Deseos

5.7K 768 139
                                    

El menor permaneció en el borde de la encimera, dejando que Zhan-Ge marcara el ritmo y la intensidad con sus labios y lengua. Sentía el sabor salado de las lágrimas en su boca y la tristeza que emanaba su aliento. Se moría por tomar el control y besarlo con toda la pasión y la angustia que albergaba en su interior y que amenazaban con abrirse camino hasta la superficie de cualquier manera. Pero no podía permitirlo. Aquello era por ZhanZhan.
Le daría lo que él deseaba, pero sin perder la cabeza.

El mayor se apartó de Yibo, con el corazón desbocado y las piernas temblorosas. No sabía qué le había pasado ni en qué había estado pensando. Solo sabía que quería sentir algo intenso y real, y que Yibo confirmara sus palabras con hechos. Quería demostrar que era un hombre capaz de desear y ser deseado. Que no era una broma.

Quería a aquel hombre hermoso e inalcanzable para el solo. No quería promesas de amor eterno. Ni quería darle las gracias por su apoyo y comprensión. Era otra cosa...

Una necesidad tan profunda y salvaje que apenas podía entenderla. Lo único que sabía con seguridad era que aquel beso sanaría las heridas y confirmaría todo lo que el menor le había dicho. Se demostraría a sí mismo que los hombres podían desearlo y tomarlo en serio.

Le acarició el pecho, sintiendo su fuerza y calor. La piel le hacía cosquillas en las palmas. Era un hombre extremadamente sexy y varonil.

—Te deseo —le confesó sin dejar de besarlo.

El silencio que siguió a sus palabras pareció durar una eternidad. Seguramente Yibo lo rechazaría, pero por primera vez en su vida Xiao Zhan había estado dispuesto a arriesgarse. Era como si se hubiera liberado de unas cadenas que arrastraba desde siempre.

Yibo se bajó de la encimera y le rodeó la cintura con un brazo.

—¿Quieres besarme? ¿O quieres algo más? —preguntó con una voz ronca

—Qui... quiero más.

—Dime qué quieres —lo apremió el menor—. Quiero oírlo.

—Quiero... acostarme contigo —una terrorífica posibilidad lo asaltó de repente—. A menos que tú no desees hacerlo —¿por qué iba a desearlo? Era un dios divino con un físico espectacular que podría tener a quien deseara. Tenía años de experiencia sexual a sus espaldas y se había apartado cada vez que se besaban.

Zhan había fantaseado brevemente con la idea de tenerlo, pero una vez más se había engañado a sí mismo.

Wang se rió amargamente.

—¿Cómo puedes pensar que no te deseo?

—Soy uno del montón, ¿recuerdas?

Yibo entrelazó una mano en sus cabellos y le acarició el tatuaje.

—Nunca he conocido a nadie como tú, así que esa descripción no te hace justicia.

—Odias mi tatuaje.

–Cada vez me gusta más —replicó él.

Le puso la otra mano en la parte inferior de la espalda y lo atrajo a su cuerpo y erección.

—Tú me deseas... —dijo Zhan-Ge, abriendo los ojos como platos.

—Lo siento si te resulta difícil creerlo, pero espero que mañana pienses de otra manera.

Xiao Zhan intentó pensar en alguna respuesta ingeniosa que aliviara la tensión y las palpitaciones de su miembro, pero no se le ocurrió nada. Su cerebro estaba demasiado ocupado con todas las cosas que Yibo podía enseñarle. Nunca se había percatado de lo importante que era todo aquello que desconocía sobre el sexo.

Un Amor Declarado y PersonalWhere stories live. Discover now