capítulo 3

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- Sinó... ¿Quien sabe? Tal vez esta noche atraigas la atención de algún asesino.

Creo que mi rostro acaba de perder todo el color que pudiera quedarme. Ha bajado del coche, pero yo no puedo moverme. Le veo rodear el capó hasta que abre mi puerta y me tiende la mano.

— Señorita. - dice dedicándome una sonrisa-.
— ¿Eres tu verdad?
— ¿De verdad quieres saberlo?
— Si.
— Dicen que la curiosidad mató al gato.
— Pero yo no soy un gato.

Me dedicó una pequeña sonrisa e hizo un gesto con su mano, invitándome a agarrarla.

— Ven.

Su última palabra sonó más bien a orden, y tuve miedo de su tono de voz y su mirada amenazadora, así que cogí la mano que me ofrecía y salí del Maserati.

Sin soltar mi mano me guió hasta la entrada en la parte trasera de la nave.

— Eres valiente. -admitió- O temeraria, según cómo se mire. Dime, ¿Que me ha delatado?
— El coche.
— ¿El coche? - repitió sorprendido-.
— Dudo que una persona con un oficio normal pueda pagarse un coche así.
— Touché. Pero hoy hay mucha gente aquí que maneja esas sumas de dinero.

Llegamos a la puerta, dónde 5 hombres de más de dos metros de alto y al menos un metro de ancho impedían la entrada.
Al vernos, todos inclinaron la cabeza y nos dejaron pasar.

- Buenas noches, señor Harry.

Me fijo en que la nave esta a rebosar de gente, pero nosotros caminamos por un pasadizo pegado a la pared del edificio, protegido con un vidrio que nos permite ver la fiesta sin formar parte de ella.

Llegamos al final del pasadizo, subimos unas escaleras y ante nosotros se abre otro pasadizo lleno de puertas. Nos detenemos frente a la puerta n° 7.
Por fin suelta mi mano y se acerca para hablarme al oído.

— Dentro están los chicos. No montes ningún espectáculo, obedece mis órdenes y podrás disfrutar de la fiesta. Si haces algo que me disguste, creo que ya sabes lo que puede pasar. ¿Alguna duda?

Niego lentamente y un miedo irracional recorre mi cuerpo, pero no puedo mover ni un dedo, pese a desear huir de allí con todas mis fuerzas.

— No temas, - dijo acariciando mi mejilla con el dorso de su mano- todo depende de tí, pórtate bien y te recompensaré.

Sin darme tiempo a responder abre la puerta y tira de mí para entrar. Cierra la puerta tras de mí dándoles un respiro a mis oídos.

Los tres chicos de esta tarde están ahí, mirándome sorprendidos.
— Vaya jefe, no pensé que realmente la trajeras.
— Bueno, la muchacha y yo teníamos un asunto pendiente del que hablar.

Un extraño silencio se adueñó de la sala, hasta que el más joven, tímido, osó hablar.

— ¿Va a hacer eso, jefe?
— ¿Matarla? - me miró un momento y después volvió la vista al joven- No termino de decidirme. Depende de ella.
— No dirás nada, ¿Verdad? - insistió otro de los chicos-.

Las miradas de todos se clavaron en mí.

— Bueno... Ayer por la noche llamé a la policía, y esta mañana me han dejado claro que ellos no van a hacer nada. Así que no, no voy a decir nada porque tampoco voy a lograr nada. - me encogí de hombros mientras soltaba una risa nerviosa.

Se veían sorprendidos, el más joven incluso con miedo, hasta que Harryse puso a reír. Entonces parecieron relajarse un poco.

— Me gusta tu sinceridad, por eso creo que no vale la pena matarte. Sería desperdiciar una bala. Eres lo bastante inteligente cómo para saber lo que te conviene.

La Chica De La FarmaciaWhere stories live. Discover now