capitulo 13

17 2 1
                                    

Tras mi encuentro con Harry, volvió a desaparecer. Ambos tenemos el número del otro pero no me había atrevido a escribirle.

Al fin y al cabo, sólo ha sido sólo una aventura ¿No? No tenemos porqué repetir, ni porqué mantener el contacto.

Yo misma fuí la que le dejé en claro que no quería meterme con alguien que lleva el tipo de vida que lleva él.

Han pasado ya dos semanas. Nuria tampoco ha vuelto a saber nada de Rick, pero a diferencia de mí ella no tiene forma de localizarle.

Estoy atendiendo a una señora mayor en la farmacia. Cuándo le doy su cambio y se va, oigo el timbre de la puerta.

— ¡Buenos días!

Al girarme para saludar mis ojos se clavan en los ojos oscuros de Harry, que me mira con una media sonrisa. Me quedo un poco pasmada, pero salgo de ese estado en cuánto veo que lleva un dedo a sus labios indicándome que guarde silencio, y entonces me fijo en que no viene sólo.

Hoy va acompañado por tres hombres bastante mayores que él. Estarán rondando los 60. Se sitúan frente a mí y me tienden unas recetas de papel.

Las examino y veo que todos esos medicamentos pueden usarse cómo droga. Tal vez con otra persona no me hubiera fijado en ese detalle pero cómo Harry les acompaña, doy por sentado que son justo para eso.

Les preparo toda la medicación, pero de uno de los medicamentos hay tres recetas y sólo tengo dos envases.

— Disculpen, tengo todo lo que me piden menos el Rivotril en gotas, que sólo tenemos dos botellas en stock. Si quieren les puedo encargar la tercera.

— No es necesario, iremos a otro sitio.

— Espera, - interrumpe Harry- yo frecuento ésta zona, si le llega pronto puedo venir a buscarlo.

— ¿Para cuándo estará? - me pregunta el que me dió las recetas-.

— Para ésta tarde, normalmente en sábado por la tarde no abrimos pero hoy estamos de guardia.

— Encárgalo entonces.

— ¿A qué nombre lo pongo?

— A nombre de William Kane.

Kane... Debe de ser el padre de Harry, el jefe de la mafia.

— Bien, aquí tienen el resto. Gracias por su encargo.

Me es imposible no mirarles mientras se van. Supongo que todos esos hombres son del mismo oficio que Harry y por eso no quería que ellos se enteraran de que me conoce.

Además dijo "frecuento esta zona" en vez de "vivo cerca". A lo mejor siquiera entre ellos saben dónde viven los otros.

Cómo les he dicho, hoy estamos de guardia, y eso significa que hacemos turnos para permanecer todo el dia abiertos. A mí me toca quedarme sola esta tarde hasta las 8 y media que viene Carmen a sustituirme.

A eso de las cinco de la tarde, viene Harry de nuevo, ésta vez sólo.

— Qué alegría verte de nuevo, Laurita.

— ¿Tanto te alegras de verme? - me río-.

— Quien sabe. ¿Tienes lo mío?

— Claro, ahora te lo traigo.

Entro a la trastienda para buscar su encargo. Pero mientras lo busco me sorprenden unas manos sujetándome por la espalda, haciéndome saltar en el sitio por el susto.

— ¡Por Dios, Harry! ¿Tienes idea del susto que me acabas de dar?

— Lo siento - se ríe de mí - deja que te lo compense.

Me giro aún entre sus brazos y me empuja contra la estantería con su cuerpo y estampando sus labios contra los míos.

Se me escapa un jadeo de la sorpresa que aprovecha para meter su lengua en mi boca. Pero, ¿Para qué engañarnos? La situación me pone a mil y le he hechado de menos, así que siquiera trato de resistirme y paso mis brazos por su cuello abandonándome a sus besos.

Nos tenemos que separar por la falta de aire, i Christian ríe sobre mis labios.

— Vaya, no esperaba que estuvieras tan receptiva.

— No deberías de estar aquí dentro.

— ¿Y ahora me lo dices?

— Hace un momento tenía la boca ocupada.

Nos quedamos unos instantes mirándonos, sin decir palabra pero en un silencio que no es para nada incómodo.

Harry levanta su mano y acaricia mi mejilla. Pasa sus dedos por mi pelo, llevándose un mechón hasta su nariz y oliéndolo.

— Que bien hueles.

Vuelve sus dedos a mi cara y desciende por mi cuello, erizándome la piel por alli dónde toca, hasta llegar a la cremallera de mi bata.

— Desde el primer día que te ví, aquí en la farmacia, que he pensado muchas veces en quitarte la bata.

— El primer día que me viste, fuiste un borde total. Dudo que ya pensaras en mí de este modo.

— Sí que lo hacía. - dice empezando a bajar lentamente la cremallera de mi bata- Sólo que me jodía demasiado pensar que eras imposible para mí.

— Oh vamos, exagerado. No me creo que te fastidiára tanto teniendo en cuenta que era el primer día que nos veíamos.

— Para tí tal vez sí... Yo ya te tenía hechado el ojo desde hace mucho tiempo.

— ¿Eh? ¿A qué te refieres? ¿Ya me conocías?

— Bueno, digamos que te había visto algunas veces, y llamaste mi atención.

— ¿Entonces...?

— Shhh... Preguntas demasiado y no estás preparada aún para saberlo.

Volvió a juntar sus labios con los míos, moviéndolos lentamente. Sus manos se deslizan por mis hombros quitándome la bata blanca y la dejo caer al suelo. Poco a poco el calor sube y empiezo a perder el control de mis acciones.

La ropa estorba, así que nos la quitamos. Estamos ambos apenas con la ropa interior cubriendo nuestros cuerpos, él sentado en el suelo contra una estantería y yo a horcajadas encima de él. Al mismo tiempo que desabrocha mi sostén, suena el timbre de la puerta indicando que ha entrado alguien en la farmacia.

— Mierda, mierda, mierda...

— No vayas.

— No puedo, estoy trabajando.

Me levanto cómo puedo, con la respiración agitada, tratando de encontrar mi ropa.

— ¿Hay alguien? - gritan desde fuera-.

— ¡Ya voy! ¡Un momento!

Harry con una sonrisa pintada en la cara coge mi pantalón y se lo pone tras la espalda impidiendo que lo coja.

Entrecierro los ojos y decido mi próximo paso sin pensarlo mucho.

— Tú lo has querido. - le digo con una sonrisita-.

Recojo mi bata del suelo y me la pongo sobre mi sujetador, sin camiseta ni pantalón. Por suerte es lo suficientemente larga cómo para que pueda aparentar que llevo un pantalón corto debajo.

En el momento que Harry entiende mis intenciones se le borra la sonrisa de la cara.

— Ah, no.

— Ah, si.

Salgo disparada hacía fuera antes de que pueda retenerme. Al salir veo a un chico joven, un poco mayor que yo.

— Perdona por la espera, trabajo en la trastienda - le resto importancia encogiéndome de hombros-.

La Chica De La FarmaciaWhere stories live. Discover now