—Nunca he tenido a un bebé en brazos, y ni me interesa tenerlo en lo absoluto.

El mayor volvió a poner los ojos en blanco.

—Deja las cosas donde quieras.

Wang dejó el bolso en la encimera de la cocina y fue a la sala, donde dejó el rollo de tela sobre otro montón de tejidos y el bloc de dibujo junto a una lata con rotuladores y pinceles.

Un poco de orden al menos, pensó.

—Podrías haberte ahorrado tantas molestias —dijo ZhanZhan, riendo.

—¿Qué hay de malo en preocuparse por tus pertenencias?

—Yo me preocupo por ellas.

—¿Cómo puedes encontrar algo en este revoltijo?

Xiao Zhan ladeó la cabeza y Yibo volvió a observar aquel tatuaje detrás de su oreja.

—Es muy fácil —le dio unos golpecitos a la bebé en la espalda mientras caminaba por la pequeña sala.

Parecía sentirse muy cómodo entre aquel desorden. No como el menor, que necesitaba un entorno pulcro y perfectamente ordenado.

—¿Qué talla de anillo usas?

—La seis —frunció el ceño—. ¿Por qué?

—Vas a necesitar uno.

—Ya tengo algunos anillos. Puedo colocarme cualquiera de esos.

—No tienes la clase de anillo que yo le regalaría a la persona con la que pretendiera casarme.

ZhanZhan se detuvo en medio de la salita.

—A lo mejor ese tipo de anillo no sería de mi agrado.

—Tendremos que llegar a un acuerdo, pero tu anillo de compromiso ha de satisfacer mis gustos.

Él gimió y se dejó caer en el sofá, apretando a MeiLing contra el pecho.

—Esto es una locura.

—Fuiste tú el que dijo que estábamos comprometidos.

—Sí, ya lo sé. Y nada más decirlo supe que había cometido un error fatal, pero... me salió sin pensarlo.

Yibo le creyó. Seguramente porque si hubiera pensado antes de hablar habría elegido a cualquier otro hombre. Un hombre al que le gustaran los niños y los animales y fuera amable y compasivo.
El menor no era aquel hombre. Y lo sabía tan bien como todos los que lo conocían.

Un Amor Declarado y PersonalWhere stories live. Discover now