TREINTA Y OCHO

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Queridos lectores: 

¡He vuelto!

Siento la tardanza, pero la vida me ha absorbido y apenas he tenido tiempo para sentarme a escribir. 

Ya estamos en la recta final de esta historia, la que, para sorpresa de ustedes, será solo la primera parte. Así es, El Debido Proceso tendrá una secuela que se llamará "La luz a través de la grieta", otro libro del afamado y ficticio Effiel. A esta le seguirá una tercera y última entrega cuyo nombre aún no será revelado. Juntas completarán la trilogía "William y May". 

Espero disfruten este capítulo tanto como yo lo hice al escribirlo. 

Saludos y gracias por sus comentarios.

PD: Sigan cuidándose. Pronto saldremos de esta maldita pandemia. 

...

William entró a su oficina y contempló de hito en hito el sitio que había sido su vía de escape desde hace cuatro años, cuando fue requerido personalmente por el entonces decano para impartir la cátedra de derecho común a pesar de que recién había cumplido los veintiséis años. En principio, él había declinado la oferta por considerar que era demasiado joven para el cargo, pero la idea de hacer sentir orgulloso a su padre terminó por convencerlo. Sin embargo, cuando se lo dijo, no recibió más que una mirada seria y un asentimiento de cabeza.

— Una vergüenza habría sido si no te la ofrecían — respondió Benjamin, con voz gélida.

William asintió la cabeza, con las manos en sus bolsillos y los puños apretados. Aquella había sido una de las tantas veces en las que trató inútilmente de impresionar a su padre.

Un largo suspiro escapó de sus labios mientras iba a su escritorio y comenzaba a ordenar sus cosas. No pudo evitar pensar en lo que diría su padre sus supiera que lo habían expulsado de una de las mejores universidades del país. El muy canalla seguramente sentiría vergüenza y le enrostraría una y otra vez las tantas oportunidades en las que pudo ser aún mejor, pero que, a juicio de él, quedó en el camino. William no era del promedio, pero su padre se afanaba en tratarlo como tal.

William sacudió la cabeza. En esos momentos, lo último que debía ocupar su mente era su padre. No valía que se preguntara si lo había decepcionado, porque estaba claro que el único que debía sentirse avergonzado era Benjamin Horvatt y su red de mentiras y corrupción. William estaba fuera de la universidad, sí, pero no llevaba años fomentando la muerte de cientos de personas.

En realidad, no había nada de lo avergonzarse, pensó, una vez hubo ordenado todo.

Antes de salir de su oficina, pensó en marcar a Aaron y contarle lo que había ocurrido, pero desechó la idea con un ademán de cabeza. Ya tendría tiempo para hacerlo. Ahora solo deseaba llegar a su apartamento, darse una larga ducha y prepararse para visitar a May Lehner.

En estos momentos, ella era su mayor prioridad. Ella y lo que pudiera descubrir en Matanza, claro.

...

May estaba furiosa. Tanto que, de estar sola con el decano, le habría aventado a la cabeza un objeto muy contúndete.

¿Cómo era posible que expulsara a uno de sus mejores maestros por algo que no era la gran cosa?

Al fin de cuentas, William había actuado profesionalmente aun a pesar de lo que ocurría entre ellos y jamás había dejado que los sentimientos se mezclaran con lo académico. May no tenía las notas más sobresalientes en la materia ni mucho menos. Era una estudiante más y así podría haber sido por el resto del año si tan solo el maldito de Grunberg no hubiera metido su enrojecida cara entre ellos.

EL DEBIDO PROCESODonde viven las historias. Descúbrelo ahora