Capítulo 27

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Bianca se apoyó en la barandilla del pequeño balcón, sin darse cuenta de que estaba sonriendo. Se quedó observando a Jake y Abel en la piscina, jugando a pasarse el balón de un lado a otro. No sabía si se suponía que estaban jugando a voleybol acuático o simplemente a que la bola no cayera, pero era divertido verles hacer el tonto y reírse juntos. Abel estaba tan concentrado que ni siquiera reparó en ella, aunque sí vio a Jake mirarla de reojo y negar con la cabeza mientras se reía de alguna broma interna suya.

Se quedó un rato más, hasta que el fuerte sol golpeando en su piel fue demasiado. Bajaría a molestarles un rato.

El ambiente había seguido un poco tenso durante todo el día, hasta que Gabe había llegado a la hora de la comida y le había tirado un cubo de agua fría a Killian por la espalda antes de salir corriendo. Los dos se habían estado persiguiendo por toda la casa, gritándose insultos y haciendo que todos pararan de comer para reírse de la escena. Bianca había terminado doblada sobre sí misma, con los mofletes doloridos y roja como un tomate, sin poder respirar. Después de eso, la tensión se había roto y todo se había calmado.

Bianca se puso su bikini verde neón y unos pantalones vaqueros cortos. Cogió la toalla, y justo cuando iba a abrir la puerta, escuchó las primeras notas de una de sus canciones españolas favoritas. Abrió la puerta con un jadeo emocionado, y pudo escuchar a Ione ya cantando la canción desde abajo.

Antes de que el día se nos rompiera otra vez, vamos a explotar, botar duro y sumar cien...

La voz de Recycled J era una de las pocas que de verdad le gustaban del rap... o pop, o trap, o lo que fuera que él estuviera cantando en ese momento.

Bajó tranquilamente, escuchando a su amiga tararear. La vio tirada en uno de los sofás, trasteando con el móvil. Killian y Archer estaban jugando a las cartas, y Gabe no estaba por ninguna parte.

Bianca llegó abajo justo cuando la canción empezaba a animarse, y Killian alzó la mirada con diversión.

—Ione, tenías razón, la canción la ha invocado.

Su amiga solo sonrió y alzó la mano con el símbolo de la paz, sin apartar la mirada del móvil.

Un escalofrío —cantó Bianca, moviéndose un poco y bailando de forma graciosa—, aún quedan mecheros encendíos', corazón bandío', ¡tíramelo!

Ione continuó cantando la parte de Zetazen, y los chicos las animaron, aunque no entendieran nada de lo que estaba pasando. Bianca hubiera pensado que les molestaría que esos días casi toda la música fuera en español porque no tendría tanta gracia para ellos, pero de hecho parecía que la mayoría les hacían gracia. Aunque Jake solía quejarse de lo aburridas que eran. En ese momento, Killian y Archer dejaron de jugar a las cartas para mirarlas, bastante entretenidos.

Bianca tuvo un flashback de ese día en el que Ione y ella cantaron La vereda de la puerta de atrás en su casa, mientras hacían la comida. Y del día que le cantó Nicotine a Abel. Le hacía gracia que siempre eran ellas las que terminaban haciendo un show para los rockeros famosos.

Te juro que si no te dio el escalofrío con él, ahora conmigo lo vas a tener.

Ese verso, por supuesto, la hizo pensar en Abel. Las veces que había intentado estar con otros, buscando la misma sensación que él la hacía sentir. Ese mismo escalofrío. Ese elegante dolor.

Negó la cabeza y siguió cantando, parándose en el medio del salón, dejando la toalla en el sofá y tirando de Ione para que bailara con ella. Si iban a dar un espectáculo, lo darían bien.

A mitad de la canción, le pareció escuchar la puerta del jardín abrirse, y las voces de Jake y Abel se cortaron a medias al darse cuenta de las dos locas que estaban cantando en un idioma desconocido y bailando en el medio de su salón.

Sublimación (Evitación parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora