capítulo 4

28 3 1
                                    

Nos acercamos a la terraza acristalada y nos sentamos en un sofá, pudiendo ver todo lo que pasa abajo. Logro distinguir en medio del gentío un pasadizo con seguratas y una especie de... ¿Eso es un ring de boxeo?

— ¡Buenas noches a todos! Primeramente, los de arriba quieren daros las gracias a todos por venir.

Una ovación del público inundó el lugar durante alrededor de un minuto en el que el presentador aplaudía a los asistentes.

—¿Estáis preparados?
— ¡¡¡SIII!!!
— ¿Queréis pelea?
— ¡¡¡SIII!!!
— Creo que nos falta un poquito de motivación por aquí... ¿Qué es lo que queréis?
— ¡¡¡Pelea, pelea, pelea!!!
— ¡Muy bien, así sea entonces! Señoras y señores, les presentamos a los primeros peleadores de la noche. A la izquierda, ¡"El rompehuesos"! Y a la derecha, ¡"El murciélago"!

Se escucharon aplausos y abucheos por igual, la gente parecía conocer de antemano esos nombres. Observo de reojo a Harry, pero parece darse cuenta y se acerca más a mí en el sofá, dedicándome una sonrisa y pasando su brazo por encima de mis hombros.

— ¿Has visto alguna vez un combate?
— Sólo en la tele. ¿Van a pelear de verdad? - dije neguitosa-.

Se echó a reír ante mi comentario.

— ¿Cuántos años tienes, Laurita?
— 25.
— Eres muy inocente pese a tener 25, casi me sabe mal hasta haberte traído.
— ¿Cuántos tienes tu?
— 32.

Tras decirme su edad, sonó una campana, dándo inicio a la pelea. Ambos prestamos atención al ring, viendo a un chico de piel negra enfrentarse a otro con rasgos asiáticos.

Él parecía disfrutar viéndo la pelea. Yo tuve que apartar la vista cuándo empezó a haber sangre salpicando sus rostros.

— ¿Cuándo termina? - pregunté inquieta-.
— Cuándo uno de los dos no se levante del suelo o se rinda. - dijo cómo si fuera lo más obvio del mundo-.

Volví la vista al ring de nuevo cuándo la multitud aplaudió. El asiático levantaba su puño en alto mientras dos hombres arrastraban al de piel oscura por el pasillo.

— Éste combate acaba de hacerme ganar 35.000€. - dijo satisfecho. Sacó su móvil y me mostró la pantalla, con una conversación de WhatsApp- Quiero que elijas tu por quién apuesto en la siguiente. Mira a los dos peleadores.

Vuelvo a centrar mi vista en los dos contrincantes que se miran en el ring, mientras el presentador recoge apuestas.
Uno es muy grande, de piel muy pálida, con los músculos muy desarrollados, tal vez alemán.

El otro parece sudamericano, piel bronzeada, estatura media, pero parece pequeño al lado del gigantón.

— Parece que tenga las de ganar el grandote.
— ¿"La roca"? Bueno, podría ser, pero fíjate bien en ambos. ¿Quien tiene los músculos mas definidos?
— Mmm... Creo que el más pequeño.
— ¿Quién crees que puede ser más ágil y más rápido?
— El pequeño de nuevo.
— ¿Entonces porqué crees que va a ganar el más grande?
— Me da la sensación de que si le acierta un sólo golpe va a tumbarlo. - contesté sincera-.
— Podría ser, pero para eso tendría que tocarle.
— ¿Entonces crees que ganará el pequeño?
— No lo sé, nunca se sabe, por eso son tan interesantes las apuestas. - me sonrió- ¿Entonces quién será, por quién apostamos?

Vuelvo a observar a los luchadores. El grandote parece confiado, ambos se aguantan la mirada. El más pequeño da pequeños saltos alternando el peso de un pie a otro, parece relajado.
— El pequeño.
— ¿Segura?
— Si, le veo tranquilo pero alerta y al otro demasiado confiado. Creo que tiene más posibilidades el pequeño.
— Bien, confío en que me des suerte, pequeña.

Teclea algo en su móvil. Posa una mano en mi cintura y me atrae hacia él, quedando demasiado pegados para mí comodidad, pero lo olvido en seguida cuándo me muestra el mensaje en su WhatsApp.

"Roy, quiero apostar en éste también. 1.000.000€ a favor de El lagarto"

— ¿Qué?

En lugar de responderme se limita a sonreírme.

— ¿Acabas, de apostarte... Un millón de euros?
— Así es.
— ¿Cuánto dinero tienes exactamente? -solté sin pensar sintiéndome extremadamente pobre-.
— Vaya, no me parecía que fueses una caza fortunas.
— ¡Y no lo soy! - exclamo escandalizada- Pero apostar eso me parece una cantidad demencial.
— Cierto, no suelo apostar estas cantidades por un novato, suelo ir a lo seguro. Pero creo que vas a traerme suerte.

Oímos de nuevo la campana y mi atención se centra de nuevo en el ring. El grandote lanza un gancho que casi acierta su objetivo, pero el pequeño se agacha, hace una finta y acierta dos golpes directos al estómago del rival.

"La roca" vuelve a atacar primero, con el mismo resultado, pero esta vez recibe una patada en la parte trasera de la rodilla, desequilibrandolo, cosa que aprovecha "El lagarto" y se sube a su espalda, pasándo los brazos por su cuello estrangulandolo.

— ¡Oye! ¿Eso se puede hacer?
— Aquí todo está permitido, excepto matarlo, demasiado público. - dice haciéndo un gesto de indiferencia con los hombros-.

Miro de nuevo la pelea. Los dos ruedan por el suelo, con el sudamericano agarrado al cuello del alemán cómo si fuera una serpiente o una lagartija.

Ahora entiendo porqué le llaman el lagarto...

El grandote finalmente palmea el suelo, anunciando su rendición. El narrador toca de nuevo la campana y un par de seguratas entran a separarles.

— Sabía que me traerías suerte. - dijo Christian casi susurrando en mi oído-.

No fue hasta entonces que me di cuenta de lo cerca que estábamos y me revolví un poco inquieta.

— Aposté un millón, pero cómo había más apuestas en contra me acabas de hacer ganar cinco de los grandes.

Abrí los ojos desmesuradamente.

— Creo que ni en el monopoli hay tánto dinero. - digo haciéndole reír-.

— Michael. - dice llamando al chico más joven-.

Éste se acerca tímido y en silencio esperando que hable de nuevo.

— Cuida de Laura mientras no estoy, ¿De acuerdo? Cómo le pase cualquier cosa o se os escape, rodaran cabezas. ¿Ha quedado claro?

— Si, cla-claro mu-muy claro, señor.

— Bien, confío en tí, muchacho, es tu primer trabajo, no me falles.

Después se gira hacia mi y acaricia mi mejilla.

— No te muevas de aquí hasta que venga por tí, ¿entendido?

La Chica De La FarmaciaWhere stories live. Discover now