Capítulo 1. El comienzo

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Volkov se levantó adolorido de la cama; la noche anterior había sido demasiado intensa.
Observó a su deseado Horacio, y el cómo su cuerpo descansaba paciguadamente, mientras su desnudez era protagonista de aquella obra de arte. Sus labios ligeramente entreabiertos le invitaban a comerlos, su mente se fue directamente a las nubes. Su cuerpo y facciones que lo caracterizan, su humor y el afecto que le tenía a él, su chico de particular cresta.

De pronto, es obligado a salir de sus pensamientos al escuchar lo que le había privado de unas horas más de sueño. Frente al departamento del ruso, en el que habían pasado la noche juntos, después de una hermosa velada, un conjunto de personas corrían desesperadas, como si le tuvieran miedo a algo en específico.

El castaño de ojos café verdoso gimió y abrió los ojos despacio a la vez que peinaba los cabellos rebeldes de su cresta.

- Joder, Volkov. ¿Qué pasa? - Balbuceó mientras intentaba despertarse.

- Tengo un mal presentimiento... tenemos que irnos. - Dijo el ruso a la par que miraba a su novio recién levantado, el cual volteó para verle a los ojos azules que portaba.

Horacio nunca había visto a su novio así, preocupado; el comisario se caracterizaba por ser una persona fría y sin expresiones, pero en ese preciso momento, parecía asustado, como si algo grande estuviera pasando, eso le sobresaltó.

- ¿A qué te refieres? - Pronunció el moreno con una mirada llena de intriga y preocupación, a la par que se reincorporaba y salía de la cama.

- ¿No lo ves? - Dijo mientras fijaba su mirada en la enorme ventana que ocupaba casi dos terceras partes de su habitación. - ¡Las personas huyen de algo, pero no sé de qué!

Horacio, asustado, miró la ventana, pudiendo observar un cúmulo de personas que corrían del edificio cargadas con sus pertenencias más preciadas. Sus músculos se tensaron e inmediatamente la pareja comenzó a vestirse lo más rápido que podían. Horacio se encargó de tomar los objetos más valiosos que tenían, comida y agua, mientras que Volkov caminó apresuradamente a la sala; tomó su abrigo y salió por la puerta, dispuesto a entender que era lo que estaba ocurriendo.

POV Volkov.

Intenté esquivar a las múltiples personas que avanzaban ágilmente los puestos de teléfono y letreros, mientras me dirigía hacia el lugar del que huían.

Logré observar un apartamento, muy cercano al nuestro. Luego de avanzar más, me di cuenta de qué apartamento se trataba. Era el departamento de Conway.

Caminé más hasta que logré visualizar al causante del pánico; ahí había nada más y nada menos que una grieta enorme, la cual con cada segundo que pasaba, se hacía más grande, tragándose todo a su paso, tanto las calles, automóviles y hasta edificios.

El edificio de la persona que consideraba mi padre estaba siendo tragado lentamente por una abertura en el suelo, con una profundidad inexacta. Estaba claro que una vez cayeras, nadie iba a poder sacarte de ahí.

Intenté buscar a Conway por los alrededores, pero fue imposible, la grieta cada vez se hacía más y más grande. Los oficiales le solicitaban a los civiles que se apartaran del lugar, no había manera de encontrarlo.

Mi corazón se paralizó al observar una pequeña apertura de menos de un metro abrirse a una distancia bastante peligrosa de mi departamento. Lo primero que pude pensar fue "Horacio". Con el corazón en un puño me dirigí lo más rápido que pude a mi hogar, el cual estaba a punto de ser consumido por la misma tierra.

Justo a los pies del edificio lo encontré a él. Portaba una mochila cargada de comida y agua, nuestros celulares, mi computadora y tableta, así como su osito de peluche. Rápidamente tomé su mano y le conté lo que ocurría mientras evacuamos el área.

...

- ¡¿Qué mierda dices?!. ¿Qué el edificio de Conway se hundió por una grieta? - Dijo Horacio enojado y asustado. Estaba tan sorprendido que empezó a pensar que Volkov había quedado loco de tanto vodka.

- Puedes venir y averiguarlo por ti mismo. Necesitamos encontrarlo.- Dijo el comisario preocupado; ya había perdido a toda su familia, no podía permitirse perder a un miembro más de ésta. - No quiero ni imaginarme lo que le pudo haber pasado en caso de no encontrarlo...

- ¡¿Viktor!?. Lo que dices, ¿va en serio? - Cuestionó el moreno, aún sin poder creer lo que su amado decía.

- ¿Qué?, ¿acaso crees que contraté a cinco mil personas para que salieran corriendo en frente de nuestro departamento? - Bramó un ruso igual de enojado y preocupado que su pareja. No era su intención ser grosero, pero su cerebro aún no lograba procesar todo lo que estaba ocurriendo.

- Bueno, vamos. Hay que encontrarlo. - Dijo el menor a la vez que se recolocaba la mochila en la espalda para una mejor comodidad, pero justo en ese momento, otro nombre inundó sus pensamientos y con un hilo de voz pronunció. - Gustabo.

...

Pasaron por lo menos tres horas en las que ambos sujetos buscaron exhaustivamente a la persona que consideraban su padre y a Gustabo, el hermano del chico de cresta.

Caminaban por la ciudad con calma, se perdían entre los callejones donde observaban a las personas apoyadas en la pared mientras consumían comida enlatada.

Cuando la pareja atravesó la calle principal, frente a Garaje Central, los lamentos de mujeres que habían perdido a sus hijos, de niños sin hogar que buscaban a sus padres desaparecidos, y personas en shock siendo atendidas por los paramédicos, se hicieron presentes. Rápidamente Horacio desvío la mirada de aquella imagen. La escena era demasiado para él y su corazón, ya que, aunque quisiera, sabía que poco podía hacer.

Horacio estaba inmerso en sus pensamientos cuando, a lo lejos, divisó cómo un pequeño niño lloraba desconsoladamente mientras tomaba con la mano a su pequeño osito de peluche, muy parecido al que portaba Horacio en la mochila. Verlo en tal estado le destrozó aún más el corazón, pues se vió reflejado en él; un niño castaño que lloraba en las calles buscando a sus padres, cuando encontró a Gustabo, su hermano, quién lo cuidó por el resto de sus días.

Horacio tomó delicadamente la mano del ruso, el cual estaba dispuesto a continuar su camino, para solicitarle con la mirada que parase. Una vez éste lo hizo, el moreno se acercó cuidadosamente al niño bañado en lágrimas, llamando su atención.

- ¿Por qué lloras? - Preguntó tiernamente al pequeño, a la par que se agachaba y tomaba los hombros del niño para intentar calmarlo y brindarle confianza.

- Perdí a mis padres, no sé dónde están. Me siento solo y no sé a dónde ir. - Horacio reprimió las lágrimas y esbozó una sonrisa triste.

Volkov miró la escena confundido, hasta que finalmente entendió y se dió cuenta de lo que esa situación significaba para el amor de su vida. Por ello se acercó lentamente al niño, colocándose a un costado de Horacio con una sonrisa amable.

- Nosotros también perdimos a nuestro padre y él a su hermano. - Pronunció,  mientras apuntaba con el dedo a Horacio, quién con una sonrisa, tomó su mano en señal de gratitud por apoyarlo con la situación. - ¿Quieres acompañarnos y así buscarlos juntos?

El niño limpió torpemente sus lágrimas con la manga del suéter de Superman que portaba, posterior a ello, asintió y tomó la mano de Horacio, que con una sonrisa de oreja a oreja, se reincorporó y comenzó a caminar.

Por lo menos, la pareja ya no estaba sola; ahora tenían a un pequeño acompañante, quién iba a estar a su lado en lo que intentaban descubrir qué era lo que ocurría.

La separación - VolkacioWhere stories live. Discover now