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—Tienes un pelo muy bonito, yo lo dejaría suelto con ondas y volumen, ¿qué te parece?

La peluquera a mis espaldas mueve mi pelo, ilustrando lo que tiene en la cabeza. Supongo que para ella está clarísimo, por eso ni siquiera ha pedido mi opinión. Al menos la que está con Minnie le ha preguntado antes de aconsejarle.

—Quiero que me lo cortes por los hombros.

—¿Perdona? Creo que no te escucho por los secadores. ¡Jess, apaga ese cacharro! ¿Qué decías, cielo?

—Que quiero que me cortes el pelo por los hombros. Luego puedes hacerme ondas, volumen y lo que quieras.

—¿Rinnie?

—Por los hombros —insisto, pasando olímpicamente de la voz de Minnie.

—Vale, como quieras...

—¿Rinnie, estás segura?

—Segurísima.

Aparto la mirada de mi amiga y la centro en el espejo frente a mí. Sé que me mira como si las neuronas se hubiesen marchado de mi cabeza para siempre. No puedo decir que sin razón, porque desde que me corté el pelo de forma desastrosa a los trece años, no he vuelto a cortarme nada más que las puntas. Ella lo sabe, yo lo sé y la peluquera no tiene ni puta idea, pero para ella tengo un pelo bonito que voy a dejar en la mitad, así que también tengo que ser un bicho raro para ella, porque vuelve a preguntar antes de acercar la tijera a mi pelo (que está reposando en mi espalda) y empezar a cortar. Siento el tijeretazo y el sonido que tan poco me ha gustado siempre del pelo cortándose, pero esta vez... me da paz. Me da paz ver los mechones cayendo a mi alrededor y cómo los que todavía tengo pegados a mi cabeza, caen hacia delante porque están más cortos que nunca. Más que el día del desastroso corte de pelo, sí, pero no me importa.

En realidad, supongo que entiendo la cara de Minnie cuando lo he dicho, porque no estoy pasando por mi mejor momento emocionalmente hablando y claro, acabo de hacer la primera cosa que hacen las personas con problemas: cambio de look.

¿Al kamikaze y a Namjoon les gustaba mi pelo largo? Pues fuera.

«¿Te ha servido de algo lo que hablaste ayer con Minnie? Porque no lo parece, reina».

Intento alejar el pensamiento de esos dos y en que seguramente llegue a la boda, en la que van a estar también mis padres, y cuando me vean se les caerá la mandíbula al suelo o algo. A lo mejor les decepciono más, yo que sé. Podría decirles que puede que me haya colado de un tío con pinta de delincuente y que, además de haber follado con él, lo he hecho con el que han creído siempre que era mi novio. Eso seguro que mejora mi estatus, así compartiríamos opinión en algo.

—Te queda mucho mejor. Voy a hacerte unas ondas, ¿vale?

—Vale —le doy mi aprobación. Sé que lo primero lo ha dicho porque el corte de pelo ha sido suyo y no va a decir que me queda de culo o que me quedaba mejor largo. Que podría, porque así seguro que me hacía comprarme unas extensiones por tonta, pero no lo hace. Yo creo que es porque está obsesionada con hacerme ondas. A lo mejor mi pelo es ondulable y no me había percatado.

La peluquera de Minnie, por el contrario, parece tener una obsesión con los recogidos y las trenzas. A ver, que mi amiga tampoco se ha pegado el corte de pelo del siglo, entonces puede hacerlo. Yo no sé cómo me quedará una coleta con la locura que acabo de cometer, pero seguramente mal.

En fin, prefiero mirar qué hace la amante de las ondas a mi pelo, que a mi amiga. Sobre todo porque si la pillo mirándome, seguro que está haciéndolo con cara de que estoy fatal. Y lo estoy, sí. Por eso, lo que menos me apetece del mundo es tener que ir a la boda, pero una tiene sus obligaciones.

Outlawed - jjk, knjWhere stories live. Discover now