Anillo de compromiso

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Sí, había sido una pregunta muy peligrosa. Pero ZhanZhan no se había percatado del peligro hasta que las palabras no salieron de su boca. Y estaba seguro de que Yibo no sospechaba cuánta verdad ocultaban ni cuántas enseñanzas iba a necesitar.

Oh, cielos...

Solo de pensar en ello le ardía todo el cuerpo. Y por eso no iba a pensar más en aquella distracción inútil. 

Día siguiente...

Miró el reloj y se removió en el sillón. Lu Xiao Yu ya estaba allí, jugando con MeiLing en la alfombra del salón. La pequeña había reconocido a su cuidadora casi al momento y parecía muy feliz con ella.
Zhan suspiró y se dio cuenta de que estaba moviendo la pierna. 
Intentó tranquilizarse, pues el tic nervioso no encajaba muy bien con el elegante traje que llevaba puesto.

Sí, se había puesto un traje para ir a una cita. Algo que no había hecho desde, nunca había ocupado uno. No era el tipo de chico que atrajera a los hombres. Era el extravagante, el divertido, el del tatuaje de dragón... No se engalanaba para asistir a actos benéficos con multimillonarios. No se comprometía con ellos, ni se casaba con ellos tampoco. Pero todo eso había cambiado por culpa de una estúpida mentira de lo más inoportuna.

Cuando era niño, y hasta que entró en el instituto, siempre estaba diciendo tonterías y poniéndose en evidencia. Por esa razón había optado por ser el payaso de la clase en vez de intentar gustar a los chicos cuando ya se declaró gay. Era mucho más fácil sucumbir a su naturaleza en vez de intentar ser algo que no era.

Llamaron a la puerta y Xiao Zhan se puso rápidamente en pie, recogió su chaqueta y la bufanda y se agachó para besar a MeiLing en la cabeza.

—No volveré muy tarde —le dijo a Lu Xiao Yu.

—No me extrañaría que no fuera así —respondió ella.

Zhan sintió que se ponía rojo como un tomate.

—No... volveremos tarde —tenía que hacer algo para controlar su rubor. No había ninguna razón para ruborizarse. Wang Yibo no iba a violarlo en el asiento trasero de su auto.

Se colocó la bufanda azul marino enrollada en su cuello y se miró en el pequeño espejo del salón de camino a la puerta.

—¿Pensabas dejar que me congelara en la puerta? —le reprochó el menor al abrir.

—Estamos en Beijing. Aquí nadie se congela. Y hay calefacción en el pasillo.

—Es una cuestión de principios.

—Tenía que despedirme de MeiLing. ¿Quieres verla?

Una mezcla de confusión, pánico y desgana cruzó el rostro de Yibo.

—No.

—Oh, lo siento. A casi todo el mundo le gustan los niños pequeños y...

—No albergo el menor deseo de tenerlos. Ni siquiera sé por qué 
deberían gustarme.

—Porque son muy lindos y adorables.

—Sí, como las mascotas. Y tampoco quiero tener una mascota.

—Un bebé no es una mascota.

Wang se encogió de hombros.

—Por lo que a mí respecta, me da igual lo que sea.

Xiao Zhan puso los ojos en blanco y pulsó el botón del ascensor.

—Bueno, espero que MeiLing y yo no te causemos demasiadas molestias cuando nos instalemos en tu casa, ya que no quieres tener esposo e hijos.

Un Amor Declarado y PersonalHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin