Capítulo 3. Hora de irse

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- Debemos seguir buscándolos y no sé si es seguro traer a Zack con nosotros, es un pequeño de pocos años, no podemos llevarlo, debe quedarse y encontrar a su familia, es más seguro así.

Nunca imaginaron que el pequeño los estaba escuchando con una sonrisa triste hasta que uno de los militares atravesó el pasillo corriendo y se posicionó detrás de la puerta, tomando al nene en brazos mientras decía "Perdonen, agentes, el pequeño se escapó, es muy hábil, espero no haberles interrumpido". El pequeño Zack comenzó a llorar mientras gritaba "¡No quiero que se vayan! ¡Quiero ir con ustedes!".

El moreno se incorporó con el propósito de levantarse de la cama para calmar al pequeño, sin embargo, su pecho dolía y se encontraba aún débil; el ruso al percatarse de ello, con el corazón encogido, se levantó del lugar donde estaba sentado y caminó dónde estaba el militar, tomó al pequeño en brazos y con voz tranquila le dijo:

- Es muy peligroso, no queremos que te hagan daño, eres muy joven, mereces ser feliz y encontrar a tu familia así como nosotros debemos buscar a la nuestra.

El pequeño aún con lágrimas en los ojos negó con la cabeza y sacudió su cuerpo como gusano en forma de berrinche para que el mayor lo soltara de su agarre, sin embargo, éste lo abrazó y le dijo:

- No te estamos abandonando, solamente queremos que seas feliz.

- Pero no quiero quedarme solo. - Al parecer esas palabras tocaron una parte profunda del corazón de Volkov pues no supo que más decir.

Por su parte, Horacio estaba impotente pues no pretendía hacerle creer al pequeño que no lo querían o que lo abandonarían, al contrario, solo buscaban su felicidad y ellos debían buscar a su propia familia.

- Zacarías, ¿Que pasará si algo nos sucede? No podrías ver a tu familia de nuevo, y ¿Qué tal si tus padres están de camino al refugio? ¿Qué pasará si te vas y ellos no te encuentran? - El pequeño se mantuvo en silencio mientras escuchaba las palabras del chico de cresta; no había pensado en ese hecho, solamente quería regresar a su vida, ver a sus amigos, jugar con sus padres y asistir a la escuela incluso cuando la odiaba.

...

Como todo niño pequeño, la ausencia de una figura paterna duele y asusta, te hace sentir solo, sobre todo cuando las cosas cambian de manera repentina pudiendo incluso generar un trauma.

Los últimos recuerdos del infante con sus padres fueron hace tan solo unas horas, cuando su padre jugaba a ser un enorme dragón, él, un caballero, quién salvaría a la princesa del castillo (cabe mencionar que dicha princesa era su pequeño osito), mientras su madre cocinaba; de un momento a otro un enorme temblor sacudió su hogar, la familia alarmada, salió a prisas del lugar, encontrándose una grieta que poco a poco aumentaba de tamaño.

Sus padres llevaron al niño lejos de la zona de peligro; encontraron un cúmulo de gente que era guiada por unos policías, hablaron con ellos y les pidieron de la forma más amable que supervisaran al pequeño mientras ellos regresaban a su hogar para tomar los materiales indispensables que les hacían falta, pues lo único que pudo tomar el pequeño fue a su osito; sin embargo, pasaron más de cuatro horas y jamás regresaron; los policías se alejaron del pequeño dejándolo abandonado en medio del lugar, fue justo en ese momento cuando la pareja lo encontró, solo, en medio de la calle.

Lamentablemente, la pareja no sabía nada acerca de lo que ocurrió antes de la tragedia, por lo que ni siquiera se detuvieron a pensar en la posibilidad de que los padres de Zack estuvieran muertos.

Luego de las palabras del moreno, el pequeño asintió con tristeza entendiendo la situación y las razones por las que debía quedarse en el refugio siendo vigilado, solo esperaba que ésta vez no lo abandonaran los agentes que se supone, debían cuidarlo.

...

Pasaron unas horas desde ese momento; los tres mosqueteros pasaron un tiempo juntos después de que Horacio se encontrara mejor y pudiera levantarse de la camilla. Se la pasaron hablando, Zack les contó sobre sus aventuras en el colegio, Volkov y Horacio le hablaron ligeramente sobre su infancia, controlando sus palabras para que el pequeño pudiera entenderlo y no preocuparse por algo del pasado, finalmente llegó la noche, el moreno y el ruso se acostaron juntos mientras abrazaban entre ellos a Zacarías quien llevaba dormido desde hacía unos minutos debido a la tranquilidad que ambos individuos le proporcionaban.

La pareja se miraba a los ojos en silencio, como si hablaran solamente con la mirada y fueran capaces de entender el universo tan solo con aquel gesto; después de un largo tiempo de esa forma, Horacio interrumpió el silencio sepulcral con un susurro:

- No sé si seré capaz de dejarlo, creo que me he encariñado demasiado con él. - Levantó una de sus manos y acarició el cabello del infante haciendo círculos con él mientras que su novio lo veía con ternura.

- Creo que tampoco seré capaz. - Su sonrisa de desvaneció. - No quiero dejarlo solo, nos necesita, pero tampoco quiero que corra riesgos.

- Pienso lo mismo...

...

Justo después del amanecer, cuando todos se encontraban aún dormidos, la pareja comenzó a preparar sus recursos para marchar; sin embargo, ninguno quería alejarse de Zack pues fue como una luz en sus vidas.

Horacio se encontraba pensativo mientras cerraba la mochila donde había guardado los elementos importantes, en un momento, un enorme sentimiento de culpa invadió su cuerpo, sentía que estaba traicionando al pequeño y le dolía aún cuando lo acabara de conocer.

Su novio, Viktor, hablaba con los militares de confianza que tenía, solicitándoles que por favor cuidaran del pequeño, no quería que nada le pasase; regresando de hablar con ellos, encontró un triste moreno que caminaba hacia él.

- Creo que es hora de irnos, no sé si seré lo suficientemente fuerte para irme si el pequeño despierta. - Un pequeño jalón en su pantalón lo alarmó pues al voltear se encontró un pequeño Zacarías adormilado que abrazaba su pierna mientras lloraba.

- Por favor, no se vayan... - Las lágrimas comenzaron a correr como arroyos en el rostro del infante.

La separación - VolkacioOnde as histórias ganham vida. Descobre agora