Tatuaje

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Xiao Zhan regresó al cabo de un momento, con las manos libres y una mancha de humedad en la camisa, junto al hombro.

—Tienes una mancha ahí —le indicó Yibo.

—Ah, sí. MeiLing no tiene dientes para retener la baba.

El menor respiró hondo y se sentó en el sofá.

—Creo que tomaré un poco de Baijiu.

La idea de tener a aquel hombre y sus pertenencias en su casa, además de una bebé que lo llenaba todo de baba, hizo que se le formara un nudo de ansiedad en el estómago.

Zhan fue a la cocina y sacó dos copas distintas de un armario, una verde de champán y otra roja de vino. A continuación abrió la despensa y sacó una de las botellas individuales del licor con el que procedió a llenar las copas.

Se quitó los zapatos y los apartó con un puntapié de camino al sofá, con una copa en cada mano.

—Hace mucho que no tenía a nadie en casa... aparte de los servicios sociales —le tendió la copa ropa y se sentó en un sillón junto al sofá, sobre los pies y con las piernas dobladas.

—¿Cuánto tiempo?

El mayor miró su copa verde.

—Desde que murió YangZi.

—Tuvo que ser muy duro —igual que para él lo era encontrar las palabras de consuelo y saber lo que una persona necesitaba escuchar. Tenía experiencia con la muerte, pero recordaba lo que a él le habían dicho, en el caso de que le hubieran dicho algo...

Zhan Zhan tomó un sorbo de baijiu y asintió.

—Sí. Era mi mejor amiga. Nos mudamos de Huanggang a Beijing poco después de graduarnos.

—¿Por qué aquí?

Xiao Zhan se encogió de hombros.

—¿Por el clima? No lo sé. Supongo que para poder empezar de nuevo. Ella conoció a su novio al poco tiempo de estar aquí y se fue a vivir con él, quien la abandonó cuando se quedó embarazada. No le quedó más remedio que venirse a vivir conmigo. No teníamos muchas comodidades, pero era genial estar juntos. Y luego... luego nació MeiLing y fue maravilloso —volvió a bajar la mirada a la copa. Tenía los ojos llenos de lágrimas—. Los tres juntos...

—¿Cuántos años tienes, Zhan-Ge? —le parecía muy joven, y estaba seguro de que bajo aquella sutil base de maquillaje tenía el aspecto de un niño. Su piel era blanca y suave, sus ojos avellanos y enmarcados por largas pestañas, sus labios, rosados y con aquel lunar, curvados hacia abajo en una mueca.

—Veintiocho.

—¿Solo tienes veintiocho años? —cinco años más adulto que él. Y sin embargo estaba dispuesto a hacerse cargo de una niña el solo en vez de buscar pareja a esa edad—. ¿Por qué quieres criar a una niña a está edad? Te queda toda la vida por delante. ¿Y no quieres casarte?

—La verdad es que no... Y en cualquier caso, este no es el mejor momento para eso. Si hace unos meses me hubieras preguntado si estaba listo para ser padre, te habría dicho que no. Pero la situación ha cambiado. Ahora está MeiLing. No tiene a nadie. Su madre biológica está muerta, mi mejor amiga está muerta. El espacio que debería ocupar el nombre del padre en el certificado de nacimiento está en blanco. Me necesita...

—Necesita a cualquiera que se ocupe de ella. No tienes por qué ser tú.

ZhanZhan se estremeció al oírlo.

—Tengo que ser yo _declaró con voz débil.

—¿Por qué?

—No creo que nadie pueda quererla tanto como yo. Y... y yo conocía a YangZi. La conocía mejor que nadie y ella a mí. Podré hablarle de ella a la pequeña —tragó saliva—. Y YangZi me pidió que cuidara de ella.

Un Amor Declarado y PersonalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora