Ya no te amo

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Xiao Zhan después de ver cómo salía una vez más Yibo de la habitación después de un encuentro decidió que era tiempo de poner los puntos sobre las ies.

Pero no contaba con que Yibo lo fuera a tratar con tanta frialdad y prácticamente terminará de echarlo de su hogar.

Fuera —le había gritado—. Márchate de aquí.

Él había permanecido inmóvil unos instantes, apretando sus puños por la rabia y el dolor. El menor debía seguir creyendo que no merecía que alguien lo amará.

Lárgate, Zhan. No te quiero aquí. No te quiero...esas fueron las últimas palabras que escuchó y que terminaron por derrumbar su vida y que arrancaron parte de su corazón.

Solo le quedó salir por esa puerta e ir por lo único que sabía que le pertenecía en ese hogar, su pequeña MeiLing. Buscó solo las pertenencias que él había traído a esa casa y dejó todo lo que Wang Yibo le había dado a ambos, no quería nada que le recordará a esa mentira. Llamó un taxi y salió de esa casa sin mirar hacia atrás y le dictó al chófer su antigua dirección, por lo menos llegaría a un hogar que era acogedor para él y su pequeña.

 Llamó un taxi y salió de esa casa sin mirar hacia atrás y le dictó al chófer su antigua dirección, por lo menos llegaría a un hogar que era acogedor para él y su pequeña

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Zhan se sentía peor que nunca. MeiLing apenas había dormido durante la noche, quizá por estar en su pequeño moisés en vez de su amplia cuna, de vuelta en el viejo y minúsculo departamento, y como consecuencia tampoco él había logrado pegar un ojo en toda la madrugada.

Había creído que en su departamento podría ver las cosas con la suficiente perspectiva y empezar a olvidarse de Wang. Pero no le había servido de nada. Había cambiado mucho en las últimas semanas. No podía fingir que nada había ocurrido.
Pero ya no dejaría que nadie más lo pasará a llevar, él recordó cuando conoció a YangZi y ella le había dicho lo maravilloso que era y que no debía rebajarse por nadie, y así lo haría.

Aquella mañana sentado ante su mesón, tras recibir un aluvión de felicitaciones por parte de los otros empleados, se sentía confuso y desgraciado. Había pasado la noche sin su supuestamente marido y seguramente nunca volverían a hablarse. Tendría que volver a casa de Yibo, pero nadie descubriría que había pasado una noche fuera. La adopción no se vería en peligro. Y él necesitaba espacio y no compartir el mismo aire que Wang.

Tal vez se hubiera equivocado y el menor realmente no lo amará. A MeiLing en cambio sí la quería, de eso no tenía duda, y también estaba seguro de que si llegará el caso sería un padre fantástico. La clase de hombre que siempre ofrecería un apoyo y amor incondicional a sus hijos.

Lo había sabido desde que lo vio cantándole una canción de cuna a la pequeña, cuando las  necesidades de la bebé fueron más fuertes que sus cadenas. En aquel momento supo que era un hombre capaz de amar, pero que se había dejado dominar por el miedo.

Qué hombre tan estúpido, pensó.

—¿Señor Wang?

El mayor tardó unos segundos en darse cuenta de que se estaban dirigiendo a él. Alzó la mirada y vio a un joven en la puerta con un periódico en la mano.

Un Amor Declarado y PersonalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora