Chocolate

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Wang Yibo se despertó al oír un llanto. Se levantó rápidamente y salió de la habitación. MeiLing estaba llorando.

Abrió la puerta del cuarto y vio a ZhanZhan, sentado en la mecedora con la pequeña en brazos, meciéndola y dándole palmaditas en la espalda. MeiLing seguía llorando, y también el mayor.
Su primer impulso fue darse la vuelta y alejarse de aquella escena lo más rápido posible, volver a la cama y sofocar las emociones que le oprimían la garganta.

—¿Ella está bien?

—No —respondió Zhan-Ge—. Lleva una hora sin parar de llorar. Lo he probado todo. Le he dado de comer, la he cambiado, he encendido y apagado las luces... No sé qué más hacer.

—Seguro que estás haciendo todo lo correcto.

—¿Pero, y si no es así? —susurró el mayor en tono desesperado.

Yibo entró en la habitación, haciendo caso omiso del nudo que le oprimía el pecho.

—A veces los niños lloran sin motivo —o al menos eso había oído.

—Pero MeiLing no suele hacerlo.

—¿Tendrá fiebre? —le parecía una pregunta lógica.

Xiao Zhan puso una mano en la frente de la niña.

—Creo que no. ¿A ti te parece que está caliente?

El menor no podía tocarla. Era una criatura frágil y diminuta. No quería ponerle las manos encima.

—No creo que esté caliente —se limitó a decir.

ZhanZhan volvió a ponerle la mano en la frente.

—Tienes razón, no parece que tenga fiebre. ¿Puedes cantarle una canción de cuna?

—¿Qué?

—Una canción de cuna. He intentado cantarle una y solo he conseguido que llore más. A lo mejor tú...

A Yibo se le formó un nudo en la garganta.

—No conozco ninguna canción.

No era cierto. Conocía una. Si cerraba los ojos podía ver a su madre, inclinada sobre él en la cama, acariciándole la frente.

"Estrellita, donde estás, me pregunto quién serás.
En el cielo o en el mar un diamante de verdad..."

Intentó sacudirse el recuerdo, pero siguió viendo a su madre, tan hermosa y llena de vida, y luego...

—Oh... bueno —dijo Zhan-Ge—. No importa.

—Lo siento —apretó los puños y resistió el impulso de huir. Wang Yibo jamás huía.

MeiLing empezó a hipar, sacudida por pequeñas convulsiones. Poco a poco el llanto se fue apagando hasta quedar en unos débiles gimoteos esporádicos.
Yibo la miró en silencio mientras ZhanZhan continuaba meciéndola.

—¿Lo ves? No le pasaba nada —comentó cuando los sollozos cesaron. Intentaba recuperar el control de la situación, pero lo había perdido por completo. Tenía a una niña pequeña y a un hombre en su casa.

Xiao Zhan se levantó y devolvió con mucho cuidado a MeiLing a la cuna. Esperó unos segundos junto a ella por si se despertaba, pero afortunadamente no fue así.

—Parece que se ha dormido —susurró.

—Tú también deberías dormir —le sugirió el menor. Parecía agotado y abatido.

Zhan-Ge se estremeció y se envolvió con la bata.

—No... no creo que pueda dormir.

Su expresión era tan afligido que Yibo sintió algo extraño en el estómago.

Un Amor Declarado y PersonalWhere stories live. Discover now