capítulo 18

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Respiro profundamente y me armo de valor, decidida a pedirle explicaciones. Quito mis zapatos y me siento en la cama con las piernas cruzadas.

Se abre la puerta mostrándome a Harry, con la bolsa deportiva que le dió Álex en el pabellón colgada del hombro.

Mi seguridad decae un poco cuando veo su sonrisa al verme ahí y su rostro con la ceja ligeramente hinchada.

Pese a todo, lo primero que quiero hacer es curarle esas heridas.

— Hola, Laurita.

— Ho-hola. - mi voz tiembla sin poder evitarlo-.

Me mira con un poco de pena, supongo que será consciente de que me da un poco de miedo tras tener esa reacción agresiva de antes.

Se acerca a mi y posa una mano en mi mejilla, acariciándome con su pulgar. El gesto me parece tan tierno y su mirada arrepentida me impide decirle nada.

Sostengo su mano con la mía y cierro los ojos para disfrutar de su caricia.

Se acerca más y deposita un beso sobre mi frente. Me levanto de la cama y le abrazo para no tener que mirarle a la cara y vea en ellos mi ansiedad.

Me siento muy confundida y tengo ganas de llorar.

En seguida corresponde a mi abrazo.

— ¿Qué te pasa, pequeña?

— Tenemos que hablar. - digo con apenas un hilo de voz- Pero primero hay que curarte esas heridas.

Asiente y señala en dirección al baño.

— Debajo del lavamanos veras un maletín rojo, es el botiquín.

Me dirijo en esa dirección, nerviosa y no me cuesta demasiado encontrarlo. Le miro en el espejo y hago un par de respiraciones tratando de calmarme.

Tomo valor y regreso con el botiquín a la habitación. Pero mis defensas mentales y emocionales se resquebrajan de nuevo cuándo lo veo tumbado en la cama sin camiseta, sólo con un pantalón largo negro de chándal y sus brazos cruzados tras su cabeza.

Me acerco y dejo el botiquín abierto sobre la cama. Me arrodillo a su lado, encima de la cama, y empoezo a rebuscar entre los materiales de curas.

Ambos permanecemos en silencio, mientras me deja limpiarle y desinfectarle los rasguños que tiene en el rostro, y no se queja pese a qué sé que debe de dolerle.

Repito el proceso en sus nudillos, dónde también hay algún corte y finalmente le pongo una crema en las costillas, dónde recibió una fuerte patada, para que se le marche antes el moretón.

Tiene los ojos cerrados y no puedo evitar observarle pensativa.

Si soy uno de sus objetivos, y desde hace tanto tiempo, porqué se muestra tan tranquilo conmigo, porqué me trata así, y porqué dijo que era su novia... ¿Será alguna clave para decir que soy su presa, o algo parecido?

Me mentalizo mientras termino de curarle, para armarme de valor y decirle lo que he visto.

Me inclino un poco sobre él y beso con suavidad sus labios, pensando que tal vez sea la última vez que lo haga.

Pese a mi reticencia inicial por mantenerme lejos de alguien cómo él, soy consciente de que tira de mí como un imán y que realmente quiero estar dónde estoy, aunque sea en la boca del lobo.

Él me corresponde mi beso en seguida y enrosca una mano en mi pelo para profundizar el beso. Nos separamos por la falta de aire y me siento a horcajadas sobre él.

La Chica De La FarmaciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora