Según iban pasando los días, las cosas no iban a mejor.
Bianca seguía sintiéndose como una imbécil en el trabajo. Había tantas cosas que aprender, que no entendía, que empezó a preguntarse para qué demonios había estudiado la carrera si no le estaba sirviendo para nada.
Ione seguía triste. Cada día iba un poco a mejor, pero seguía sin tener ese brillo en los ojos tan carasterístico suyo. Ya no lloraba todos los días, ni le pedía que la abrazara durante horas, pero Bianca la escuchaba llorar a veces por las noches.
Lewis había dejado de intentar hablar con Ione, y eso la enfadaba aún más. ¿Después de la que había liado, no tardaba ni una semana en rendirse? ¿No se merecía el esfuerzo de intentar que le escuchara? Sabía que sonaba irracional empujarle esperando que él fuera a volver una y otra vez, pero, en ese momento, no le importaba ser irracional.
Abel no había vuelto a ir a buscarla. Ni siquiera habían hablado durante todo el fin de semana. Bianca se estaba escondiendo tras la excusa de que los dos estaban muy ocupados, y que a veces a él le costaba mucho que se le pasaran los enfados, pero cada día se encontraba más sobrepasada.
Tenía la sensación de que toda su vida se había ido a la mierda en una semana, y ya no sabía ni a dónde agarrarse.
Lo único que la animaba un poco era la fiesta del viernes. Abel no podría evitarla entonces, y podría intentar conseguir que se le pasara el enfado. Llegados a este punto, se conformaba tan solo con hablar un rato con él. Le echaba de menos.
—¿Se puede saber qué demonios te pasa? —Ione rompió su fiesta de la autocompasión cuando se lanzó a su lado en el sofá.
Bianca se aseguró de que su cara solo mostrara confusión.
—¿A mí? No me pasa nada, ¿por?
No era que quisiera ocultarle todo a su mejor amiga. Tan solo era algo temporal. No quería cargarla con más problemas cuando el suyo era el más importante. Cuando todo el tema Lewis se tranquilizase un poco, se lo contaría con pelos y señales.
—¿Y por qué llevas toda la tarde viendo el puto Scooby Doo con cara de acelga?
—No tengo cara de acelga. Y porque me gusta Scooby Doo, ¿qué tienes en contra de Scooby Doo?
Ione entrecerró los ojos y le echó su patentada mirada asesina.
—Llevas así desde el miércoles pasado. ¿Me lo vas a contar o vas a estar otra media hora haciéndote la tonta?
Bianca suspiró y se puso más recta en el sofá. Ahí yacía su plan de esperar a que Ione estuviera mejor.
—No me pasa nada en concreto. Estoy un poco preocupada.
—¿Por mí? B, ya te dije que estoy bien. No es la primera vez que me rompen el corazón y probablemente no sea la última. C'est la vie. Tú ya sabes cómo va la vaina —lo dijo con un tono resignado pero positivo, lo cual era buena señal.
Era la fase de aceptación.
—No es solo eso —miró hacia el suelo y se dio cuenta de que hacía mucho que no fregaban. Se lo puso en su lista de tareas pendientes—. Es un poco todo. El trabajo es un caos y me siento inútil, y Abel no me habla.
—Cielo, ya sabías que el trabajo iba a ser así al principio. Y también sabes que irá a mejor y que te los vas a comer con patatas —Ione le puso una mano en el brazo para animarla—. Pero, ¿y lo de Abel? ¿Ha pasado algo?
—No —dudó—. No lo sé —gruñó frustrada—. Ni siquiera sé por qué le estoy dando tantas vueltas. Es una tontería, esto iba a terminar de todas formas en cuanto él se mudara.
Ione la miró como si le acabara de crecer una segunda cabeza.
—¿Eso te lo ha dicho él? —sonó indignada y lista para ir a rastrearle y darle una paliza.
—No. No me lo ha dicho explícitamente, pero lo sé.
Ione se desinfló de golpe y la miró con los ojos entrecerrados.
—No me puedo creer que seas telépata y no me lo hayas dicho hasta ahora.
—¿Perdón? —exhaló Bianca en una carcajada.
—¿Cómo sabes que él quería terminar lo que tenéis, imbécil, si no se lo has preguntado? Puede que él no haya dicho explícitamente que quiere seguir, pero se le ve en los ojos y en la actitud. ¡Si el otro día fue a buscarte al trabajo! —Ione sonaba tan enfadada que la hizo dudar de sí misma— Mira, Abel no es tan tonto como para dejar escapar lo que tenéis. Y mira que es tonto de narices la mayoría del tiempo.
No te engañes. No te dejes engañar.
—Abel es así. No quiero decir que yo no le guste, porque sé que sí. Pero no creo que quiera nada a largo plazo. Por eso no me dijo que se iba a mudar.
—Espera, espera, espera —Ione alzó ambas manos para cortarla—. ¿Todo esto es porque se le olvidó decirte el primero que se iban a mudar? —su voz subió una octava.
—Todos lo sabíais desde hace mucho. Me enteré por accidente.
—Bueno, a lo mejor es que no le dio tiempo a decírtelo antes. Ya sabes, entre la playa, el álbum, tu trabajo, comeros la boca y mi drama personal en medio. O igual es, ojo a la locura, ¡que se le olvidó! —Ione cogió uno de los cojines y se lo estampó contra la cabeza.
—¡Au! ¡Para, para! Joder. Puede que sea todo eso, o a lo mejor no sabía cómo decirme que quería alejarse porque se ha pasado el tiempo límite de lo que sea que tengamos.
Ione la miró durante un largo rato y al final suspiró y agachó la cabeza.
—Vale. Viendo que eres casi tan tonta como él, voy a rebajarme al chantaje y hacer algo de lo que probablemente me arrepienta —tomó una respiración profunda—. Hablaré con Lewis si tu hablas de esto con Abel. No, no me mires con esa cara. Lleváis con esta conversación pendiente desde que follasteis en la playa, y tienes suerte de que no me haya plantado delante de él y le haya dicho "oye, mi amiga quiere saber si quieres ser su novio". Vas a tener que ponerte los pantalones de niña grande y tener la conversación, porque sinceramente creo que la estás liando.
Bianca puso una mueca amarga.
—Siempre que me pongo esos pantalones sale mal.
—¿Ah, sí? ¿Cuántas veces ha sido eso?
—Ah, no sé. ¿Recuerdas cuando prácticamente le lancé mi virginidad a la cara y él me echó de su casa un minuto después? O, bueno, ¿cuando me lancé y él me dijo que no podía pasar nada porque se iba de gira, y, claro, cómo iba a tener una relación conmigo estando de gira? —su tono era tan sarcástico que le resultó irritante.
Ahora fue Ione la que puso una mueca.
—Vale, quiero reiterar lo que mencioné antes de que Abel es imbécil. Pero —levantó un dedo—, en su defensa, tengo que decir que esta vez lo está haciendo todo bien.
—¿Y qué pasa si le digo cómo me siento y se agobia y se aleja?
—¿No es precisamente eso lo que estás haciendo tú ahora?
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Sublimación (Evitación parte 2)
RomanceSEGUNDA PARTE DE EVITACIÓN. NO LEER SI NO SE HA LEÍDO LA PRIMERA (o quieres comerte spoilers o no enterarte de nada) Bianca consiguió superar sus miedos y lanzarse de una vez, intentarlo con Abel después del tira y afloja que ha sido toda su relac...