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[Jungkook]

—Ey, ¿a dónde vas?

—A buscar a Rino, como siempre.

Como siempre.

Porque es mi hyung, pero no me gusta lo que insinúa. Habría que ser muy tonto para no saber que el tonito tiene algo oculto.

—Pues sí, díselo a Yoongi hyung que es el que me lo pide siempre.

—Te lo pidió el primer día.

Lo peor es que la sonrisa de Jimin significa que lo está disfrutando. Le encanta. Le apasiona picarme con este tema. Y a mí está empezando a tocarme los cojones.

—Y el segundo. ¿Quieres que lo hablemos con él?

—No hace falta. Pero si quieres puedo ir a buscarla yo, eh, no tengo problema. Nos saca fotos a todos, lo justo es que nos turnemos para recogerla. —Su mirada, fija en mi cara, me reta. Me dice: «A que no tienes cojones a dejar que vaya yo». Y no, no los tengo.

—Ya voy yo. Tengo las llaves en la mano, ¿ves? —le respondo, moviendo el llavero en la palma de mi mano. Tengo el dedo corazón metido en la anilla, así que no se van a caer.

—Me las dejas y voy. No es problema, en serio.

«Jimin, cállate ya».

—Ni de coña te dejo mi coche.

—Bueno, pues voy con el mío.

—Que voy yo —repito. Y normalmente evito su mirada precisamente por esto, porque cuando clavo la mía en él, me responde con esa sonrisa de «lo sé todo» y con las cejas alzadas como preguntándome: «¿Tienes algo que decirme?».

—¿De qué tienes más miedo, Jungkookie, de que te raye el coche o de que tu Rino caiga ante mis encantos?

Prefería que me dijese las cosas con la mirada.

—De que me rayes el coche. No es mi Rino.

—Ya... Entonces, ¿te importa que la llame así?

Sé lo que intenta, porque no es la primera vez que lo hace. Siempre que ha visto que tenía interés en alguna tía, Jimin ha intentado sacarme del cascarón así: retándome. Y ahora claro que lo está haciendo. Si ya lo hizo antes y ni siquiera sabía lo que sabe que ha pasado entre Rino y yo.

Y aunque sé que su propósito con esa pregunta es picarme y que le diga que es un mote mío porque me lo inventé yo, me río. Porque me la imagino a ella, con las cejas juntas y los labios fruncidos porque no le gusta que la llame así. Me imagino la pequeña mueca de felicidad que pone y que no quiere enseñarme cada vez que piensa que ha ganado una batalla. Y me río, y no me gusta hacerlo porque Jimin se me queda mirando raro.

Bueno, tampoco es un crimen.

—Como quieras; Jin creo que también la llama así, pero yo no me hago responsable si no te responde.

—A ti te hace caso.

—Porque soy yo —respondo. ¿Estoy orgulloso de que, por mucho que Rino parezca odiarme, sea privilegiado porque me permita cosas como esas? Sí.

En realidad, creo que ya no me odia tanto.

—Y le gustas.

—Me odia —le corrijo. Que no me odie tanto no significa que no lo siga haciendo.

—Suponiendo que eso sea verdad, a ti sí que te gusta ella —me acusa. De verdad, prefería que estuviese calladito y solo insinuando. Porque sé que lo ha dicho para que desembuche de una vez lo que se viene oliendo, pero, de nuevo, no tengo cojones. Por eso saco mi iPhone del bolsillo delantero de mis vaqueros, lo desbloqueo, miro la hora (exagerando la cara de susto que pongo) y se lo enseño.

Outlawed - jjk, knjDonde viven las historias. Descúbrelo ahora