Química

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Durante los siguientes días Zhan-Ge consiguió evitar a Yibo,  todo lo que se podía evitar a alguien con quien se compartía casa y auto para ir al trabajo.

Tenía un cuidado extremo al entrar en su habitación en busca de ropa. No porque tuviera miedo de él, sino porque lo tenía de sí mismo.
El beso le había gustado mucho, demasiado, y corría el serio peligro de que el deseo lo dominara. ZhanZhan no perdía la cabeza por ningún hombre, pues el deseo solo acababa en una amarga decepción o incluso en una terrible humillación. No tenía sentido anhelar lo que no podía tener. Y además no tenía tiempo para preocuparse por sus hormonas revolucionadas. Debía concentrarse exclusivamente en MeiLing.

Gruñó al entrar en su despacho y se puso a rebuscar en la caja de adornos. Seleccionó unos cuantos y los llevó al espacio que se había despejado al fondo de la habitación. Estaba iluminado por el sol y era idóneo para imaginarse cómo relucirían los adornos en los escaparates de Wang&Tua durante la temporada navideña. Los diseños navideños lo ocupaban casi todo el año, pues cada año debían ser más grandes, más vistosos y más elaborados. Y al mayor le encantaba el desafío.
Tenía un marco de madera de la misma forma y tamaño que las ventanas de Wang&Tua. Agarró un sedal y empezó a colgar los adornos del travesaño superior. Los objetos reflejaban la luz del sol, pero no era suficiente. Tenían que relucir con tanta fuerza que a ningún transeúnte le pasaran desapercibidos. Buscó en la caja y encontró unos frascos de purpurina de varios colores, sobretodo un frasco grande de color dorada y unas gemas moradas. Lo añadió todo al conjunto y el resultado final fue mucho mejor. Los adornos parecían arder al recibir los rayos de sol y quedarían perfectos bajo la iluminación de los escaparates.
Se sacudió las manos en sus jeans negros y torció el gesto al mancharse los muslos de purpurina.

—Has trabajado muy duro.

Se giró al oír la voz del menor e intentó ignorar los frenéticos latidos de su corazón.

—Oh, no sé... ¿Es lo mismo estar trabajando duro que a duras penas trabajando? —bromeó, sin saber muy bien por qué se empeñaba en no valorar su trabajo.

—Me gusta —dijo él, acercándose a la zona de trabajo.

—No está acabado. Faltan los maniquíes y unos cincuenta colgantes más. Nieve, un árbol de Navidad. Esto es solo para uno de los escaparates laterales. El escaparate principal va a ser fantástico.

—Me lo imagino.

—Me estoy jugando la vida en el desafío —afirmó, más para el que para Yibo.

—Lo sé, Zhan-Ge. De lo contrario no estarías trabajando para nosotros. Esta será nuestra tercera Navidad contigo, y todo el mundo alaba la calidad de los decorados desde entonces.

—Gracias...

—Háblame del escaparate principal.

—Se llamará Visiones de caramelo y será un conjunto de fantasías navideñas, como si brotaran de un sueño con neblina, luces y estalactitas.

—¿Será igual en todas las tiendas?

—Creo que debería ser distinto en cada centro. Al menos en los grandes centros comerciales de París, Nueva York, Berlín, lo suelen hacer así. De esa manera cada uno se convertirá en una atracción.

—¿Cuentas con el presupuesto necesario?

—Pues... ahora que lo dices, necesitaría un pequeño aumento.

—Me lo suponía. ¿Cuánto necesitas?

El mayor le dio una cifra de varios miles de yuanes.

—De acuerdo —aceptó él sin pestañear—. Si es lo que necesitas, lo tendrás.

Un Amor Declarado y PersonalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora