Capítulo 15

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Lunes.
1:15 p.m.

Después de un típico y aburrido día de clases, Gun se encontraba en al automóvil del castaño –junto con él, por supuesto-, camino a su casa para uno más de sus encuentros. Como era costumbre, la música era lo único que impedía que fuesen en un tenso silencio, y también como siempre, Gun se aburrió de ellos y decidió hablar.

—Entonces… todo bien con Nirin, ¿no? —cuestionó vacilante, mirándolo un poco de reojo y jugueteando con un hilo suelto en la camisa de su uniforme escolar.

—Te lo confirmé apenas comenzó el día y lo volvía hacer hace unos diez minutos, Gun —dijo Off en respuesta, sin apartar los ojos del camino—. ¿Cuántas veces más me lo vas a preguntar para dejarlo ir?

Gun se encogió e hombros, aquel asunto le preocupaba, pero no tanto. La razón de que estuviese preguntando por tercera ocasión en el día, era porque por tercera ocasión se había arrepentido de decir lo que realmente quería. Necesitaba urgentemente tocar el tema tratado con Namtan o se volvería loco.
—No lo sé, supongo que un que un simple “Sí” no me deja conforme. ¿Qué le dijo exactamente?

—Primero que nada le esplique que los hombres no pueden quedar embarazados y mucho menos por un simple beso —comenzó, un poco a regañadientes—, después le dije que vio mal, que nosotros no nos estábamos besando, que una abeja me picó y que tú como buen samaritano tan solo tratabas de ayudarme a sacar el aguijón.

—Sí, claro, se lo estaba sacando con la boca, ¿No?

Off se encogió de hombros.
—Succionando podría salir. De cualquier forma, no importa si es plausible o no, para Nirin fue suficiente y no hizo más preguntas.

—Bueno, sí. Y ¿prometió no decirle que no dijera nada, ella se quedó con que me ayudaste y ya. No le va a contar eso a Aly, te lo aseguro.

—No puede estar tan seguro de eso.

—Sí, sí puedo, conozco muy bien a mi sobrina —dijo, dándole una mirada fugaz—. Nirin es una niña bastante comunicativa, pero jamás cuenta algo irrelevante. Yodo lo que dice, que trate sobre terceros, es importante y bueno. Le dejé claro que entre tú y yo no hay nada, así que hasta ahí quedo el tema —añadió firme, esperando dar por terminada también esta charla.

—Oh, ya veo —Asintió lentamente, tratando de alejar ese pequeño dolor que sus ultimas palabras le causaron—… Pero —No podía dejarlo así, ya que Off tocó aquello de lo que quería hablar, era su “ahora o nunca” —…si hipotéticamente, usted no le hubiese dicho eso del final a Nirin, y ella se lo contara a su familia, ¿realmente sería muy malo que ellos creyeran que nosotros somos pareja?

Off lo miró de manera fugaz, pero no pudo capturar su mirada para saber si aquello que decía venia en serio o de broma, pues Gun estaba cabizbajo, mirando su propio regazo.
—Por supuesto que sería malo. ¿Si entiendes que el que un prof-

—Sí, pero no como profesor —interrumpió, dirigiendo su vista haca él—, sino como Off. ¿Sería tan malo que ellos creyeran que usted Off, y yo, Gun, estuviésemos saliendo?

—Si, lo seria —afirmó, sin atreverse a tratar siquiera de mirarlo nuevamente—. Tengo 36 años, Gun literalmente te dolblo la edad.

—¿Eso qué importa? Ya soy adulto.

—Desde hace solo un par de meses le recordó—. Además de que no hay necesidad de que crean algo que no es; lo nuestro es un asunto privado, y como dices ambos somos adultos, por lo que sabemos que lo único que tenemos es sexo sin compromiso. Así lo acordamos desde el principio.

Las palabras que Namtan le dio el día anterior taladraron su mente en ese preciso momento: “Están en un maldito free, no hay nada que grite más no quiero nada serio que eso”. Trago saliva sonoramente
—Sí, tiene razón. Disculpe por hacer tantas preguntas estúpidas —Dicho esto, se giró para ver por la ventanilla de su lado.

Un rastro de tristeza o algo parecido cruzaba por la voz de Gun y esto por supuesto no pasó desapercibido para Off. No quiso hacerlos sentir mal, pero no le quedaba muy claro con que parte de todo lo que dijo lo hirió. Él siempre decía las cosas como iban, razón por la cual no tenía muchos amigos, a muchos no suele gustarles que les hablen directo y sin tacto.
—Oye —habló luego de un par de segundos en tortuoso silencio.

—¿Qué?  —cuestionó Gun, sin molestarse en girarse hacia él.

—¿Recuerdas que me habías dicho que te gustaban muchos esas paletas con exceso de chocolate?

—No es exceso, tan solo la nieve del interior es de chocolate blanco y la cubierta de chocolate negro, es muy poco.

—Bueno, pues para mí es exceso —dijo, encogiéndose de hombros—. Como sea, ayer fui al supermercado para hacer la compra y me encontré con esas cosas, así que recordé lo que me dijiste y compre un par de cajas.

Gun se giró rápidamente para verlo con una gran sonrisa y ese brillo en los ojos que siempre tenía.
—¡¿De verdad?! ¡¿Un par de cajas?!

—Mhm —afirmó, tratando de reprimir la risa que los cambios de humor del rubio le provocaba—. Son cinco cajas, pero de cualquier manera no es mucho, creo que cada una solo trae cuatro de esas cosas.

—¿Esas son veinte paletas! ¡Es asombroso! "

—Vaya, sabes multiplicar.

Gun rió, rodando los ojos.
—Creo que el hecho de estar pasando últimamente la mayoría de mi tiempo con un estricto profesor de matemáticas me ha ayudado bastante.

—Sí, lo ha hecho.

—Entonces, ¿serán diez para cada uno? —cuestionó, sonriente.

—No, serán todas para ti. Aunque tal vez te sorprenda, yo no soy muy fan del chocolate que digamos.

La sonrisa del menor se amplió de forma lenta casi cómica.
—¿Está diciendo que compro cinco cajas de algo que ni siquiera la gusta solo porque yo le dije que me gustaba?

Off hizo un leve asentimiento con la cabeza.
—Eso dije.

Un nuevo rayo de esperanza se instaló en el corazón del menor, y bueno, no pueden culparlo, tan solo es un chico teniendo su primer experiencia real de amor. Gun jamás se había enamorado y vaya que las emociones eran tan fuertes como estar en una montaña rusa. «Aunque quizás no sienta amor por mí, sé que al menos me aprecia y soy un poco más que solo el chico al que jode… Puedo estar bien con eso», se dijo internamente.
—Nunca pensé que diría esto, pero usted es el mejor —dijo, antes de quitarse el cinturón de seguridad, colocándose sobre talones e inclinarse hacia él para tomar sus mejillas y besarlo en los labios.

Aunque no duro mucho, pues Off, bastante precipitado, lo alejo e hizo volverse a sentar.
—No puedes hacer eso mientras conduzco, vas a ocasionar un accidente.

—Lo siento, me emocioné.

Una baja risa escapó entre los dientes del mayor.
—De acuerdo —Bajó un poco la velocidad—, dame uno más.

De nuevo la enorme sonrisa apareció en el rostro del ojimarrón. Se volvió a colocar sobre sus talones y presionó sus labios contra los ajenos en un corto beso.
—Listo —Volvió a sentarse de manera adecuada. Suspiró internamente, estos pequeños momentos fueron los que lo hicieron sentir ese algo más por él. Y ya que posiblemente Namtan tenía razón y no podrían llegar a ser nada más que un simple “free”, entonces aprovecharía al máximo lo que tenían. Eso definitivamente era mejor que nada—. El sábado dejamos algo pendiente, ¿recuerda? —dijo, comenzando a desabrochar los tres botones en su camisa.

—Sí, por eso vamos a casa… a mi casa.

—Pues sí, pero lo comenzamos en el auto y yo creo que deberíamos de terminarlo en el auto —dijo, quitándose la camisa y dejando al descubierto su ligeramente mercado torso.

Off le dio una mirada fugaz por enésima vez ene l corto trayecto.
—Sabes que no podemos. Sí alguien nos viera incluso podrían llevarnos a prisión por ello.

—Lo sé, pero sus vidrios son semi- polarizados, nadie que no se acerque demasiado podría vernos. Además de que no pasa mucha gente por aquí a estas horas y no creo que haya ningún curioso que quiera detenerse para ver porqué estamos estacionados.

—No lo sé, ya estamos a pocos minutos de mi casa.

—Bueno, entonces se va a perder la experiencia de ser montado en un coche —dijo, tomando su camisa de su regazo para volver a ponérsela, pero antes de que siquiera pudiese voltearla, Off se la arrebató.

—Está bien —Se salió del camino y se detuvo al lado de la carretera. Se quitó el cinturón y se giró hacia donde el rubio para tomarlo por la nuca y acércalo para un beso; una suave mordida al labio inferior ajeno fue su pase para hacer que el menor abriera la boca y él pudiese introducir su lengua.

—Vamos al asiento trasero —dijo Gun, cuando se separaron para tomar un poco de aire.


Off bajó del coche para poder cambiarse hacia atrás, mientras que Gun tan solo pasó por dentro entre los asientos. Apenas Off estuvo dentro nuevamente y hubo cerrando la puerta, Gun se colocó a horcadas sobre se regazo y retornaron el húmedo beso.

Bastaron un par de segundos más para que el ojimarrón alejara su mano derecha del ancho hombro de su amante y la llevara hacia el sur para desabrocharle el pantalón y poder meterla allí. Acariciaba y de vez en cuando apretaba suavemente el miembro del mayor, el cual no tardó en ponerse duro cual roca.

Gun podía sentir el necesitado palpitar en la palma de su mano, le encanaba saber que podía causar que su enamorado tuviese una erección en tan poco tiempo, le encantaba causarle placer. Y le daría aún más. Bajó sus labios en húmedos besos por la rasposa mandíbula hasta dejarlos en su cuello; comenzó con una succión suave, arrancándole un ronco gemido al mayor, quien dejó caer la cabeza hacia atrás en el respaldo mientras llevaba sus manos al firme culo de ojimarrón.

Gun se encargó de dejar dos chupones grandes y visibles, uno a cada lado de la garganta ajena. Un poco infantil el querer marcar como suyo algo (o en este caso “alguien”) que no lo era, pero así lo hizo. Sacó su mano del pantalón del mayor y junto con la otra las llevó hasta las mejillas de Míster Jumpol para poder hacerlo reincorporarse y tomar sus labios en un nuevo beso. No quería dejar de besarlo nunca.

Bajó sus delicadas manos por los pectorales y el trabajado abdomen enfundados y los volvió a subir en una lenta caricia para poder comenzar con su trabajo de sacar cada botón de ojal. Mientras él hacia aquello, Off lo tomó por las caderas para obligarlo a moverlas de adelante hacia atrás y crear fricción entre ellos. Ambos jadearon entre el beso. Sus respiraciones se volvían más pesadas y sus erecciones más dolorosas.

Cuando el ultimo botón de la blanca camisa fue retirado, Gun se encargó de quitarle la delgada prenda, deslizándola por los fuertes brazos de su amante. Rompió el beso para poder admirarlo y depositar un par de besos por el amplio pecho bronceado.

—¿Te gusta lo que ves? 2cuestionó Off con una gran sonrisa, al notar como Gun lo miraba y se relamía los labios.

—Me encanta todo de usted —confesó Gun en respuesta, pasando las palmas de sus manos por los duros hombros.

—Es bueno saberlo, porque me encuentro en la misma situación respecto a ti —dijo, tomándolo por la diminuta cintura.

El rostro de Gun ya estaba rojo por la intensidad del momento, pero con aquellas palabras, pudo sentir un nuevo calor llenando sus mejillas.
—¿Ah, sí? —Off asistió, subiendo y bajando sus manos por ese delgado torso—. ¿Le gusta todo de mí? ¿Incluso por dentro?

—Cuando no estas siendo un chico desobediente sí, me encanta tu forma de ser —respondió, antes de tomar uno de los rosados pezones entre sus labios. Se apartó apenas le dio una o dos suaves mordidas—. Sin embargo, aunque me molesta cuando no haces las cosas como son debidas, no te cambiaría nada si tuviese la oportunidad —añadió, para poder continuar dándole la debida atención a aquellos erectos botones, con los cuales, debía admitir, tenía cierta fijación.

El corazón del rubio latió un poco más rápido.
—Yo tampoco le cambiaría nada a usted, Off —dijo, antes de llevar sus delicados dedos a las castañas hebras.

Cuando Off sintió que los pezones ya estaban bien, desabrochó el pantalón del menor.
—Quítatelos.

El rubio rápidamente se bajó del regazo del mayor y se pasó a un lado sobre el asiento para poder despojándose de la última prenda exterior que le quedaba, y mientras tanto Off se bajó el propio junto con sus boxers, dejándoselos debajo de las rodillas.

Off tomó su miembro erecto y comenzó a masturbarse, deleitándose con las divertidas y excitante vista de Gun peleando con su pantalón por no poder sacárselo debido a que no se retiró los zapatos primero.
—¿Todo bien? —cuestionó, entre una ronca risa.

Gun también rió con un toque de impaciencia.
—No, ayúdeme —pidió, recostándose en el asiento y subiendo sus piernas a las del ojiazul.

El castaño le quitó sin problemas los zapatos y los lanzó al asiento del copiloto, para posteriormente sacarle la prenda a su amante.
—Tan sencillo como eso.

—Sí, sí, basta de burlas —dijo el menor, antes de retirarse los boxers y reincorporarse sobre sus rodillas—. Soy torpe cuando estoy impaciente.

—Lo sé —aseguró tranquilo, tomándolo por la cintura para colocarlo nuevamente sobre su –ahora desnudo- regazo. Coloco una de sus enormes manos en un glúteo del ojimarrón y llevó la otra cerca de su propio rostro para poder escupir en sus dedos.

—Para este entonces ya debería saber que necesita cargar la botella de lubricante con usted —dijo Gun, al sentir el cálido y ligeramente espeso liquido ser untado en su entrada.

—Perdón, pero yo no tenía planeado que lo hiciéramos en otro lugar más que en mi casa —se excusó, mirándolo fijamente para poder disfrutar de la mueca que atravesó de manera fugaz el rostro del rubio al sentir dos largos dígitos entrar en él.

—Pues deberías saber que soy impredecible —dijo, propinándole un suave masaje en los hombros antes de fundir sus labios en un demandante beso. ¿Ya dijo que amaba besar a Míster Jumpol?

Los ensalivados dedos de Off entraban y salían de aquel estrecho canal tan rápido que el acuoso sonido pronto inundó el interior del coche. Un agudo gemido por parte de Gun dio por terminado el caliente beso cuando Off doblo sus dígitos y rozó con la próstata del rubio.

—¿Ya estás listo? —cuestionó Off.

—Sí —afirmó el menor casi en un jadeo. Se elevó sobre sus rodillas, mientras el ojiazul tomaba su propio miembro para alinearse, y después comenzó a bajar empalándose lentamente hasta que quedó completamente sentado en el mayor—. Oh, buen Dios —jadeó, dejando su cabeza descasar sobre el hombro izquierdo del castaño.

En los pocos minutos que aguardaron a la espera de que el ojimarrón se acostumbrara a la invasión, Off repartió suaves caricias por las lechosas espalda y cintura de menor, disfrutado al sentir en la yema de sus dedos como la delicada piel se erizaba ante su taco.

Gun no informó con un “listo” como siempre para anunciar que ya podían comenzar, esta vez tan solo se ayudó en los hombros ajenos para elevarse un poco sobre sus rodillas y volver a empalarse de un solo sentón.
—Ah —gimió, echando la cabeza hacia atrás.

Off lo sostuvo con fuerza por las caderas, para ayudarlo a elevarse y sencillamente porque le encantaba sostenerlo así.
—Tan bueno —dijo con voz ronca, relamiéndose los labios.

Gun sonrió de lado.
—Así se siente —dijo, antes de volver a elevarse y dejarse caer. Continúo haciendo aquello, buscando un buen ritmo para el placer de ambos, pero sobre todo, buscando dar con su punto dulce. Una estoca tras otra y no lograba dar con el—. ¿En dónde demonios est- ¡Ah! —gimió alto al golpear su próstata con la ayuda de Off al bajarlo de un tirón.

Off rió ronco.
—¿Buscabas eso?

—Oh, sí. Sí, sí, sí —Volvió a elevarse y sentarse, tomando un ritmo veloz, taladrando aquel exquisito lugar en su interior.

El sonido del choque piel con piel era casi constante y alto como los gemidos y balbuceos de Gun. Los vidrios del automóvil pronto estaban ligeramente empañados y este tenía un suave movimiento.

Off cambió una de sus manos hacia el necesitado pene del menor, ya era hora de atenderlo; con su dedo pulgar quitó el líquido pre-seminal que escurría de la punta y junto con el sudor que ya tenía lo utilizó para poder moverse sobre el falo masturbándole con la misma velocidad en la que Gun lo montaba.

—Oh, Dios, se siente tan bien 2dijo el rubio, difícilmente por el cansancio y el placer, echándole los húmedos cabellos hacia atrás y haciendo lo mismo con los del mayor.

—Muy bien —concordó el castaño.

Bastaron solo uno o dos minutos más para que Gun acabara manchando el abdomen y mano del mayor con su semen, arqueando su espalda y estremeciéndose con un alto gemido.
—¡Oh, Off!

El ojiazul apenas dejó que el rubio tomara un poco de aire al concluir su orgasmo, cuando ya lo había recostado en el asiento y se había posicionado entre sus piernas para volver a entrar en él.
—Ah —un ahogado gemido escapó de los labios del menor, después de llegar a la cúspide siempre se sentía terriblemente sensible. Se sostuvo con los brazos hechos gelatina de los bíceps del castaño y se dejó hacer.

Off dio estocadas firmes y duras hasta que logró alcanzar su propia liberación, llenando el interior del ojimarrón con su esencia.
—Oh, sí —gimió, antes de dejarse caer sobre él y repartir húmedos besos por su cuello—. Y… ¿aun quieres ir a mi casa? ¿O prefieres que te lleve a la tuya?

—Aun quiero ir —respondió Gun entre una perezosa risa—. No puede decirme que me compró veinte de mis paletas favoritas y después esperar que no quiera ir por ellas.

—Bien, entonces —Se levantó sobre sus codos y picoteó—, arriba y a continuar que ya casi llegamos.

—Vístame usted, yo estoy cansado.
Off rodó los ojos, pero aun así comenzó a colocarle su uniforme.

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Espero que lo hayan disfrutado 🤭🤭🤭🤗🤗🤗

Teacher (OFFGUN)Where stories live. Discover now