Capítulo 11

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Lydia tan solo tardó unas horas en llamarla para quedar al día siguiente y charlar. Bianca supuso que tampoco tendría mucho que hacer hasta que terminara de arreglar lo de la casa.

La invitó a casa de Giles, y los tres quedaron para tomar algo y ponerse un poco al día con Lydia y todo lo que había pasado.

Bianca llamó a la puerta llevando un paquete de seis botellines de cerveza bajo la mano. Le habían dicho que no llevara nada, pero le dio igual.

Cuando Lydia abrió la puerta y los vio, le echó una mirada de odio con los ojos entrecerrados.

—Menos mal que sabía que ibas a ser así y no compré yo.

Bianca tan solo le dio un abrazo con la mano libre y pasó dentro.

Giles estaba de pie esperando, y la saludó con un pequeño abrazo.

—Pues que sepas que he hecho tortitas para cenar —fue lo primero que le dijo.

Bianca ya había olido algo riquísimo nada más entrar, y supuso que sus amigos habrían estado haciendo algo, pero puso una mueca extrañada al oír lo que era.

—¿Tortitas para cenar?

—Sí —repuso Lydia, quitándole las cervezas de la mano y yendo hacia la cocina—. De bacon y queso.

Bianca arqueó las cejas.

—¿Eso existe? —preguntó, emocionada, siguiendo el olor.

Cuando llegó a la cocina, vio una pequeña mesa colocada en un extremo, con tres sillas y uno de los lados pegado a la pared. También había cubiertos para tres personas, y un plato a rebosar de tortitas enormes en el centro.

Giles entró detrás de ella y la empujó un poco.

—Siéntate. Tengo hambre.

Bianca miró su reloj, pensando que a lo mejor era muy tarde.

—Si solo son las nueve.

—Ya, pero estoy acostumbrado a cenar a las ocho o así. Y aparte, esto huele genial y me lleva salivando la boca desde que empezamos a hacerlas. Así que venga —le hizo gestos con la mano par que se fuera, y Bianca no tuvo más opción que obedecer.

En seguida, Giles le puso un botellín abierto en frente, y cogió otro para sí mismo mientras Lydia abría el suyo.

Al principio, la conversación fue un poco la típica: preguntarse qué tal y responder con cosas insulsas y aburridas.

Los tres se aburrieron en seguida, así que Bianca no dudó en hacer la pregunta importante nada más empezar la primera tortita.

—Bueno, entonces, ¿cómo es que has conseguido venir aquí? Dios —exclamó, cuando se metió el primer trozo a la boca—, esto está riquísimo.

Los dos se rieron y Giles la señaló con la botella.

—Ya te lo dije.

—Pues —empezó Lydia, con los ojos brillantes— fue un poco complicado, porque como sabes nuestros padres son un poco...

—Gilipollas —terminó su hermano.

—¡Giles!

—¿Es mentira acaso?

Lydia musitó algo entre dientes, pero se metió otro bocado a la boca. Tragó antes de seguir hablando.

—El caso es que yo empecé a trabajar allí hace unos meses, para desgracia de mis padres. Era en una tienda de ropa bastante decente, así que tampoco podían quejarse.

Sublimación (Evitación parte 2)Where stories live. Discover now