Epílogo

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Un año después

Bianca se puso las gafas al mismo tiempo que cerraba la puerta del coche. No había muchas cosas buenas de que Abel se fuera de gira, pero poder coger su coche prestado era una de las que sí había.

Condujo hasta su casa acompañada de una de las canciones de los chicos en la radio, y soltó una risita vergonzosa al darse cuenta de lo contenta que estaba.

Cuando se bajó del coche en el enorme párking, sacó el teléfono móvil para comprobar que todo iba según lo previsto: un mensaje de Killian hacía unas tres horas diciendo que estaban a un par de horas de empezar el último concierto, en una de las salas más grandes de Las vegas. El último concierto de su gira por todo Estados Unidos, con la que habían estado desaparecidos casi seis meses.

Bianca tuvo un flashback de lo que pasó la última vez que se fueron de gira, pero su mente en seguida lo desechó. Ningún aspecto de su vida era ni medio parecido ese año, y tan solo de pensarlo se le antojaba ridículo. Solo para asegurarse a sí misma que no pasaba nada, se metió en su chat con Abel. Su último mensaje era él diciendo las ganas que tenía de llegar mañana a casa, acompañado de todo lo que iba a hacerle cuando llegara y no uno ni dos, sino cinco emojis de berenjenas. Bianca se rio y abrió la puerta que daba a la casa, al mismo tiempo que escuchaba unos pasos que corrían desde las escaleras.

—¡Vamos, vamos, vamos, que llegamos tarde! —Ione apareció a su lado en apenas un segundo, vestida con unos vaqueros rotos y una camiseta demasiado grande, con un peine en una mano y un secador en otra. Tenía la mitad del pelo liso y la otra, ondulado.

Bianca estalló en carcajadas.

—¿Qué haces? —preguntó mientras se reía.

—¿Cómo que qué hago? ¡Lo que deberías llevar haciendo tú media hora! ¡Arreglarme! ¿Por qué demonios has tardado tanto?

Bianca puso los ojos en blanco mientras se encaminaba a las escaleras para ir a su cuarto.

—Hubo un problema a última hora y, por supuesto, lo tuve que solucionar yo.

Su amiga gruñó.

—¿Cuándo se van a dar cuenta de que ya no eres la becaria sino que trabajas allí?

—Llegados a este punto, me da la sensación de que me lo dicen más porque ellos no saben cómo hacerlo que por ser superiores. Por cierto, he vuelto a discutir con el maldito Thomson de nuevo porque no se cansa de ser un bocachancla.

—¿Por qué no me sorprende? Pero, aunque te quiero mucho y me interesa todo lo que tengas que contarme, ¿puedes hacerlo en el coche? Tienes que ducharte, te he dejado la ropa encima de la cama, y yo tengo que hacer unas llamadas.

—¿Mientras te secas el pelo?

—Se llama multitasking. ¡Ciao!

Ione desapareció por la puerta hacia la habitación de invitados donde se había estado quedando desde la noche anterior. Habían hecho su fiesta de pijamas bimensual, y habían aprovechado para dar los últimos retoques a su plan de hoy.

Bianca sonrió mientras se metía en la ducha, y escuchó a Ione dar gritos a través del pasillo.

Ione había conseguido un puesto bajo en la productora de los chicos hacía unos meses, y había tenido que pelearse para subir en la jerarquía desde entonces. Al principio era también becaria, pero poco a poco le habían estado dando más y más responsabilidades. A veces tenía que viajar, pero por suerte, casi todo se podía hacer desde casa, así que las dos seguían viéndose muchas veces. Y Bianca no podía estar más orgullosa de ella.

Sublimación (Evitación parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora