Capítulo 9. Celos

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- ¿¡ZACK!? - Sus gritos del comisario inundaban el lugar, los edificios caídos al rededor formaban una espesa nube de polvo y pintura seca. - ZACARÍAS HEMOS VUELTO...

-¿Cómo luce el? - Preguntó Gustabo preocupado al ver el desastre que se alzaba ante sus ojos. - No sé quién es pero quiero ayudar.

En el transcurso de ida, ambos individuos, uno enamorado del otro, donde la simple presencia del contrario era algo incómodo, el comisario no le habló sobre Zacarías, al menos no como debió hacerlo, solo le mencionó que era su amigo y que le prometieron regresar, aquello dejó al rubio bastante fuera de sí, pues no entendía cuántas cosas habían pasado su hermano y aquel hombre que tan loco le volvía para hacerse amigo de una persona en tan poco tiempo.

- Tiene el cabello negro, la última vez que lo vimos portaba un suéter de Superman rojo, pantalones negros...- Paró de hablar en seco, su respiración se cortó luego de observar a los policías, a quienes les dio la tarea de cuidar al pequeño, tirados en el suelo con sangre emanando de su cabeza debido al impacto de los escombros.

El peligris saltó cual canguro entre los escombros, esquivó a las personas que con trabajo lograban salir de ahí, se acercó a la ubicación de aquellos desafortunados agentes, se arrodilló a un costado del cadete Miller, levantó su cabeza y puso presión con sus palmas en el golpe.

- Miller...¡MILLER! ¿PUEDES OÍRME?, POR FAVOR, ¡DIME QUE PUEDES ESCUCHARME!- Los ojos de aquel oficial estaban cerrados, cristalizados, lágrimas de dolor caían por sus mejillas, lentamente recobró el pensamiento y observó entre aquel desastre la figura de su superior, sin embargo, solamente alcanzó a decir unas cuantas palabras antes de irse para siempre.

- El está bien...

Solo bastaron aquellas palabras para hacer sentir a Viktor un rayo de esperanza recorriendo todo su cuerpo, sin embargo, éste no duró para siempre luego de sentir como el cuerpo de aquel agente se volvía más pesado a la par que sus ojos dejaban de moverse y se fijaban en el cielo azul. Volkov con sus músculos tensos colocó las yemas de sus dedos sobre los párpados de aquel cuerpo y los cerró lentamente para dejarlo suavemente reposando sobre el suelo.

Gustabo por su parte, comenzó a ayudar a los heridos cargándolos en sus brazos y ayudándolos a llegar donde los paramédicos para que éstos pudieran tratarlos, ahí se percató de un pequeño niño que lloraba desconsoladamente por las heridas que tenía en sus brazos y rostro mientras rogaba que ayudarán a los policías que se encontraban donde Volkov, observó sus características, sobre todo aquel suéter cubierto de escombros y cemento seco que volvía blanquecino el rojo de la prenda, por ello, confundido fue a buscar al mayor.

- No me dijiste que tu amigo era un crío...- Le mencionó a sus espaldas mientras observaba como se ponía de pie luego de dejar los cuerpos de los agentes.

- No tenía ni tengo porque decirte nada, muestra un poco más de respeto. - Le espetó con odio, estaba cansado, no exactamente de él sino del constante miedo que tenía de perder a las personas que más amaba. - Aparta, subnormal.

El comisario caminó entre la gente con la que anteriormente había tenido una amena conversación dejando atrás al rubio confundido que portaba un suéter rojo, hasta que se topó con los ojos azabache por los que había regresado.

- ¡Zack!- Bramó de felicidad, mientras se acercaba con lágrimas en los ojos al verlo de una sola pieza a pesar de las heridas que tenía.

- ¿Volkov? - Preguntó con ternura mientras le miraba con las pupilas tan brillantes como estrellas. - ¡VOLKOV!

El pequeño se puso de pie saltando de la silla donde se encontraba sentado, dejando a la enfermera con el algodón en la mano y una cara divertida pero seria pues no pudo terminar de curarle las heridas; el infante corrió hacia los brazos del comisario quien gustoso lo tomó y le dio un abrazo formulando una sonrisa de oreja a oreja mientras le miraba con entusiasmo.

La separación - VolkacioWhere stories live. Discover now