Al día siguiente, caminé más deprisa de lo normal para llegar al trabajo. No se lo quise contar a mis padres para no preocuparles, pero sí que se lo expliqué a Laura por teléfono, y ésta mañana en el trabajo a Carmen.
— ¿Y que dijo la policía?
— Que lo investigarían...Al rato vinieron unos agentes a hacerme unas preguntas.
— ¿A qué hora ocurrieron los hechos, señorita?
— Sobre las 9.00 de la noche.
— ¿Pudo ver sus caras?
— No, estaba oscuro y ellos demasiado lejos.
— ¿Sabe quién era la supuesta víctima?
— ¿Disculpe, a qué se refiere con "supuesta víctima"?
— Verá señorita, anoche fuimos al lugar del incidente, y no encontramos nada sospechoso.
— ¿Cómo dice?
— Digo que sólo tenemos su palabra de que algo ocurriera anoche, no tenemos ninguna prueba más ni se hayó ningún cuerpo.
— ¿Cómo puede ser eso posible? Habrá alguna mancha de sangre en el suelo, algo...
— ¿Sería tan amable entonces de acompañarnos al supuesto lugar del incidente?
— Por supuesto.Salí de la farmacia acompañada por los dos policías. Al salir, estaba el chico que había pedido las gasas apoyado en un coche, mirándome fijamente, y me pareció que cruzaba su mirada con la de los policías.
Andamos hasta el callejón dónde pasó todo, y me acerqué hasta el lugar dónde había el muchacho hecho bolita. Efectivamente, ahí había aún rastro de sangre seca. Parecía que la habían intentado limpiar pero se había arraigado al alquitrán.
— Miren, aquí hay sangre.
— Señorita, ¿sabe usted que tomar el pelo a la policía es delito?
— ¿Disculpe?
— Eso, señorita, es sólo una mancha de aceite de algún coche. Y por su bien, debería afirmar lo mismo.Entonces lo entendí. Me quedé pálida y bajé mi vista a mis pies sin poder creermelo. Entonces sentí la mano del policía en mi hombro.
— Parece usted una buena persona, diremos que alguien llamó haciéndose pasar por usted para gastarle una broma pesada. Vuelva a su trabajo y olvide lo que vió, por su propio bien.
— La acompañaremos de vuelta. - dijo el otro policía-.Asentí con la cabeza, todavía no muy convencida, sin acabar de creerme la situación.
Fueran quienes fuesen, tenían a la policía comprada.
Volvimos sobre nuestros pasos hasta la farmacia. El tipo de antes seguía ahí recargado en el mismo coche.
Cuando los agentes se despidieron le conté a Carmen lo ocurrido, principalmente para que no se le ocurriera chismorrear con las vecinas del barrio.— Entonces estás en un aprieto.
— ¿Tu crees? Si los policías me han dicho que no diga nada, supongo que no van a hacerme nada mientras no hable. -dije temblorosa-.Oí el timbre de la puerta y salí a atender para despejar mi mente.
— Buenos días, ¿En qué puedo ayudarle?
— Alcohol.
— ¿La botella de 250ml?
— Un par de botellas de litro, porfavor.Se las ofrecí sin rechistar. Después de pagar, el chico seguía ahí, de pié mirándome.
— ¿Necesita alguna cosa más?
— ¿Hoy no me ofreces desinfectante?Me sorprendo un poco por su pregunta, y suelto lo primero que se me pasa por la cabeza.
— No ha dicho que sea para una herida.
Me dedicó un asomo de sonrisa y se fue sin añadir nada más.
¿Podría ser qué él...? No, no, imposible. No se delataría así. ¿O si?
Traté de alejar esos pensamientos y seguí con mi trabajo. Por la tarde, volví a ver al sujeto. Esta vez venía acompañado por tres muchachos más. Yo estaba trabajando en la parte interior de la farmacia y les atendió Carmen.
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La Chica De La Farmacia
Teen FictionLa historia de Laura, una joven farmacéutica que parece tener un imán para las personas peligrosas. Ella tan sólo quería rehacer su vida después de su trágica y tóxica primera relación, y todo marchaba bien, hasta que apareció él. Aventura, tensión...