Capítulo 41

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Bianca bajó las escaleras sin saber muy bien cómo. Sentía todos sus sentidos adormecidos, y le costó mucho concentrarse lo suficiente como para ubicar a Lydia a pesar de que ésta estaba haciéndole señas con la mano en alto.

—¿Qué ha pasado? —se escuchó a sí misma preguntar.

Estaba intentando con todas sus fuerzas mandar la discusión con Abel al fondo de su mente para centrarse en Ione, pero no podía parar de pensar en todos los errores que había cometido uno detrás de otro, y de preguntarse si sería demasiado tarde como para arreglarlos.

Irse de esa habitación sin arreglarlo había sido otro error, pero tampoco tenía opción.

—No lo sé —Lydia tenía los ojos llorosos, y eso le hizo despertar de su trance—. Lewis llegó hace un rato. Estábamos... estábamos hablando con unos amigos de la banda, también estaba Gabe y... no sé —entre la música altísima y su trastabilleo, era muy difícil entenderla—. Llegó Lewis llorando, le pidió cinco minutos para escuchar su explicación, y se fueron por allí —señaló la puerta principal—. Pero llevan más de media hora, y he dado una vuelta por ahí fuera y no les veo y no sé qué ha podido hacer pero tengo miedo.

Bianca le dio un abrazo a Lydia cuando una lágrima calló por su mejilla. Su mente había hecho clic, y ahora solo podía sentir miedo por lo que hubiera podido pasar.

No ha pasado nada. Lewis no ha podido hacer nada, él no es así. No paraba de repetirse eso mientras salía por la puerta principal con Lydia de la mano, pero no la calmó. Tampoco había esperado que Lewis fuera capaz de engañar a todo el mundo durante meses, y mira cómo había acabado todo.

El patio delantero tenía mucha menos gente que el trasero, pero aún así había varios grupos bebiendo y fumando, disfrutando del aire fresco que corría a esas horas de la noche.

Y ninguno de ellos eran Ione y Lewis.

—¿Por dónde se han ido? ¿Dónde está tu hermano?

Lydia parecía haberse calmado un poco, aunque tomó una respiración profunda igualmente antes de responder.

—No sé dónde está Gilles. Le vi hablando con una chica hace un rato, salieron al jardín. Y no quería cotillear a Ione, así que no sé muy bien hacia dónde se habrán ido. Antes me acerqué hasta allí —señaló la acera de enfrente— para ver si les veía por los alrededores, pero nada.

Bianca asintió, pensativa.

—Vamos a volver a intentarlo, ¿quieres?

Así que se recorrieron todo el patio, buscando la ya familiar melena decolorada de Ione, esperando escuchar una pelea, los gritos indignados de su amiga, lo que fuera. Recorrieron todos los grupitos, cruzaron a la acera de en frente tratando de ver con más perspectiva. Recorrieron juntas toda la calle, mirando en las pequeñas calles que separaban las enormes casas, buscando entre los coches aparcados. ¿Dónde demonios se habían metido? Bianca iba mirando su teléfono cada cinco segundos, y la llamó casi cada vez que lo miraba. Siempre sin respuesta, saltaba el contestador.

Empezó a tener una sensación que rondaba entre las náuseas y las ganas de salir corriendo y chillar. No quería pensar en que a Lewis se le había ido la cabeza por el rechazo. No quería pensar en que a su amiga podría estar pasándole algo malo.

Volvieron a la casa, y empezaron a preguntar a todo el mundo conocido si la había visto. Archer, Jake y Killian estaban en uno de los sofás, pero se levantaron en cuando las vieron llegar con esa cara que gritaba problemas.

—¿Qué ha pasado? —preguntó Killian, con tono preocupado.

—Ione. No sabemos dónde está. ¿La habéis visto? —Bianca se forzó a sonar calmada. Lo más probable era que no pasara nada, y no quería sembrar el pánico entre sus amigos.

Sublimación (Evitación parte 2)Where stories live. Discover now