Capítulo 8

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—Yo creo que ya estás —Ione la miró con ojo crítico, moviéndole la barbilla de un lado a otro con la mano.

Bianca se quedó sentada en la tapa del váter, observando cómo en seguida Ione se ponía a maquillarse a sí misma con la precisión y rapidez de alguien que lo ha hecho cientos de veces.

—Me gusta ese color —dijo Bianca, observando el rojo con purpurina que Ione se estaba echando en las partes internas de los párpados.

—Los brillantes quedan muy bien, cuando te atrevas avísame —la miró con una sonrisa traviesa—, ya tengo varios looks pensados para ti.

Bianca la miró con escepticismo.

—No sé yo si estoy lista para eso aún, pero te avisaré.

Eso pareció convencer a Ione durante un rato. De repente, la miró como si se acabara de acordar de algo.

—Oye, ¿no has invitado a Shawn? —preguntó, muy extrañada.

Bianca sintió el ya usual malestar mezclado con culpabilidad al pensar en él.

—No —dijo, simplemente, esperando que su amiga entendiera que no quería hablar de ello.

No lo entendió. Es más, la miró muy seria y la apuntó con la brocha como si la estuviera amenazando.

—Bianca, estabas progresando muy bien con estas cosas hasta que volvieron los chicos, no quiero que estar en la misma fiesta con Abel te haga retroceder hasta el principio.

Bianca frunció el ceño.

—No es eso —Ione la miró con expresión de no estar creyéndose ni una palabra, y ella suspiró profundamente—. Vale, a ver, en parte sí es. Le prometí a Abel que no traería a Shawn hasta que... no sé, hasta que se le pase el lío que tiene hecho.

A cada palabra, la boca de Ione se iba abriendo más y más.

—¿Y esto cuándo demonios ha sido?

Bianca se miró las uñas fingiendo calma. Se las había pintado de un gris oscuro que le gustaba bastante.

—Pues el día de la azotea, cuando hablé con él.

Ione la golpeó en la cabeza con la brocha, haciéndola gritar.

—¡No me habías dicho que le habías prometido tremenda... tremenda gilipollez!

Bianca se frotó la cabeza, más por mandar un mensaje que porque le hubiera dolido.

—Joder, es que te lo resumí —se irguió, poniéndose seria—. Además, yo entiendo que sería un poco raro traerle. O sea, si yo le viera con otra también me lo tomaría un poco raro, creo —susurró, tratando de que la imagen no apareciera en su cabeza.

Los ojos de Ione se suavizaron, aunque no llegaron a mirarla con pena. Ione sabía que todavía no había superado a Abel, y que iba a ser muy difícil por lo cercanos que eran, porque estaban en el mismo grupo, y porque su relación siempre tenía que ser jodidamente intensa en todo momento. Pero también le había dicho que creía que lo estaba haciendo genial hasta el momento.

—Ya supongo, cielo, pero igualmente lo llevarías con entereza. Como haces siempre. Y no montarías un numerito y te pondrías como un basilisco con él. Que es lo que hizo —apuntó.

Bianca infló el pecho antes de soltar otro suspiro enorme.

—Bueno, de todas formas no es solo eso —empezó. No le había dicho nada de esos pensamientos a Ione aún, pensando que serían una tontería. Pero ya llevaba demasiado tiempo dándole vueltas al asunto como para que fuera una tontería. Su amiga la miraba con intriga—. Aparte es que no me apetecía que viniera —soltó.

Sublimación (Evitación parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora